Por Mario A Olcese
Es interesante lo que los discípulos le preguntaron a su Maestro poco antes de su ascenso al Padre, pues---¡fue la última pregunta que le hicieron! Y es que la mayoría de estudiantes bíblicos no comprenden que esta última pregunta encierra toda la esperanza apostólica y cristiana. Por tanto, es muy importante destacarla y entenderla para ser auténticos discípulos de Cristo.
La última pregunta de los discípulos se halla en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1 y verso 6, y que dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Nótese que los discípulos que se habían reunido le preguntaron LO MISMO, al UNÍSONO: “Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Y, ¿por qué le preguntaron eso exactamente? La razón se encuentra en el verso 3, donde dice: “a quienes también, después de haber padecido, se presentó (Jesús) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles ( a sus discípulos) durante cuarenta días y HABLÁNDOLES ACERCA EL REINO DE DIOS” (el evangelio).
Jesús había resucitado, y por cuarenta días (mes y medio aproximadamente) se les había estado apareciendo a sus seguidores, para hablarles más sobre el REINO DE DIOS. Sí, durante ese periodo de tiempo, Jesús aleccionaba a sus discípulos sobre el tema del Reino de Dios, y de este punto no se movió para nada durante ese mes y medio. De modo que este asunto del Reino de Dios fue algo crucial e importantísimo para Jesús, pues lo motivó a hablarlo durante sus días finales en esta tierra.
Debemos entonces tomar conciencia de lo crucial de este tema del Reino de Dios, ya que si no lo comprendemos en su real dimensión, no captaremos la entera misión de Jesucristo como Salvador, Señor, y Mesías. Recuerde que él mismo confesó: “...es necesario que también a otras ciudades anuncie EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO” (Lucas 4:43). Entonces está claro que Jesús comenzó (Marcos 1:1,14,15) y finalizó (Hechos 1:3) su ministerio hablando sobre el evangelio del Reino de Dios. ¡Esta fue la verdadera razón por la cual Su Padre lo envió a este mundo hace dos milenios! Ahora es menester que entendamos qué es ese Reino de Dios en su real dimensión.
La Pregunta Oportuna de los Discípulos
Hemos visto que la pregunta de los discípulos se produjo justamente porque Jesús se la había pasado hablando con ellos sobre la restauración del Reino de Dios a los ISRAELITAS, durante su seminario intensivo de cuarenta días. Seguramente que el tema de ese seminario debió titularse: “El Evangelio de la Restauración del Reino De David a Israel”, Lo interesante e importante es que finalmente los discípulos le hicieron una pregunta oportuna y muy sugestiva a su Maestro, la cual encerraba y resumía toda la misión de Jesús en la tierra. Para entender lo que Jesús quiso decir por el Reino de Dios, debemos fijarnos en el contenido de la pregunta que le hicieron todos los discípulos reunidos en ese seminario intensivo de cuarenta días.
Obviamente aquella última pregunta de los discípulos encerraba todo lo enseñado por Jesús sobre su reino venidero en la tierra, y que involucraba e incumbía a los ISRAELITAS. Ahora bien, dicha pregunta NO fue---como sostienen algunos--- inoportuna, torpe, aislada, y errada de un discípulo lento en entendimiento---¡Fue, más bien, la pregunta de TODOS los discípulos al unísono!
Entonces: ¿fueron todos los discípulos torpes para no entender lo enseñado por Jesús durante esos cuarenta días?¿Fue acaso Jesús un pésimo Maestro? ¡No lo creo! Jesús no hablaba oscuramente a sus seguidores, sino sólo a sus detractores (Marcos 4:11.12).Pues bien, si ellos--- como discípulos--- pudieron entender el tema del Reino de Dios, es obvio que usted---como discípulo de Jesús---puede igualmente entenderlo si dispone su mente y corazón, y extirpa sus prejuicios o ideas preconcebidas que sobre este tema ha recibido de personas indoctas.
¿Qué es el Reino de Dios Exactamente?
