CAPÍTULO XIII
El anticristo emergerá del mar cual bestia,
enfurecido y como príncipe de las multitudes.
Diez naciones lo considerarán el amo del mundo.
Carismático, pacífico al inicio, manipulador genial y desalmado.
Las siete cabezas son también los siete montes de la ramera.
La primera mitad de la semana no se mostrará
y sus brazos y la tecnología lo abarcarán absolutamente todo,
con un trono de reducido tiempo pero brutalmente fuerte.
Parecerá que es el Mesías, en las mentes terrenales,
por su gran inteligencia, astucia y maravillas de película.
El mundo se le postrará sin ambigüedades,
devorándose emocionado las mentiras perfectas y resumidas.
El misterio de la iniquidad desbordará el planeta
y la trinidad diabólica se moverá como pez en el agua,
haciendo milagros que impactarán al populacho.
La marca en el brazo o mano será la cédula de identidad.
La Roma de los siglos es un súbdito ferviente de Satanás.
El anticristo traicionará a su socia la gran ramera.
Para lo que viene, Hitler y Stalin son bebés de pecho.
Jerusalén, epicentro de la redención y de la calamidad.
El hombre fue creado un viernes, Cristo murió un viernes.
Muchísimos se venderán por un plato de lentejas,
en un comercio internacional centralizado en la mano del mal;
pero esos días se acortarán, para el alivio de pocos.
CAPÍTULO XIV
Los 144.000 son hebreos sufridos que se conservaron limpios.
El primer ángel les predica a los habitantes de la tierra,
el segundo anuncia la caída de Babilonia, de la peste,
el tercero les advierte que no se adhieran a Lucifer,
porque el látigo del Juez está presto.
Se debe morir por Cristo sin medir las consecuencias.
Enterró la hoz y comenzó la cosecha de frutos maduros.
CAPÍTULO XV
Siete ángeles poseían las siete plagas postreras,
con las que se concluía la ira de Dios.
El cántico de Moisés se interpreta con las arpas del Señor,
con el cual este otro y último Egipto
también se quedó atrás, sin regresos.
CAPÍTULO XVI
La irritación del Señor se derramó sobre la tierra.
La primera copa trajo una úlcera maligna y pestilente,
como un adelanto del mal oliente infierno sempiterno.
La segunda copa convirtió ese mar en sangre contaminante,
y la tercera hizo lo mismo con los ríos y aguas,
y bebían esta sangre por la que derramaron los santos.
Con el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol,
y los hombres se quemaban e insultaban a Dios firmemente.
El quinto ángel le disparó al trono de la bestia,
y a pesar del dolor, blasfemaban sin arrepentirse.
El sexto ángel secó el río Eufrates preparando
así el camino de los reyes del oriente a Palestina,
yendo al Armagedón para su propia destrucción.
La séptima copa cayó en el aire y todo quedó hecho.
Un terremoto como el de nunca antes sacudirá
las islas y los montes de la tierra, con granizos.
El aparato organizacional del mal fue devastado.
CAPÍTULO XVII
La gran ramera está sentada sobre pueblos y multitudes,
ha fornicado y negociado impúdicamente con los poderosos,
es pomposa y perseguidora de santos
y habita en Roma, en medio de siete montes.
La diplomacia de la gran prostituta no posee escrúpulos;
vestida de púrpura y escarlata y adornada con oro.
Las piedras preciosas se refieren a la tiara papal también.
La Inquisición fue la asesina oficial de asesinos y mártires.
El protestantismo histórico y todo el catolicismo ortodoxo
son dignos hijos también de su madre la gran meretriz.
Con Babilonia se afianzó el paganismo elaborado y sus retoños.
La iglesia Romana volverá a ser poderosa
como nunca antes, pero solo por un ciclo muy corto.
El aniquilamiento de la ramera, la concubina de la inmoralidad,
será rápido, cruel, contundente y por etapas.
El Cordero de Dios es eternamente invencible.
CAPÍTULO XVIII
Y Babilonia caerá como Sodoma y Gomorra,
y los empresarios lamentarán el no poder comprarle más.
Se bajó el cortinón y la gloria de Babilonia feneció.
Sequías, hambrunas, relámpagos, grandes incendios y más.
Aquí perecieron Abel y muchos profetas de Dios.
La venganza es solo mía sentencia el Señor.
