4- Dominio Bizantino (313-636 d.C.): En este tiempo tras la división del imperio Romano por Constantino, el verdadero fundador de la institución que vendría a ser llamada más tarde Iglesia Católico-Romana (verwww.cristianismo-primitivo.org el estudio al respecto en el siglo IV), que se consumó en 395 d.C. tras su muerte, la tierra del pueblo de Israel será parte del imperio Bizantino.
No hay ningún reino o estado palestino en esta tierra en esta época.
5- Dominio musulmán (636-1099 d.C.): En esta época, con la aparición de la nueva religión predicada por Mahoma, los invasores musulmanes toman la tierra aprovechándose de la debilidad y decadencia del imperio Bizantino. Dejan entrar otra vez a los judíos que vivían desde siempre en la tierra de Israel en Jerusalén. Tras algunos siglos en los que el centro espiritual del judaísmo se había establecido en Persia y Babilonia, donde residía el Exiliarca o jefe espiritual de los judíos en el exilio y los dos “Gaones” (jefes espirituales de las academias de Sura y Pumbedita). Durante los siglos VII y VIII este centro espiritual comenzó a desplazarse hacia tierra de Israel, donde florecieron las llamadas academias Tiberienses en la zona de Tiberiades (vemos una vez más que nunca ha dejado de haber presencia judía, y por cierto numerosa, en la tierra ancestral de Israel). Es en esta época donde nace el complejo sistema de puntos y diacríticos para aclarar el texto bíblico (hasta entonces sin vocales a la usanza de hebreo antiguo) llamado Masora (de ahí el llamado “Texto Masorético”). En esta época la comunidad judía en Israel sufre un constante y creciente aumento, siendo numerosos los judíos procedentes de Sefarad (España) que emigran a Israel (varios siglos antes de la expulsión de los Reyes católicos). Hay que decir que en esta época la población mayoritaria en Israel era la cristiana y tras ella la judía. Con la invasión de los musulmanes, que en su política hacia los judíos los protegen en algunas épocas y los persiguen en otras, a fines del siglo XI la comunidad judía en la Tierra había disminuido nuevamente de manera considerable debido a las luchas entre musulmanes Fatimíes y Turcos y había perdido algo de su cohesión organizativa y religiosa. El Gaonato de Jerusalén, que durante unos siglos había vuelto a dirigir el judaísmo desde la cuidad de David, pierde también su posición preponderante en el siglo XI y desaparecerá totalmente tras la llegada de los salvajes cruzados.
Ningún árabe en esta época se hace llamar “palestino” ni pretende establecer un reino o país con este nombre.
6- Los cruzados (1099-1291 d.C.): Época negra para los judíos, cristianos orientales y musulmanes, que son masacrados a cientos de miles por los católico-romanos cruzados que fueron a Israel enviados por el papa Urbano II en nombre de un falso “cristo” romano al blasfemo grito de “Dios lo quiere” (y que permanecen hasta hoy -aún existen logias cruzadas católico-romanas- en Jerusalén como se observa en la foto -tomada en el “Santo Sepulcro” de dicha ciudad haciendo ostentación de dicho lema). Muchos judíos, en un principio, fueron asesinados o llevados como esclavos a Europa, pero después los cruzados comprendieron que necesitaban de las granjas agrícolas judías para su sustento y aprovisionamiento, por lo que muchos judíos consiguieron huir desde las peligrosas ciudades conquistadas por los cruzados y refugiarse en los campos. Después, a lo largo del siglo XII, la actitud de los cruzados se hizo algo más benevolente hacia los judíos permitiendo a éstos volver de los campos de las tierras de Israel a establecerse en ciudades como Ascalón, Cesarea, Tiro, Acre, etc. El conquistador Godofredo de Bouillon que conquistó Jerusalén con un auténtico baño de sangre impidió después, y durante largo tiempo, la entrada de judíos y musulmanes a la Ciudad Santa. El célebre médico y Talmudista Maimónides (Rabbi Moshe ben Maimón o RaMBaM para los judíos) arribó en estas fechas a Israel desde su Sefarad (España) natal y logró penetrar en la Ciudad de David en octubre de 1166 d.C. (o 4926 Era judía) a escondidas con el objeto de visitarla, haciendo lo mismo después en Hebrón donde visitó la cueva de los patriarcas judíos. Es en esta época cuando, en 1210 d.C. liderados por el Rabbi jefe de la academia de Lunel Yonatan ben David ha-Kohen, trescientos rabinos judíos de Francia e Inglaterra junto a sus familias emigran a Israel (como vemos la vuelta a su tierra de Israel de los judíos no es cosa de los sionistas del siglo XIX y XX como nos quieren hacer creer) .
No hay tampoco en esta época un estado o reino palestino.
7- Dominio mameluco (1291-1516 d.C.): Tras la invasión de los musulmanes Mamelucos, la Tierra pasó a ser una retrasada provincia gobernada desde Damasco. Hacia fines de la Edad Media la comunidad judía en la tierra de Israel estaba agobiada por la pobreza.
