martes, 6 de septiembre de 2016

Gehena mal traducido infierno


Gehena
Del Libro La Cristiandad Estraviada
por Robert Roberts



Hay otra palabra traducida como "infierno" en la Biblia Reina-Valera de 1960, que no se refiere al sepulcro, pero que tampoco apoya la creencia tradicional. Esta palabra es gehena. Aparece en los siguientes pasajes: Mateo 5:22,29,30; Mateo 10:28; Mateo 18:9; Mateo 23:15,33; Marcos 9:43,45,47; Lucas 12:5; Santiago 3:6. En realidad, la palabra no se debió traducir. Es un nombre propio, y como todos los otros nombres propios, sólo se debió trasliterar. Es un compuesto griego que significa "el valle de Hinom." Calmet, en su Diccionario Bíblico, la define del siguiente modo:
GEHENA o valle de Hinom (ver Josué 15:8; 2 Reyes 23:10), un valle contiguo a Jerusalén, a través del cual pasaban los límites sureños de la tribu de Benjamín.

En tiempos antiguos el valle se usaba para la adoración del dios pagano Moloc, al cual Israel, lamentablemente mal guiado, ofrecía sus hijos en holocausto. Josías, en su celo contra la idolatría, dejó el valle a merced de la contaminación y lo designó como repositorio de la mugre de la ciudad. Se convirtió en el receptáculo de la basura en general, y recibía los cadáveres de hombres y bestias.

Para consumir la basura e impedir la pestilencia, en él se mantenía fuego ardiendo perpetuamente. En los días de Jesús, la mayor marca de ignominia que el consejo de los judíos pudiera infligir era ordenar que un hombre fuese echado al Gehena. En una de las profecías de Jeremías acerca de la restauración judía, la aniquilación de este valle del deshonor se predice en las siguientes palabras: "Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová" (Jeremías 31:40).

Este es el Gehena al cual los rechazados han de ser arrojados en el día del juicio. Que se haya traducido como "infierno," y de este modo haya favorecido al engaño popular, es sencillamente debido a la opinión de los traductores de que el antiguo Gehena era una representación del infierno en que ellos creían. No hay base verdadera para esta suposición. Es la suposición sobre la cual están basadas las observaciones de Calmet, a pesar de su conocimiento del tema. Pertenecía a la escuela tradicionalista y cometió el común error tradicional de suponer que el punto de vista popular sobre el infierno era verdadero. Que primero se demuestre la realidad del infierno popular antes de que se use Gehena en el argumento. Si es una representación de algo, debe interpretarse como una representación del juicio revelado, más bien que de uno imaginado. Y el "infierno" popular es simple imaginación, basada en especulaciones paganas sobre los acontecimientos futuros.

El juicio revelado está en verdad relacionado con el lugar llamado Gehena, y es uno que tomará la misma forma del Gehena antiguo en lo que respecta a circunstancia y resultado. "Y saldrán [los que vengan a adorar en Jerusalén en la época futura], y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre" (Isaías 66:24). El lector puede observar una similitud entre estas palabras y las de Cristo en Marcos 9:44-48: "Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga."

Estas palabras se citan frecuentemente para apoyar la idea de tormentos eternos, pero en realidad los desmienten. En primer lugar, debe admitirse que el gusano que no muere y el fuego que nunca se apaga son expresiones simbólicas. El gusano es un agente de corrupción que termina en la muerte. Por lo tanto, cuando se dice que su acción es inevitable, debe entenderse como indicación de que la destrucción se llevará a cabo sin remedio. La expresión no significa gusanos inmortales o fuego absolutamente inextinguible.

Un sentido limitado para una expresión aparentemente absoluta se encuentra frecuentemente en las Escrituras. En Jeremías 7:20, Jehová dice que su ira se derramaría sobre Jerusalén y sus habitantes, y "se encenderán, y no se apagarán." También dice en Jeremías 17:27: "Yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará." Esto no significa que el fuego no se iba a apagar nunca, sino que no había de apagarse sino hasta que hubiera cumplido su propósito. Se encendió un fuego en Jerusalén y sólo se apagó cuando la ciudad se hubo quemado hasta los mismos cimientos. Así también la ira de Dios ardió contra Israel, hasta que los eliminó del país, alejándolos de su vista; pero Isaías habla de un tiempo cuando la ira de Dios cesará en la destrucción del enemigo (Isaías 10:25).

El mismo principio está ilustrado en el capítulo 21 de Ezequiel, versículos 3,4,5, donde Jehová declara que su espada saldrá de su vaina contra toda carne, y no se envainará más. No es necesario decir que en la consumación del propósito de Dios, su amorosa bondad triunfará sobre la manifestación de su ira, el objeto de la cual es la extirpación del mal. En el sentido absoluto, pues, su espada de venganza volverá a su vaina, pero no antes de cumplir su propósito. De manera que el gusano que devora al inicuo desaparecerá cuando el último enemigo, la muerte, sea destruido y el fuego que consume sus restos podridos morirá con el combustible que lo alimenta; pero en relación con los inicuos mismos, el gusano no muere y el fuego no se apaga. Las expresiones se tomaron del Gehena, donde la llama y el gusano se mantenían gracias a las acumulaciones pútridas del valle.

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