Teología de la Prosperidad
El significado de “prosperidad” ha sido distorsionado tanto de tal modo que hablar de bendiciones es hablar de “salud” y “riqueza”, es decir de un “nuevo Evangelio”, el “Evangelio de la Prosperidad”, otros lo llaman “Teología de la Prosperidad.”
Sus enseñanzas:
- Que Dios promete prosperidad en lo material, riquezas y éxito a todo aquel que se una a su forma particular de interpretar el Cristianismo.
- Que la forma de adquirir esta prosperidad es por medio de la fe.
- El uso de métodos como los de confesar audiblemente ciertos versículos bíblicos, visualizar en la mente cosas materiales que se deseen y orar pidiéndolas a Dios, o también atar y reprender espíritus de pobreza o espíritus que impiden que vengan las riquezas.
- Un principio muy particular e importante es que ofrendando grandes cantidades de dinero, se promete que Dios se lo devolverá en forma sobrenatural, multiplicado.
Cualquier estudiante serio de la Biblia se puede dar cuenta que la esencia del Cristianismo ha sido suplantada por un sistema de materialismo y egoísmo en donde a Dios se le presenta como un escalón para obtener riquezas y éxito, mientras se fomenta y manipula la avaricia de los congregantes para estimularlos a dar dinero a la organización.
Al redefinir el Evangelio en sus propios términos, esta teología de la prosperidad manipula la Biblia y algunos conceptos cristianos para llevar a la gente al paganismo característico de nuestra sociedad consumista. En otras palabras se trata de una forma cristianizada de materialismo y no de Cristianismo.
La “prosperidad” considerada en el contexto enteramente bíblico, prioriza la riqueza espiritual: “A los ricos de este siglo manda... que sean ricos en buenas obras.” En otras palabras, que a una clase de riqueza agreguen la otra, “que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos...” (1 Timoteo 6:17-18). Es hacer tesoros en el Cielo (Mateo 6:19-21). A la generosidad debe sumarse el contentamiento (1 Timoteo 6:1-10; 2 Corintios 9:8; Filipenses 4:12-13).
Maldiciones Generacionales
Esta falsa doctrina enseña que los demonios pueden trasmitirse por herencia genealógica, como consecuencia de una maldición echada sobre la familia o por razones naturales, sugieren que existen “espíritus generacionales de sangre”.
Esta enseñanza evidentemente contradice y subestima la eficacia de la obra redentora de Cristo en la cruz del Calvario (Hebreos 7:26-27; 9:11-12; 10:8-14), y niega la realidad del nuevo nacimiento (2 Corintios 5:17). Uno de los efectos de esta enseñanza es que hace vivir a los cristianos en temor e inseguridad continua (1 Juan 4:18; Romanos 8:1, 15, 31-39).
La Biblia no enseña acerca de maldiciones generacionales. La Escritura declara de manera categórica que los pecados de los padres no se transmitirán a los hijos, sino que cada cual llevará su propia responsabilidad:
El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. (Ezequiel 18: 20)
En la Biblia se enseña que la responsabilidad del pecado es individual - Ez 18:20 y Todo cuanto existía contra nosotros Cristo ya lo pagó en la cruz, desde el instante en que le aceptamos nos convertimos a Él (Heb.7:25, 8:12; Col. 2:14; Jn. 1:12-13).
Todo aquello que estaba contra nosotros, Cristo ya lo perdonó clavando en la cruz la ley (deuda) que nos era contraria (Col. 2:13-14). El hijo no lleva el pecado del padre, ni este el del hijo (Ez. 18:1-4, 19-22, 26-28 y 30-32 y Miq. 7:18-19)
La Biblia enseña que Jesucristo ya nos libró (Ef. 1:3) y que ninguna condenación (maldición) hay para los que están en Cristo Jesús (Rom. 8:1). No hay maldición para los que son hijos de la obediencia (Luc. 11:28; Stg. 1:25). Jesús se hizo maldición por nosotros (Gal. 3:13-14) y ahora somos benditos con toda bendición.
Nueva Unción
En cuanto a esto, se enseña que solamente cuando la persona se adhiera a la nueva visión, dejando lo antiguo para abrirse a lo nuevo, recién entonces podrá tener una nueva unción, Alegan que solamente esta "unción" puede traer el éxito. Una “unción” fresca para el siglo XXI.
No hay ninguna enseñanza ni precedente histórico en el Nuevo Testamento que indique la necesidad de ir a algún lugar especial para buscar de la mano de algún individuo una unción impartida especial, necesaria para un ministerio eficaz. Ni Jesús, ni los apóstoles dan ninguna instrucción o algún ejemplo al respecto.
De acuerdo con La Biblia, la unción no envejece ni es sustituible
Esto quiere decir que no existe una " nueva unción" (1 Sm 26:9; 1 Juan 2:20).