No hay estado o nación llamada Palestina.
8- Dominio Turco-otomano (1517-1917 d.C.): Al comienzo de la era otomana en el siglo XVI, aproximadamente 1.000 familias judías vivían en el país, en su mayoría en Jerusalén, Nablus (Shjem), Hebrón, Gaza, Safed (Tzfat) y las aldeas de la Galilea (Se hace necesario decir que no había muchos más árabes). La comunidad estaba integrada por descendientes de los judíos que nunca abandonaron la Tierra, así como por inmigrantes de Noráfrica y Europa (Expulsados por los reyes católicos, etc.). A lo largo de los siglos de dominación Turca, el número de judíos en Israel es cada vez más creciente, especialmente llegados huyendo de los pogromos antisemitas de la Rusia zarista y otras zonas de Europa. Estos judíos comenzaron a comprar tierras y pusieron en marcha prósperas explotaciones agrícolas. Mientras tanto en estos años el movimiento sionista en Europa sueña con establecer un estado judío en las tierras del rey David. Este dominio acaba con la primera guerra mundial (los turcos fueron aliados de los alemanes).
No hay estado palestino o árabe tampoco en esta época.
9- Dominio británico (1918-1948 d.C.): Tras la primera guerra mundial, con la derrota de los Turcos aliados de Alemania, en julio de 1922, la Liga de las Naciones encomendó a Gran Bretaña el Mandato sobre Palestina (el nombre con el que se conocía entonces la región que comprendía la actual Jordania y la Transjordania o actual Israel y “los territorios ocupados”). La provincia de Palestina pasa a ser parte del imperio británico. Más tarde, reconociendo “la histórica conexión del pueblo judío con Palestina”, Gran Bretaña fue llamada a facilitar el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina-Eretz Israel (Tierra de Israel). Dos meses más tarde, en septiembre de 1922, el Consejo de la Liga de las Naciones y Gran Bretaña resolvieron que las disposiciones para el establecimiento de un hogar nacional judío no regirían en el área al este del Río Jordán (futuro Reino de Jordania, hasta entonces inexistente: un invento occidental), que constituía tres cuartas partes del territorio incluido en el Mandato y que eventualmente se convirtió en el Reino Hashemita de Jordania (una invención inglesa).
Tampoco hay en esta época ningún estado palestino o árabe.
10- El Sionismo y el Holocausto: El Sionismo, al que los países árabes y pro árabes sujetos en muchos casos a la esclavitud del petróleo árabe-musulmán quieren hoy presentar como “racismo”, no es más que la reflexión que se desarrolla como consecuencia de las persecuciones y holocaustos milenarios por parte de las naciones gentiles contra los judíos (Egipcios con Moisés, Asirios, Babilonios, Imperio Romano, Iglesia católico-Romana en Europa en la Edad Media, los zares rusos y sus pogromos o matanzas de judíos en el siglo XIX, el incipiente nazismo, etc. etc.) y que plantea la necesidad de definir la identidad de los judíos en el mundo moderno y la necesidad de establecer a los judíos en su tierra ancestral de Eretz Israel.
El antisemita Hajj Amin al Husseini, Gran Muffti de Jerusalén y aliado de los Nazis, que fue el tío de Yassir Arafat. En la foto con un soldado Bosnio Musulmán de las Waffen SS. Como vemos el odio y antisemitismo musulmán hacia los judíos es anterior al establecimiento del Estado de Israel que hoy les sirve de excusa.
Figura destacable del sionismo en el siglo XIX fue Teodoro Herzl, al que se considera el fundador del moderno sionismo. Los sionistas compraron entonces durante estos años grandes extensiones de tierras desérticas e incultivadas a precios desorbitados en Israel a los diferentes caciques árabes que no veían ningún valor en las mismas.
Comenzaron a cambiar por medio de duro trabajo y una inquebrantable fe la fisonomía de estas desoladas tierras y a hacerlas fértiles estableciendo los famosos Kibbutz o granjas autogestionadas.
Hoy en día el visitante que vaya a esta tierra verá bosques a un lado de una carretera que al otro lado es desierto, cultivos de cítricos donde antes había eriales y pantanos y cosas similares que demuestran la diferencia entre el Dios de Israel que nos hace Hijos suyos y nos da libertad de escoger y forjar nuestro futuro y el dios del Islam, que en vez de hijos tiene esclavos que deben aceptar lo que les venga sin posibilidad de poder cambiarlo, bueno o malo, como voluntad de dicho dios.
El movimiento Sionista tuvo todo el derecho y necesidad de ser creado ya que poco después, en Europa, seis millones de judíos son sistemáticamente asesinados por la nación de Alemania en un proceso de muerte industrial. En esta guerra murieron en total unos 50.000.000 de personas en Europa.
