Los hogares cristianos están siendo invadidos por los medios de comunicación (radio, televisión, prensa escrita y ahora último internet), en particular las revistas, las películas, los videos y la televisión son las que promueven la desnudez y las actividades sexuales ilícitas a una velocidad alarmante; se jactan de que las imágenes y los relatos se harán cada vez más explícitos en los meses siguientes, en la "cultura" (ropa, música, "arte", bailes), en el lenguaje y la forma de divertirse.
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El efecto de la pornografía es negativo sobre el concepto que el varón tiene de las mujeres y del lugar que ocupa el sexo en la relación de hombre-mujer es devastador, incluso en opinión de muchos científicos seculares.
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La pornografía motiva las fantasías, permitiendo que los hombres conviertan mentalmente a las mujeres solo en "carne" y sin sentimientos.
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La pornografía degrada a las mujeres y hoy en día al hombre de igual forma; mostrar cómo las mujeres son seducidas, desnudadas y tratadas como animales constituye un repugnante ataque contra su dignidad. Jesús elevó el papel y la dignidad de las mujeres, de modo que los cristianos sienten repulsión cuando se atenta contra su dignidad en los materiales pornográficos. Aunque en la actualidad la pornografía incursiona en el sector femenino de la sociedad, es un problema mayormente de hombres, sobre todo de solteros.
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Por otro lado la pornografía es una ayuda para la masturbación. Lo único que el afectado tiene en su mente son imágenes de individuos apareándose como animales (aunque parezca muy duro decirlo).
¿Cómo aprenderás que el amor es lo que estimula la vida sexual, si solo eres inundado de información errónea?
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La pornografía en sí es un crimen; sus víctimas están por todas partes, pues esta incita a las personas que en su imaginación cometan adulterio mental o fornicación; produce deseos contrarios a la voluntad que Dios tiene para nuestra vida; aviva las pasiones y la excitación sexual, especialmente en los hombres, haciéndoles peligrosos en potencia para las mujeres y los niños.
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Cuando cedemos a nuestros apetitos sexuales y comenzamos a ver videos, películas y revistas explícitas o por internet, descubrimos que la pornografía causa adicción. Nos hace desear más y más materiales, y al igual que el alcohol y las drogas, destroza vidas. Luego comienza nuestra lucha con esta adicción que paraliza nuestra espiritualidad, pervierte nuestra forma de ver el mundo, deforma nuestra vida social y destruye cualquier posibilidad de que Dios nos utilice.
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Preocupante es el daño que la misma causa a los que quedan atrapados en ella, ya que la pornografía es adictiva.
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Los adictos a la pornografía están convencidos de que todas las mujeres se pasan el día ansiando mantener relaciones sexuales. Si una mujer se resiste, lo que quiere en realidad es que el hombre se imponga a ella y la tome por la fuerza; de ahí por qué tantos delitos de violaciones, adulterio, pedofilia, sadismo, y una innumerable lista.
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Es muy difícil poder dejar la pornografía. La lujuria consume, aunque no satisface. La pornografía promete todo, pero no da nada; la adicción jamás será comprendida en su intensidad por aquellos que no han estado atados, tampoco el deseo que sienten los adictos. Se debe ser lo más comprensivo y compasivo posible, ya que son hijos de Dios que tienen mucha importancia para Él y que han cruzado sin querer esa línea invisible. Son esclavos de una forma de vida que los conduce a la aflicción y la ruina, y no saben cómo dejarla.
FUENTE AMEN-AMEN
sábado, 2 de mayo de 2009
Consecuencias del consumo de pornografia
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