Sólo hay una forma de ser Salvo
Mario A. Olcese
Mi amigo, cuán pocas son las iglesias que predican este mismo evangelio del reino original, el cual ahora usted ha conocido, leyendo este estudio que tiene en sus manos. Este es el mensaje más importante y glorioso nunca antes predicado por líder religioso alguno, salvo por Cristo y sus apóstoles. Este es un mensaje que realmente revolucionará la sociedad humana cuando se haga realidad en un futuro.
Este es el mensaje que las gentes anhelarán oír si en verdad aman la paz y la justicia. No hay otra esperanza para el mundo que Cristo y su gobierno mundial de justicia y paz. Pero la tragedia del cristianismo contemporáneo aún subsiste, pues este prístino evangelio bíblico ha sido mudado por otros falsos evangelios, como el llamado “evangelio social” del catolicismo. Lo que Jesús demandó de sus potenciales seguidores era precisamente que creyeran en su mensaje del reino o gobierno mundial liderado por él y su iglesia. Él fue claro al afirmar que sólo aquellos que creyeran en su singular evangelio, serían salvos (Marcos 16:15,16).
La salvación es por fe, fe en Cristo y en su evangelio (Romanos 1:17; 10:17; Gálatas 3:2,26; Filipenses 1:27). ¿Creerá usted en el único evangelio que predicó Jesús? Pero hay religiones que al predicar otros mensajes o evangelios distintos, se están condenando a sí mismas, pues Pablo dijo: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:6-9).
Heredar el Reino de Dios es Heredar la Salvación
El Reino es importante puesto que significa nuestra salvación. Sin embargo, las iglesias dicen que somos salvos, pero no saben cómo y de qué. Sí, Jesús vino a traernos salvación a través de heredar su reino venidero de justicia. Además, entrar en su reino equivale a ser salvo para siempre con vida eterna. Esta verdad se desprende del diálogo del joven rico con Jesús. Le invito a que lea el diálogo mencionado en Mateo 19:16-25. En estos versículos usted se enterará de un joven rico que le pregunta a Jesús sobre lo que debe hacer para ganar la vida eterna. Jesús le dice que debe guardar los mandamientos, y el joven le repregunta: ¿cuáles? Y Jesús procede a mencionarle algunos del decálogo. El joven contesta que desde niño los había guardado todos, pero Jesús le dice que le faltaba una cosa: vender sus posesiones y dar el dinero a los pobres. Pero el joven rico se fue triste porque no estaba dispuesto a tanto. Jesús entonces dice que difícilmente entra un rico en el reino de Dios. Finalmente, los discípulos que estaban presentes con él, se preguntan: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?.
Ahora bien, usted descubrirá tres frases cruciales e importantes en este diálogo: Vida eterna, reino de Dios, y ser salvo. Entonces, ¿Qué es salvación? Muy sencillo: Salvación = Entrar al reino de Dios con vida eterna. ó también: Salvación= Reino de Dios + vida eterna. Esta ecuación concuerda con lo dicho por Juan: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo...” (Apocalipsis 12:10). Nótese la dupla: salvación y reino, viniendo juntos.
En Hebreos 9:28 Pablo dice que Cristo “aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. Pero en Mateo 25:31,34 leemos que Jesús dirá, cuando vuelva por segunda vez: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. ¿Se da cuenta amigo cuál es el punto que intento demostrar?
¡Salvación es heredar el reino de Dios con inmortalidad!
Por eso, el evangelio del reino es el evangelio de la salvación de los hombres, como lo explica Pablo en Efesios 1:13, y que dice: “En él, también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Y a los Tesalonicenses, Pablo les dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:13,14).
Pues bien, nótese que estos versos dicen que Dios nos escogió desde el principio (¿del mundo?) para salvación. Y si comparamos este texto con Mateo 25:34, veremos que también el reino fue preparado para nosotros desde la fundación o principio del mundo. Aquí se hace evidente que el reino y la salvación se presentan desde la fundación o principio del mundo.
Satanás Odia el Evangelio del Reino
Es de esperarse que si el evangelio tiene el poder para salvar a los hombres, según lo afirma Pablo en Romanos 1:16, entonces el diablo lo debe detestar con todo su malévolo ser. Efectivamente, pues Pablo dice sobre este asunto, así: “En los cuales el dios de este siglo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Tome nota cómo el diablo embota el entendimiento de los que no creen para que no entiendan el evangelio de la gloria de Cristo. Sí, la frase: “el evangelio de la gloria de Cristo” es equivalente a decir “el evangelio del reino de Cristo”, pues el reino de Cristo viene con gloria. Gloria y reino son inseparables e indisolubles, ya que Pablo también escribió: “Y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria” (2 Tesalonicenses 2:12). Hablar, pues, de la gloria, es hablar del reino de Cristo.
También Jesús enseñó la llamada: “Parábola del Sembrador”. Jesús explica que “el diablo quita de los corazones la palabra, para que no crean y se salven” (Lucas 8:12). Entonces, no es de extrañar que millones de hombres hayan sido engañados por una fuerza superior maligna, y también hayan rechazado el verdadero evangelio salvador para que no crean y se salven. El Diablo es experto engañando con enseñanzas y esperanzas falsas que sustituyen el verdadero evangelio del reino. Pablo tildó las falsas enseñanzas como: “doctrinas de demonios”: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4.1).
Recordemos que Juan afirmó que la mayoría de hombres y mujeres están bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19). Esto suena duro y difícil de creer, pero es la pura verdad. La gente está dispuesta a creer la mentira en lugar que en la verdad ( Lea Romanos 1:25). Y Jesús dijo: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19).
Este tipo de gente opta por creerle a Darwin, Fuerbach, Freud, Hegel, Kant, Marx, Engels, Kiergard, Niechzte, Sartre, Spinoza, de Chardin, etc (= doctrinas de demonios), en vez de la verdad del Hijo de Dios, el salvador del mundo, porque saben que sus acciones son malas y no quieren oír de su futura condenación (Leer Juan 3:19-21). Éstos prefieren creer que Dios está muerto, ó que somos producto de la evolución, y no de una creación divina, o que la verdad y la moral son relativas, y que no hay absolutos.
No es de extrañar que vengan burladores diciendo que los predicadores del reino están locos o que son unos fanáticos religiosos. Pero la verdad es que no estamos locos por la llamada “locura de la predicación”. Dice Pablo: “...agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21).
Sí, muchos pensarán que nuestra predicación es una locura de hombres enajenados o alienados. Pero nada es más falso que ser acusados de alienados, pues los verdaderos enajenados o alienados son los incrédulos que han sido enceguecidos por el diablo. Y es por esta razón precisamente que vino Cristo, para liberarnos de las mentiras sutiles del diablo y sus demonios, las cuales han encandilado y atrapado a la mayoría de hombres que pueblan nuestro mundo (Colosenses 1:13).
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