jueves, 23 de abril de 2009

La Santa Cena y el domingo en la Iglesia primitiva.


La Cena del Señor o Eucaristía (Nota: Los primitivos cristianos griegos la llamaban Eucaristía, que significa: "reconocimiento", "agradecimiento", esto es, "Acción de Gracias"). Los primeros cristianos tomaban el pan y el vino (siendo el "vino" vino mezclado con algo de agua y no mosto -incluso alguno (para mí exagerado) tilda de herejes a los que usaban mosto-) cada día del Señor o Domingo. La "Santa cena" o "Partimiento del pan" se solía celebrar tras una comida o "ágape" fraternal. Se tomaba el Pan y se partía en recuerdo del Cuerpo de Cristo que dio Su Vida por todos nosotros en la cruz -no se traían los trocitos de pan ya partidos, lo cual no es "partir el pan"- y se tomaba después una copa -y no muchas copas pequeñitas como se hace hoy en algunos sitos- de la cual bebían todos los bautizados. Por supuesto ni se les ocurría pensar que estos elementos se transubstanciasen o cosa parecida, pero tampoco lo tomaban nada a la ligera. Se sabe que en algunas congregaciones paleocristianas ni siquiera se permitía a los no bautizados estar presentes en el momento de partir el pan (no quiere decir que haya que hacer esto hoy en día) ¡cuanto menos tomar de él! Como digo, se partía el pan tras orar por él y se repartía entre los hermanos, después se pasaba una copa de la que bebían todos. Veamos algunos textos al respecto:

"En cuanto a la acción de gracias eucarística, dad gracias de esta manera. Primero, por lo que se refiere a la copa: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa vid de tu hijo David, la cual nos has dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás. Luego, por lo que respecta al pan partido: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y conocimiento que Tú nos has dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás. Tal como este pan partido estaba esparcido por las montañas y al ser juntado pasó a ser uno, así también que tu Iglesia pueda ser juntada de todos los extremos de la tierra en tu reino; porque tuya es la gloria y el poder por medio de Jesucristo para siempre jamás.
  Pero que ninguno coma o beba de esta acción de gracias eucarística, a menos que haya sido bautizado en el nombre del Señor; porque respecto a esto también ha dicho el Señor: No deis lo santo a los perros. Y después, cuando estéis satisfechos, dad gracias así: Te damos gracias, Padre Santo, por tu santo nombre, porque Tú has puesto tu tabernáculo en nuestros corazones, y por el conocimiento y fe e inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de tu Hijo Jesús; tuya es la gloria para siempre jamás. Tú, Señor Todopoderoso, creaste todas las cosas por amor a tu nombre, y diste comida y bebida a los hombres para que disfrutaran de ellas, y para que pudieran darte gracias a Ti; pero nos has concedido alimento y bebida espiritual y vida eterna por medio de tu Hijo. Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso; tuya es la gloria para siempre jamás. Recuerda, Señor, a tu Iglesia para librarla de todo mal y para perfeccionarla en el amor; y recogerla de los cuatro vientos -tu Iglesia que ha sido santificada- en tu Reino que has preparado para ella; porque tuyo es el poder y la gloria para siempre jamás. Que venga la gracia y que pase este mundo. Hosanna al Dios de David. Si alguno es santo, que venga; si alguno no lo es, que se arrepienta. Maranatha. Amén. Pero permitid a los profetas que ofrezcan acción de gracias tanto como deseen" (La Didaké o Doctrina de los  Apóstoles 9 y 10)

"Y en el día del Señor congregaos y partid el pan y dad gracias, confesando primero vuestras transgresiones, para que vuestro sacrificio sea puro. Y que ninguno que tenga una disputa con su compañero se una a la asamblea hasta que se haya reconciliado, para que su sacrificio no sea mancillado; porque este sacrificio es aquel del que habló el Señor: En todo lugar y en todo tiempo ofrecedme un sacrificio puro; porque yo soy un gran rey, dice el Señor, y mi nombre es maravilloso entre las naciones" (La Didaké o Doctrina de los  Apóstoles 14)