Los obispos católico romanos alemanesapoyaron abiertamente el movimiento nazi. El arzobispo Konrad Grober escribió en 1941 una carta pastoral acusando a los judíos de ser los asesinos de Cristo y sugería que el actual “destino fatal” que estos sufrían no solo “estaba justificado” sino que era además la consecuencia de la maldición que “ellos mismos se habían impuesto”
Es un insulto a la inteligencia, una muestra asquerosa de antisemitismo y un oprobio a los millones de víctimas del nazismo comparar hoy la represión del estado de Israel con los “Palestinos” al nazismo que produjo tal cantidad de muertes en Europa.
Es de justicia por ello recordar que desgraciadamente el Vaticano, con el papa Pío XII a la cabeza, firmó un concordato con el dictador fascista Mussolini en 1929 y otro con el nazi Hitler en 1933. El papa Pío XII jamás excomulgó al católico Hitler ni a sus católicos colaboradores (la mayor parte de los altos dirigentes el partido nacional-socialista y los colaboradores de Hitler eran de esa religión), ni levantaría la voz para condenar claramente el Holocausto o ayudar a los judíos.
Al respecto de su política antijudía y Roma, Hitler mismo afirmó el 26 de abril de 1933 en una reunión con el obispo católico-romano Wilhelm Berning de Osnabrük y monseñor Steinmann (prelados representantes de la iglesia romana en Alemania) que “me limito a hacer a los judíos lo que la iglesia católico-romana lleva haciendo 1.600 años“. Hemos de reconocer que al menos Hitler conocía bien la historia. Los prelados católico-romanos citados describieron más tarde sus charlas con Hitler como “cordiales y directas“. Sin comentarios.
Curiosamente, el dictador católico-romano español Franco, que ayudó a escapar a un gran número de judíos sefardíes europeos del Holocausto dándoles la nacionalidad española, y que evitó que España interviniese en la II Guerra Mundial como aliada de los genocidas Alemanes es el único que duró 40 años en el poder.
Las peores atrocidades documentadas en la segunda guerra mundial fueron cometidas por los monjes soldados católicos-romanos de la Ustashi
o Ustasha croata, que habían cambiado en muchos casos la sotana por el uniforme -se puede buscar numerosa documentación al respecto en Internet- liderados por el católico Ante Pavelic contra serbios y judíos en los Balcanes (búsquese sobre este siniestro personaje en Internet para saber más del asunto). La iglesia Romana ayudó en los días inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial a escapar a Sudamérica a numerosos criminales de guerra para evitar así que fuesen juzgados y que hablasen de lo que el Vaticano sabía y había hecho. No se trata de hacer aquí apología anticatólica, sino de decir las cosas que sucedieron y que se pueden comprobar muy fácilmente para que (ojalá) nunca más se vuelvan a repetir.
Reflexione el lector porqué en el reciente conflicto de los Balcanes (de los años 90′ del siglo XX), las dos primeras naciones que se apresuraron a reconocer el estado católico Croata fueron el Vaticano y Alemania, y porqué a raíz de este hecho los Serbios (ortodoxos) comenzaron a ser presentados como los genocidas y los “malos” del conflicto. Como consecuencia de esta guerra aparece la primera nación musulmana europea: Bosnia.
Hoy en día la nación confesional del Vaticano es una de las pocas naciones en el mundo que no tiene relaciones diplomáticas con Israel y que sigue sin reconocer a este estado y su capital en Jerusalén.
En cierta ocasión leí: “Cuando Roma está en la minoría, es tan tierna como un cordero; cuando está en igualdad de posiciones, es tan astuta como un zorro; y cuando está en la mayoría, es tan feroz como un tigre”. Creo que esta es una descripción exacta de ciertas lamentables actitudes del catolicismo-romano (reconozcámoslo) a través de la historia. Ya decían los masacrados cristianos Valdenses
Franceses en el siglo XI aquello de que “Entre el bando de los perseguidores y de los perseguidos, la Verdadera Iglesia siempre ha estado del lado de los perseguidos”. Diferenciamos aquí entre la Institución histórica llamada Iglesia Católica Romana y el pueblo de Dios o Iglesia que pueda haber en la misma (ver los primeros versículos del capítulo 18 del Apocalipsis). En justicia diremos que nadie se escapa de esta macabra lista de “dar ‘leña’ al judío”: Lutero el reformador se volvió furibundamente judeófobo al final de su vida y su último libro titulado “Contra los Judíos” (donde al parecer llega a hablar de forzarlos a convertirse al cristianismo o quemarles las sinagogas) fue usado también como justificación de su política antisemita por los nazis. Como vemos, aquí nadie se libra, y “quien esté libre de pecado, tire la primera piedra”…
No olvidar también la otra cara de la moneda, y recordar también como hubo muchísimos protestantes y muchos católicos que pese a las amenazas que pesaban sobre sus vidas, ayudaron a los judíos.
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