CAPÍTULO XIX
Los santos en el cielo inician las celebraciones
porque los juicios del Señor son verdaderos e ineludibles.
Cristo el Dios Todopoderoso reinará por siempre.
Las disímiles meretrices sucumbieron de golpe.
Se terminaron las ignominias, las inquisiciones.
Nadie más ridiculizó a los predicadores de la Biblia.
Sólo hay alegría por las bodas del Cordero,
en la cual la pía iglesia se une con el Redentor, por siempre.
Todos los pueblos verán al rey de reyes, al Verbo de Dios.
La bestia y el falso profeta fueron lanzados al lago de fuego
y Cristo Jesús separará el trigo de la cizaña.
CAPÍTULO XX
Satanás fue encadenado por mil años
en el abismo, concluido los siete años,
sin posibilidades de acercarse a las naciones.
La genuina iglesia gobernará con el Señor,
el emperador de todos los pueblos, por diez siglos.
Todos los mandatarios se conducirán con integridad,
sin comercio de armas ni obscenidades.
Ahora Satanás es liberado y engañando a las personas,
las reúne para la gran y funesta batalla final.
Mas el fuego de Dios los consumió
y Satán acompañó a la bestia y al falso profeta
en el lago de fuego, por los siglos de los siglos.
La muerte se murió, las miserias se extinguieron.
CAPÍTULO XXI
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
la capital eterna del reino de Dios,
que descendió del cielo como esposa preparada,
con toda su gloria y fulgor, sin templos,
porque la comunión de los inscritos en el libro de la vida
con el Rey de reyes es directa, como hoy.
Ninguna inmundicia entrará en la nueva Jerusalén.
CAPÍTULO XXII
Con las hojas del árbol las naciones se sanan
y con el agua del río beben la vida eterna.
Por la luminosidad divina no habrá noche ni día
y con Él regiremos por siempre, desde su trono,
envueltos en la alucinante dicha de Su presencia.
El Redentor aparecerá cuando no lo imagines.
No beses la mano de ningún hombre u obispo.
Jesucristo es Dios, el único y suficiente Dios.
Gloria a la Santísima Trinidad. Ven, Jesús.
Sí, debes aceptar esta tarde a Cristo Jesús
como Señor y Salvador, obedeciéndole postrado.
FIN
El anticristo emergerá del mar cual bestia,
enfurecido y como príncipe de las multitudes.
Diez naciones lo considerarán el amo del mundo.
Carismático, pacífico al inicio, manipulador genial y desalmado.
Las siete cabezas son también los siete montes de la ramera.
La primera mitad de la semana no se mostrará
y sus brazos y la tecnología lo abarcarán absolutamente todo,
con un trono de reducido tiempo pero brutalmente fuerte.
Parecerá que es el Mesías, en las mentes terrenales,
por su gran inteligencia, astucia y maravillas de película.
El mundo se le postrará sin ambigüedades,
devorándose emocionado las mentiras perfectas y resumidas.
El misterio de la iniquidad desbordará el planeta
y la trinidad diabólica se moverá como pez en el agua,
haciendo milagros que impactarán al populacho.
La marca en el brazo o mano será la cédula de identidad.
La Roma de los siglos es un súbdito ferviente de Satanás.
El anticristo traicionará a su socia la gran ramera.
Para lo que viene, Hitler y Stalin son bebés de pecho.
Jerusalén, epicentro de la redención y de la calamidad.
El hombre fue creado un viernes, Cristo murió un viernes.
Muchísimos se venderán por un plato de lentejas,
en un comercio internacional centralizado en la mano del mal;
pero esos días se acortarán, para el alivio de pocos.
CAPÍTULO XIV
Los 144.000 son hebreos sufridos que se conservaron limpios.
El primer ángel les predica a los habitantes de la tierra,
el segundo anuncia la caída de Babilonia, de la peste,
el tercero les advierte que no se adhieran a Lucifer,
porque el látigo del Juez está presto.
Se debe morir por Cristo sin medir las consecuencias.
Enterró la hoz y comenzó la cosecha de frutos maduros.
CAPÍTULO XV
Siete ángeles poseían las siete plagas postreras,
con las que se concluía la ira de Dios.
El cántico de Moisés se interpreta con las arpas del Señor,
con el cual este otro y último Egipto
también se quedó atrás, sin regresos.
CAPÍTULO XVI
La irritación del Señor se derramó sobre la tierra.