El tema central de Cristo fue, sin duda alguna, las buenas nuevas (=evangelio) del Reino de Dios (Lucas 4:43). Como vimos, Jesús comenzó y finalizó su ministerio hablando precisamente de ese reino que se restablecería en la tierra prometida, en ocasión de su segunda venida. Sus discípulos igualmente difundieron este mismísimo evangelio del Reino de Dios por todos lados a donde iban (Lucas 9:1,2).
El Reino de Dios se inaugura en el Antiguo Testamento cuando los israelitas le pidieron a Samuel que constituyera en Israel un rey y un reino como las demás naciones alrededor de ellos. En 1 Samuel 8:5 leemos: “Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”. El reino hebreo comenzó con Saúl, quien vino a ser un hombre rebelde o desobediente a los ojos de Dios. Finalmente este rey fue destituido y reemplazado por un pastor de ovejas llamado David. Con David Dios hace un pacto solemne que decía: “...Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:16). Además le prometió Dios: “Para que conforme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mi con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará varón en el trono de Israel” (1 Reyes 2:4).
El último rey que tuvo la dinastía del rey David fue Sedequías, quien en 586 AC fue destituido del trono de David a manos de Nabuconodosor, rey de Babilonia. Desde esa fecha Israel se quedó temporalmente sin rey y sin reino debido la infidelidad de muchos de sus reyes. Pero en Ezequiel 21:25-27 veremos que el reino sería finalmente estable eternamente con un príncipe o varón Judío, quien sería justo y recto. Este príncipe aparecería todavía en el futuro, pero cuando lo hiciera, traería---por fin--- la justicia y la paz verdaderas al mundo.
Sí, Ezequiel, el profeta, anunció que por muchos días Israel estaría sin un rey y reino, hasta que “viniera aquel cuyo es el derecho y a él se lo daría Dios”. Jesús el Cristo es aquel personaje que tiene el derecho de heredar el reino davídico, puesto que él es el descendiente directo del rey David (Mateo 1:1). Por eso, cuando él vino a la tierra, confesó que había nacido para ser rey. Así se lo manifestó a Pilatos mismo cuando era juzgado por él (Juan 18:37).
Ahora entendemos porqué los discípulos le preguntaron a Jesús si en verdad él iba a restaurar el reino inmediatamente a Israel. Ellos sabían, por los pactos y promesas revelados a los profetas, y a los padres, que un Ungido---el Cristo---reanudaría el reino suspendido de David en Israel. Ellos estaban seguros que Israel sería una monarquía nuevamente, con un rey poderoso y glorioso---¡y lo creyeron inminente!
Dios No ha Rechazado a Su Pueblo Ni a Su Tierra
Millones de Cristianos suponen que el Reino de Dios no es otra cosa que “el reinado de Cristo en nuestros corazones”. Suponen, estos “Cristianos”, que Israel perdió el favor de Dios, y por tanto Dios ya no trata más con su pueblo de antaño porque suponen que “mataron a su Mesías”. Por tanto, los tales llamados “cristianos” enseñan ahora que el reino de Dios es uno de naturaleza “espiritual”, implantado en “el corazón de los hombres”.
Otros “cristianos” sostienen que el reino prometido por Cristo es “su iglesia”. Estas ideas preconcebidas son falacias que deben ser extirpadas de nuestras mentes, pues Pablo fue claro cuando dijo que Dios no ha desechado a Israel al cual desde antes conoció: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera, porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo (Israel), al cual desde antes conoció...” (Romanos 11:1,2).
Estamos viendo que Pablo afirma que Dios NO ha desechado a Su pueblo Israel al cual desde antes conoció. Esta enseñanza paulina desecha la idea preconcebida de que los Judíos han sido desechados para siempre por Dios “porque supuestamente mataron a su Mesías”. ¿Acaso los apóstoles Judíos mataron a Su Mesías? ¡Absurdo! ¿Acaso no fue la primera iglesia, Judía? También el apóstol Pablo, como Judío creyente, dice: “Que son israelitas, de los cuales SON la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Romanos 9:4).