Todos los creyentes tienen la unción y el poder para vivir una vida de victoria y ser efectivos en su ministerio.
También unción, es aplicada al creyente denotando: elección (2 Corintios 1:21) y la presencia del Espíritu Santo en la vida (1 Juan 2:20, 27)
La unción ya la tenemos: “Vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas” (1 Juan 2:20).
Confesión positiva
La confesión positiva es el reconocimiento o dominio de situaciones deseables, lo desagradable puede evitarse cuidándose de no confesar lo negativo. Es la herejía que enseña que hay que tener “fe en la fe” de uno mismo. La fe es lo que “obliga la acción de Dios”. Al igual que César Castellanos se enseña los mismos postulados de la confesión positiva “Algo importante es escribir las metas y confesarlas, el diablo te va a decir: no confieses tu meta tal vez no la alcances… ten metas ambiciosas, que impliquen el esfuerzo de la fe, que vayan más allá de la lógica y al ir más allá de la lógica implica que te estás moviendo en la dimensión de la fe y cuando actúas en la fe Dios mueve los ángeles”.
Según esta postura, lo que la persona dice determina lo que recibirá y lo que llegará a ser. Por lo tanto, instruyen a la gente que se pongan a confesar a pesar de que lo que quieren puede no haber sido realizado. Si una persona quiere dinero, debe confesar que lo tiene aunque no sea verdad. Si una persona quiere sanidad, debe confesarlo aunque obviamente no sea el caso. Se enseña a los fieles que pueden tener lo que digan, y por este motivo se atribuye una gran importancia a la palabra hablada.
La verdad es que las cosas no suceden porque pronunciemos ciertas palabras, sino cuando Dios responde a la oración según su voluntad y su gracia, o interviene en las circunstancias conforme a su soberanía. La voluntad de Dios se puede conocer y puede ser reclamada por medio de la fe, sin embargo, el deseo del corazón no siempre es el criterio por el cual la voluntad del Señor se determina. El énfasis sobre la confesión positiva tiene la tendencia de incluir afirmaciones que hacen parecer que el hombre es soberano y Dios es el siervo. La Biblia dice: “Estad quietos, y sabed que yo soy Dios” (Salmo 46:10).
Visualización
Es otra área que tiene mucha similitud con las enseñanzas de César Castellanos. Al respecto también enseña que: “La fe va muy ligada a las visiones y los sueños, tu conquistas lo que alcances a visualizar, no sientas temor de pintar cuadros en tu mente, en tu interior, cuadros de fe. Dios quiere que entiendas el lenguaje. Cuando logras tener una imagen en tu corazón, en tu mente y la presentas al Señor, y le dices: Señor esta es la imagen, inmediatamente en el reino de los cielos esa imagen es proyectada con amplitud y el Señor le dice a sus ángeles, ángeles ayuden a que esto se haga una realidad lo más pronto posible…”
En primer término, las visiones y los sueños de que se habla aquí, poco tienen que ver con la fe bíblica. Tales sueños y visiones pueden ser utopías nacidas de ambiciones personales, mientras que la fe bíblica siempre se apoya en una promesa de Dios. Es una falsa afirmación la declaración de que siempre se conquista lo que se alcanza a “visualizar”. Miles de casos conocidos indican lo contrario. El esfuerzo del creyente no debe dirigirse a la conquista de sus sueños, sino a la obtención de las promesas de Dios. En segundo lugar, es completamente inexacto, que si tengo una imagen en mi corazón y se la presento al Señor, de inmediato se proyecta amplificada en el cielo y Dios ordena a sus ángeles que “ayuden a que esto se haga una realidad lo más pronto posible”.
La visualización y los sueños es una práctica enfermiza ya que confía en la mente humana y se relaciona con las prácticas del ocultismo de la Nueva Era.
El secreto de éxito ministerial no surge cuando la imagen en nuestro corazón se proyecta en el cielo, sino cuando la imagen del cielo-concebida y diseñada por Dios se proyecta en nuestro corazón. La Biblia asegura que “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. (Filipenses 2:13).
Cartografía Espiritual
Esta falsa doctrina de la cartografía espiritual o mapeo espiritual enseña que para ganar “la guerra espiritual” es imprescindible la investigación geográfica e histórica con “discernimiento espiritual” y conocer los nombres de los demonios y el poder que ostentan.
Se enseña la existencia de “espíritus territoriales” Su argumento es que existe una línea jerárquica de demonios (entidades y potestades, etc.) a quienes se les ha asignado áreas geográficas específicas.
Para algunos estudiosos bíblicos, las enseñanzas y prácticas de la cartografía espiritual es el resurgimiento del viejo animismo con su misticismo y superstición.
