domingo, 17 de mayo de 2009

Lideres religiosos atraidos y seducidos

“El Peligro de ser seducido por falsa doctrina”.

Por David Wilkerson

Podría titular este mensaje: “El Peligro de ser seducido por falsa doctrina”. Lea Apocalipsis 2:18-29 y verá que el mismo Cristo advirtió a la Iglesia en contra de la doctrina de Jezabel: “…porque permites aquella mujer Jezabel, que dice que es profetisa, enseñar y engañar a mis siervos, a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos” (Apocalipsis 2:20). La palabra griega para Jezabel es sinónimo de falsa maestra. Claramente representa falsas doctrinas. Jesús aclara esto continuando: “a cuantos no tienen esa doctrina.” (Ap. 2:24).
Hay una parte del pueblo de Dios lleno de buenas obras y caridad, teniendo fe y paciencia. Pero los ojos de Jesús aparecen entre ellos ardiendo como llamas de fuego. Con todo lo bueno y loable que hay, existe algo muy peligroso que se lleva a cabo, algo tan seductor, que Cristo advierte que enviará juicio y hará de ellos un ejemplo a todas las iglesias. Algunos miembros de las iglesias estaban haciéndole el juego a Satanás. Sus buenas obras, caridad, servicio, fe y paciencia fueron opacadas por la seducción que estaban envueltos, seducción de una falsa doctrina. Estaban bajo el encanto de una falsa doctrina, una enseñanza que vino disfrazada como la verdadera Palabra, pero no lo era, de hecho, era maligna.
Sello de Jezabel
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La seducción de los siervos de Dios.
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Cristo dijo que: “Mis siervos están siendo seducidos.” Ministros, hemos llegado a esta condición peligrosa que Cristo nos advirtió. Hay multitudes de pastores, maestros y evangelistas completamente seducidos por el encanto de la doctrina de Jezabel. Estos maestros que han sido seducidos están a la vez produciendo “hijos de la seducción”. Enseñan fornicación y el consumo de la comida de los ídolos.
Esto es fornicación espiritual. Esto es comer la comida de las doctrinas demoníacas que exculpan el pecado. Quiero decir en términos precisos que es peligroso estar bajo una doctrina errónea. Una doctrina falsa puede condenarte más prontamente que toda la lujuria y pecados de la carne.
Falsos predicadores y maestros están enviando más personas al infierno que todos los vendedores de drogas, alcahuetes y prostitutas juntos. Esto no es una exageración. Yo lo creo. Multitud de cristianos mal dirigidos y engañados están cantando y alabando al Señor en iglesias esclavizadas por falsa doctrina. Miles están con maestros que enseñan doctrinas de demonios y al oírlos comentan: “¿No es esto maravilloso?” Cristo no toma este asunto a la ligera.
Grabado de su muerte
Sus ojos están otra vez taladrando la iglesia y ha venido a advertir y exponer esta doctrina y a salvar a sus siervos de esta terrible seducción. Es mejor que reflexionemos seriamente acerca de esto. Es muy importante la iglesia en la cual usted se congrega. Es muy importante a quién está usted escuchando. Es muy importante la enseñanza que usted tiene en su corazón.
El pueblo de Dios se está acercando y entregando a Satanás en todos los aspectos, al entregarse en las manos de falsos maestros y promotores de falsas doctrinas. Entregarse a Satanás evoca el pensamiento de adictos, alcohólicos, prostitutas, enfermos de SIDA y de ateos que odian a Dios. ¡NO! Esto está pasando en la iglesia, en reuniones evangelísticas, en convenciones religiosas y en los grandes seminarios.
La marca de un cristiano seducido es que es llevado de una parte a otra buscando nuevas y diferentes enseñanzas. La Biblia advierte: “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas porque bueno es que el corazón haya sido afirmado en la gracia; no en comidas, que nunca aprovecharon a los que se dedican a ellas.” (Hebreos 13:9).
No te dejes arrastrar de aquí y de allá, llevado de sitio en sitio. No estamos hablando de esas pocas ocasiones en que un creyente maduro va a escuchar a un verdadero siervo de Dios predicar a Cristo y de arrepentimiento. Estamos hablando de correr de sitio en sitio, de seminarios a convenciones, de iglesia en iglesia, de servicios evangelísticos a servicios de sanidad divina, sin tener raíces en ningún sitio. Sus oídos siempre están ansiosos de oír algo nuevo, sensacional, entretenido, y placentero a la carne. Los tenemos en la iglesia de Times Square aquí en Nueva York - callejeros, semillas humanas caídas, cabalgando en los vientos de las doctrinas.
Esta clase no vuelve más aquí porque nosotros nos negamos a darle lo que ellos quieren. Ellos quieren ser halagados, y no reprendidos. Por lo tanto ellos vuelven a sus maestros - los aduladores, los promotores del pensamiento positivo. Ellos se asemejan a los atenienses quienes: “en ninguna otra cosa se interesaban, sino en decir o en oír algo nuevo.” (Hechos 17:21). Pablo advirtió a Timoteo: “Porque vendrá el tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.” (2 Ti. 4:3)
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La doctrina de Cristo.
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La marca de un creyente maduro es la negativa a ser llevado por doquiera de todo viento de doctrina. (Efesios 4:14) Estos creyentes no pueden ser manipulados por ningún maestro. Ellos no tienen necesidad de correr de aquí para allá porque están comiendo de la ROCA; están creciendo en Cristo; están dándose banquete en pastos verdes. Ellos han circuncidado sus oídos y han pesado a cada maestro, a cada doctrina, de acuerdo a como se ajusta a la santidad de Cristo. Ellos pueden discernir todas las doctrinas que son falsas y sienten repulsión por todas las nuevas y raras enseñanzas. Conocen a Cristo. Ellos no serán conmovidos por la música, los amigos, las personalidades, milagros, pero sí ¡por un hambre insaciable por la pura Palabra de Dios!

Solamente hay dos doctrinas: la de Cristo y la de Jezabel. Pablo dijo: “…que adornen en todo la doctrina de Nuestro Salvador Dios.”¿Cuál es la doctrina de Cristo? La gracia de Dios nos enseña: “que renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.” (Tito 2:10). (Tito 2:12). La doctrina de Cristo te hará conforme a la imagen de Cristo. Desenmascara todo pecado oculto y todo anhelo de maldad.
¿Está tu maestro reprendiendo con autoridad, hablándote y exhortándote a abandonar el pecado y derribar todos los ídolos como él es instruido en Tito 2:7? ¿Estás aprendiendo a odiar el pecado ardientemente? ¿O sales de la reunión de tu iglesia sin estar aún convencido? El mensaje de la doctrina de Cristo es: “Así que, amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” 
(2 Co.7:1).

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