Nótese que San Pablo dice que de los israelitas SON (no “ERAN”)---entre otras cosas---las promesas. Las promesas que Dios les hizo a los padres (Abraham, Isaac, Jacob, y David), son para los israelitas primeramente, y luego también para los no israelitas convertidos (Gálatas 3:16,29). Entre las promesas que Dios hizo a los padres están la posesión de una “tierra prometida” (Génesis 12:1,2; 13:15, 15:18), y la perpetuidad del Reino de David ---llamado igualmente: “El Reino de Dios” (ver 1 Crónicas 28:5)---Ver también: Salmo 132:11, y 2 Samuel 7:12,13.
En estos versículos Ud. verá que Dios prometió perpetuar el trono de David, o también llamado: “El Reino de Dios”. Dios le dice a David esto:”Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. Él me clamará: Mi padres eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación” “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí” (Salmo 89:4,26-30,35,36).
En otras palabras, Dios le prometió A David que su reino se extendería hacia el futuro, y que sería para el beneficio de todas las naciones de la tierra, Además, Dios le dijo a él que tendría un descendiente justo que se convertiría en rey, y que sería el Hijo de Dios predilecto, obediente, sabio, y perfecto (véase Hechos 2:29,30; Isaías 9:6,7). Por esta razón David habló de su descendiente, así: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán. Será su nombre para siempre. Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones” (Salmo 72:11,17).
Es por eso que la última pregunta de los discípulos concuerda perfectamente con esta promesa divina de un Reino de Dios restaurado en Israel. ¿Acaso no Recordamos que David reinó sobre Israel por cuarenta años, siendo su capital final, Jerusalén?¿acaso no recordamos que Jesús mismo afirmó que Jerusalén sigue siendo la ciudad capital del “gran rey” venidero? (Mateo 5:33-35).
Este es precisamente el Reino que Cristo predicó y prometió restaurar. Ahora los discípulos, viendo que Jesús se iría en breve al cielo, le preguntaron si ya era inminente el establecimiento del reino davídico en Israel, pues él lo había estado predicando, anunciando, y también confirmando, por más de tres años y medio (Lucas 8:1; Romanos 15:8).
El Tiempo de la Restauración Sólo lo Sabe el Padre
La pregunta de los discípulos a Jesús era obviamente justa, correcta, e inevitable, pues estaban finalmente muy interesados en saber el tiempo exacto para la cristalización de la prometida restauración del reino del padre David. En una ocasión anterior---recordemos--- cuando Jesús estaba por entrar en Jerusalén ---la capital del Reino Davídico--- los discípulos pensaron que el Reino prometido sería inmediatamente restaurado con Cristo a la cabeza (Marcos 11:10).
En Lucas 19:11 vemos que Jesús se ve precisado a pronunciar una Parábola, con el propósito de hacerles entender que aún no era el tiempo señalado para la tan anhelada restauración del reino davídico. Explicó en su “Parábola de Las Diez Minas” que “un hombre noble”---él mismo---tenía que ir primero al cielo para recibir la corona de Rey y el reino, y luego volver para tomar su trono en la tierra (v.12). Pero ahora, estando él ya próximo para regresar al cielo, sus discípulos le preguntaron finalmente si su reino se establecería próximamente en Israel o todavía no.
Entonces Jesús sólo se limitó a decirles que el tiempo de la tan anhelada restauración del reino a los israelitas, sólo lo sabe Dios Hechos 1:7). Sin embargo, recordemos que ya antes Jesús había afirmado que “de aquel día y la hora” de su regreso como Rey, nadie lo sabía, ni él ni los ángeles del cielo, sino sólo Su Padre (Marcos 13:32).
Aquí vemos nuevamente que Cristo NO reprende a sus discípulos por aquella inevitable pregunta, diciéndoles algo así como: “Están errados, pues ya nunca más será restaurado el Reino a Israel debido a que me rechazaron mis paisanos”. NO!--- Él no les dice eso, ni nada parecido. Simplemente les dice que sólo Dios sabe el tiempo exacto para la tan anhela restauración del reino a Israel.
Es decir, Jesús valida la pregunta como correcta y oportuna, pero afirma no saber el tiempo exacto para dicho evento glorioso. Es, pues, más que evidente que durante esos cuarenta días que duró el seminario intensivo de Cristo, él se la pasó explicándoles a sus discípulos acerca de cómo sería su reino milenario en Israel, y qué benéficos le traería al mundo entero.
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