Es erróneo atribuir a los demonios: territorios, lugares, naciones, etc. Porque “de Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan” (Sal. 24:1; 72:19; 89:11).
Sobre el “mapeo espiritual”, el único pasaje al respecto en el Antiguo Testamento es Daniel capítulo 10, en el que se basan para hablar de este tema. Pero haciendo un estudio serio e imparcial, es fácil entender que el objetivo principal de este pasaje es revelar a Daniel una visión de los acontecimientos finales con relación al pueblo de Israel; pero no es ninguna enseñanza o exhortación de parte de Dios para investigar las áreas de jurisdicción de los espíritus malignos para elaborar mapas, ni que se conozca los nombres ni rangos de los demonios territoriales 1 Timoteo 1:4; Tito 3:9, ni tampoco el trasfondo histórico de la ciudad.
En ningún lugar del Nuevo Testamento se trasmite información sobre espíritus territoriales, ni existen precedentes de “guerra estratégica” contra los demonios tal como enseña esta teología, sino sólo en el ámbito personal. No vemos a Pablo y los demás apóstoles buscando y atando al “hombre fuerte”, no anduvieron identificando espíritus para llamarlos por su nombre ni ubicando territorios de su posesión. Cuando se presentó el caso, los demonios fueron echados por la autoridad divina, en el nombre de Jesús. No tenemos que temer, la Palabra de Dios dice: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
La Biblia no nos manda ir en busca de demonios, actividad demoníaca o estar procurando atar al “hombre fuerte.” Efesios 6 nos exhorta a ponernos toda la armadura de Dios.
Esta teología hace demasiado énfasis en la demonología, tomando en poco la naturaleza pecaminosa del hombre como la causa esencial de los males de la humanidad (Romanos 8:5-8; 1 Juan 2:16).
Posesión de demonios en los cristianos
Esta falsa enseñanza de que los cristianos pueden ser poseídos por demonios es totalmente contraria a lo que las Escrituras nos declaran con relación al desarrollo espiritual del creyente y su posición en Cristo. Es claro en la Palabra de Dios que un genuino creyente no puede ser poseído o controlado por demonios pues… “Aquél que fue engendrado por Dios le guarda y el maligno no le toca.” y hemos sido trasladados de la potestad de las tinieblas al reino del amado Hijo (1Juan 5: 18, Colosenses 1:13).
El apóstol Pablo, por su parte, no tiene dudas en cuanto a que el creyente ha sido redimido totalmente, y por ende tiene la libertad y la capacidad de servir a Dios desde el momento de su conversión, sin necesidad alguna de ser liberado de demonios ya que la posibilidad de posesión demoníaca es nula. Cuando Pablo afirma que nuestros cuerpos son miembros de Cristo (1 Co. 6:15) no se está refiriendo al cuerpo de Cristo como la Iglesia, sino a la relación individual de cada cristiano con Jesús mismo. La noción es ratificada en el verso siguiente, donde Pablo expresa que el que se une con una ramera es un cuerpo con ella (1 Co. 6:16). La unión del creyente con Cristo es total, integral, indisoluble e indivisible. No sólo somos parte del cuerpo del Señor sino que también somos un espíritu con él (1 Co. 6:17). Estamos unidos a él en cuerpo y espíritu. Reiteramos, el cuerpo físico de cada creyente se ha unido al cuerpo mismo de Cristo resucitado de la muerte. Esto significa que no sólo el espíritu del cristiano ha sido transformado, sino también todo su ser.
Así como es imposible que un demonio pueda invadir el cuerpo físico y glorificado de Jesucristo, es imposible que el cuerpo de un creyente pueda ser penetrado por los demonios, en virtud de su unión con Cristo. El apóstol Pablo entendió mejor que nadie la doctrina de la Unión con Cristo, la que en sí misma facilita una comprensión integral de la salvación del cristiano. Por ello el lema de Pablo en sus epístolas fue siempre EN CRISTO, consigna que usó más de cincuenta veces en sus epístolas.
Estas son las razones por las que la enseñanza de la posesión de demonios en los cristianos no tiene base bíblica:
1. El Espíritu Santo mora en todo creyente (Jn. 14:17; Hch. 5:32; Ro. 8:11; 1 Co. 3:16; 6:19; 2 Co. 6:16; 1 Tes. 4:8; 2 Ti. 1:14).
2. El Espíritu Santo hace residencia en la vida del creyente en el momento que éste es salvo (regenerado o nacido de nuevo), no importando cuán imperfecto o inmaduro sea el nuevo creyente.
3. La luz no puede tener comunión con las tinieblas (2 Co. 5:14-16; 1 Tes. 5:5)
4. No existen instrucciones en las epístolas (cuyo objetivo fue instruir a los creyentes en todo aspecto de la vida cristiana), ni ejemplos en los Evangelios de posesión demoníaca en los cristianos.