"Después del baño (del bautismo), llevamos al que ha venido a creer y adherirse a nosotros a los que se llaman hermanos, en el lugar donde se tiene la reunión, con el fin de hacer oraciones en común por nosotros mismos, por el que acaba de ser iluminado y por todos los demás esparcidos por todo el mundo, con todo fervor, suplicando se nos conceda, ya que hemos conocido la verdad, mostrarnos hombres de recta conducta en nuestras obras y guardadores de lo que tenemos mandado, para conseguir así la salvación eterna. Al fin de las oraciones nos damos el beso de paz. Luego se presenta pan y un vaso de agua y vino (Como ya hemos dicho en otras ocasiones, en este texto y otros muchos de la antigüedad cristiana se insiste en que la Santa Cena se realiza con Vino mezclado con Agua, y no con mosto) al que preside de los hermanos, y él, tomándolos, tributa alabanzas y gloria al Padre de todas las cosas por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, haciendo una larga acción de gracias por habernos concedido estos dones que de él nos vienen. Cuando el presidente ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente asiente diciendo Amen, que en hebreo significa «Así sea». Y cuando el presidente ha dado gracias y todo el pueblo ha hecho la aclamación, los que llamamos ministros o diáconos dan a cada uno de los asistentes algo del pan y del vino y agua sobre el que se ha dicho la acción de gracias, y lo llevan asimismo a los ausentes.

Esta comida se llama entre nosotros eucaristía, y a nadie le es licito participar de ella si no cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño del perdón de los pecados y de la regeneración, (Ya hemos dicho en otro sitio que los primitivos cristianos no daban la Santa Cena a los no bautizados, y que en algunos casos ni siquiera les permitían participar de la reunión donde éste se celebraba) viviendo de acuerdo con lo que Cristo nos enseñó. Porque esto no lo tomamos como pan común ni como bebida ordinaria, sino que así como nuestro salvador Jesucristo, encarnado por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así se nos ha enseñado que en virtud de la oración del Verbo que de Dios procede, el alimento sobre el que fue dicha la acción de gracias -del que se nutren nuestra sangre y nuestra carne al asimilarlo- es el cuerpo y la sangre de aquel Jesús encarnado. Y en efecto, los apóstoles en los Recuerdos que escribieron, que se llaman Evangelios, nos transmitieron que así les fue mandado, cuando Jesús tomó el pan, dio gracias y dijo: «Haced esto en memoria mía»... (No debemos usar esta cita para pensar que los primitivos cristianos creían en la doctrina romanista de siglos posteriores de la "Transubstanciación", se ocupa Justino de dejar claro que lo que los apóstoles les enseñaron fue un "memorial". Tampoco debemos tomar la santa cena a la ligera) (Apología de Justino 65-66, año 155 d.C.)

¿Sábado o Domingo? Si bien las primitivas congregaciones de judeocristianos se reunían el sábado y el domingo indistintamente, desde el siglo I y ya todo el II se celebraba el primer día de la semana o Domingo -Día del Señor o día Dominical- (primero de la semana, frente al sábado que es el séptimo) como símbolo de un primer día de la Nueva Creación que Cristo comenzó como primicia al resucitar de los muertos. El hecho de que después Constantino impusiese el día de Domingo y que éste coincidiese con el día del culto al dio sol pagano (al que Constantino adoraba-ver estudio al respecto en el siglo IV-) es una absoluta casualidad, como leeremos abajo que dice Tertuliano a finales del siglo II y principios del III más de un siglo antes de Constantino, y que le vino muy bien a dicho emperador para atraer al culto pagano-cristiano que él fundó a los gentiles, y que hoy es usada como argumento "antidominical" por ciertos sectores sabatistas y/o judaizantes. En todo caso, como hemos comentado, al parecer los primitivos judeocristianos siguieron celebrando el sábado en tanto que judíos y el domingo en tanto que seguidores del Mesías resucitado en dicho día.

"Por último, les dice: Vuestros novilunios y vuestros sábados no los aguanto.Mirad cómo dice: No me son aceptos vuestros sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos" Epístola de Bernabé 15:8)

"Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor (domingo)en que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte" (Ignacio de Antioquia, a los Magnesios 9:1)

"Ya no mandará guardar un día de descanso al que todos los días observa el sábado, es decir, al que rinde culto a Dios en el templo de Dios que es el cuerpo del hombre y practica siempre la justicia" (Ireneo de Lión, Demostración de la predicación Apostólica 96)

"Nos reunimos todos el llamado día del sol (el domingo) porque es el primer día de la semana, después del sábado judío, en que Dios, sacando la materia de las tinieblas creó el mundo; y ese mismo día Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos" (Justino Mártir, Apologético 1:67)

"...y asimismo, si nos damos a la alegría el día del sol (el domingo), por razón muy distinta que la de tributar culto al sol, seguimos en ello a los que designan el día de Saturno (el sábado) a comer y descansar, sin seguir por ello la costumbre judía que desconocen (de guardar el Shabat)..." (Tertuliano, Apologético. Cap. XVI)

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