La primera copa trajo una úlcera maligna y pestilente,
como un adelanto del mal oliente infierno sempiterno.
La segunda copa convirtió ese mar en sangre contaminante,
y la tercera hizo lo mismo con los ríos y aguas,
y bebían esta sangre por la que derramaron los santos.
Con el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol,
y los hombres se quemaban e insultaban a Dios firmemente.
El quinto ángel le disparó al trono de la bestia,
y a pesar del dolor, blasfemaban sin arrepentirse.
El sexto ángel secó el río Eufrates preparando
así el camino de los reyes del oriente a Palestina,
yendo al Armagedón para su propia destrucción.
La séptima copa cayó en el aire y todo quedó hecho.
Un terremoto como el de nunca antes sacudirá
las islas y los montes de la tierra, con granizos.
El aparato organizacional del mal fue devastado.
CAPÍTULO XVII
La gran ramera está sentada sobre pueblos y multitudes,
ha fornicado y negociado impúdicamente con los poderosos,
es pomposa y perseguidora de santos
y habita en Roma, en medio de siete montes.
La diplomacia de la gran prostituta no posee escrúpulos;
vestida de púrpura y escarlata y adornada con oro.
Las piedras preciosas se refieren a la tiara papal también.
La Inquisición fue la asesina oficial de asesinos y mártires.
El protestantismo histórico y todo el catolicismo ortodoxo
son dignos hijos también de su madre la gran meretriz.
Con Babilonia se afianzó el paganismo elaborado y sus retoños.
La iglesia Romana volverá a ser poderosa
como nunca antes, pero solo por un ciclo muy corto.
El aniquilamiento de la ramera, la concubina de la inmoralidad,
será rápido, cruel, contundente y por etapas.
El Cordero de Dios es eternamente invencible.
CAPÍTULO XVIII
Y Babilonia caerá como Sodoma y Gomorra,
y los empresarios lamentarán el no poder comprarle más.
Se bajó el cortinón y la gloria de Babilonia feneció.
Sequías, hambrunas, relámpagos, grandes incendios y más.
Aquí perecieron Abel y muchos profetas de Dios.
La venganza es solo mía sentencia el Señor.
CAPÍTULO XIX
Los santos en el cielo inician las celebraciones
porque los juicios del Señor son verdaderos e ineludibles.
Cristo el Dios Todopoderoso reinará por siempre.
Las disímiles meretrices sucumbieron de golpe.
Se terminaron las ignominias, las inquisiciones.
Nadie más ridiculizó a los predicadores de la Biblia.
Sólo hay alegría por las bodas del Cordero,
en la cual la pía iglesia se une con el Redentor, por siempre.
Todos los pueblos verán al rey de reyes, al Verbo de Dios.
La bestia y el falso profeta fueron lanzados al lago de fuego
y Cristo Jesús separará el trigo de la cizaña.
CAPÍTULO XX
Satanás fue encadenado por mil años
en el abismo, concluido los siete años,
sin posibilidades de acercarse a las naciones.
La genuina iglesia gobernará con el Señor,
el emperador de todos los pueblos, por diez siglos.
Todos los mandatarios se conducirán con integridad,
sin comercio de armas ni obscenidades.
Ahora Satanás es liberado y engañando a las personas,
las reúne para la gran y funesta batalla final.
Mas el fuego de Dios los consumió
y Satán acompañó a la bestia y al falso profeta
en el lago de fuego, por los siglos de los siglos.
La muerte se murió, las miserias se extinguieron.
CAPÍTULO XXI
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
la capital eterna del reino de Dios,
que descendió del cielo como esposa preparada,
con toda su gloria y fulgor, sin templos,
porque la comunión de los inscritos en el libro de la vida
con el Rey de reyes es directa, como hoy.
Ninguna inmundicia entrará en la nueva Jerusalén.
CAPÍTULO XXII
Con las hojas del árbol las naciones se sanan
y con el agua del río beben la vida eterna.
Por la luminosidad divina no habrá noche ni día
y con Él regiremos por siempre, desde su trono,
envueltos en la alucinante dicha de Su presencia.
El Redentor aparecerá cuando no lo imagines.
No beses la mano de ningún hombre u obispo.
Jesucristo es Dios, el único y suficiente Dios.
Gloria a la Santísima Trinidad. Ven, Jesús.
Sí, debes aceptar esta tarde a Cristo Jesús
como Señor y Salvador, obedeciéndole postrado.
FIN
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