Teología del “Reino Ahora” o del “Dominio”
La teología del “Reino Ahora” o del “Dominio” enseña que la única manera de que el mundo pueda ser rescatado, debe ser a través del poder temporal y terrenal previamente incautado por la Iglesia al mundo. Sólo después de que de ese modo el mundo haya sido rescatado, podría entonces regresar el Señor Jesús. Muchos lo espiritualizan diciendo que la Iglesia establecerá el Reino en este mundo con el poder de lo Alto. Con ello niegan el rapto o arrebatamiento de la Iglesia y se mofan de la promesa del regreso inminente de Cristo (2 Pedro 3:3,4).
Esta teología impulsa a la Iglesia para que participe activamente en la política, buscando establecer por medio de la conquista del poder gubernativo el reino de Dios aquí y ahora.
Cristo nunca enseñó que la Iglesia sería parte de los sistemas políticos de este mundo. Los hombres son los que están procurando trastocar su verdadera misión.
Los protagonistas de esta teología olvidan que todos los gobiernos humanos, con sus sistemas ideológicos, son pasajeros y efímeros, por lo que la Iglesia corre el riesgo de perder su identidad eterna si entra en relaciones con estos, pues tarde o temprano se comprometerán con el sistema dominante.
El propósito esencial de la teología del “Reino Ahora” es tomar el dominio sobre la tierra, y establecer por medio de la Iglesia un gobierno humano perfecto. Pero ésta y cualquier otra teología están fuera de la realidad bíblica sobre el plan de Dios, porque el Reino de Dios no es, en sentido absoluto, un sistema político establecido por el hombre aquí y ahora. Jesús afirmó: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). El Reino actual es el reino o gobierno de Jesús en el corazón humano que lo recibe (Lucas 17:21); es espiritual e interno. El Reino futuro (Apocalipsis 12:5,10) es literal y visible; el diablo y la muerte misma serán destruidos (Apocalipsis 20:10,14).
Contrariamente a lo postulado por los que creen que la Iglesia está aquí para establecer el Reino aquí y ahora, y que hasta que la tierra no esté llena del conocimiento de Dios, el Señor Jesús no volverá, Éste, en el Monte de los Olivos, profetizó acerca de la tremenda maldad, rebelión y hasta negación del verdadero Evangelio que iba a ir ocurriendo en crecimiento hasta Su venida en gloria (Mt. 24:3-26)
Mas como en los días como los de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24: 37)
Esta concepción escatológica sin embargo, no debe hacer olvidar la responsabilidad social de la Iglesia, ni tampoco limitar su influencia como “sal” y “luz” (Mateo 5:13-16). Hemos de ser conscientes que la Iglesia y el mundo son dos comunidades radicalmente distintas entre sí como la luz y la oscuridad o la sal y la descomposición; pero los cristianos, para ser de alguna ayuda a la sociedad no cristiana, como “sal” deben penetrar en la carne y como “luz” brillar en la oscuridad (1 Pedro 2:11-17).
La Iglesia Evangélica posesionada de los principios morales y espirituales de Cristo debe influir en la sociedad y el gobierno, pero no como Iglesia identificada con algún partido político, para no politizar el Cristianismo eclipsando su preocupación central, que es la redención del hombre mediante una profunda y personal experiencia con Dios.
CONCLUSION:
No podemos ni debemos ignorar las amenazas y las herejías que se están infiltrando en la Iglesia del Señor, a través de falsos pastores y maestros que encubiertamente están introduciendo falsas enseñanzas y herejías destructivas y con ello llevando por caminos de perdición a quienes los siguen ciegamente sin verificar si esas enseñanzas y esas supuestas nuevas visiones son conforme a la palabra de Dios.
Debemos de tener cuidado con cualquier persona, aunque sea el pastor o ministro más famoso de nuestros tiempos, sobre todo cuando viene anunciando algo novedoso o una supuesta nueva visión.
Tenemos que tener sumo cuidado con toda corriente nueva, o cualquier supuesta visión que cambie los principios fundamentales de la sana doctrina, o mejor dicho que altere las verdades del Evangelio. Debemos de estar claros, que no son los métodos los que dan un verdadero crecimiento a la iglesia; el que da el crecimiento es el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. (1 Corintios 3:6).
Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (Gálatas 1:8)
Para no equivocarnos y poder distinguir lo verdadero de lo falso, “tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro”, nos recuerda el apóstol Pedro (2 Pedro 1:19).
Ante la falsa piedad y engaño de los falsos pastores y maestros apostatas que enseñan un falso evangelio, defendamos la fe con valor. “También debes saber esto: Que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos..., que (muchos) tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3:1,5); “...me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”
(Judas 3).
Dios les bendiga.
por Yamilet
1 comentario:
Saludos y Bendiciones!!
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