sábado, 18 de junio de 2016

Mandamientos de Hombres en lugar la Palabra

Mandamientos de Hombres en lugar la Palabra
Por Mario A Olcese



La buena moral de la mano con las falsas doctrinas no salva

A menudo recibo comentarios de personas sinceras que me dicen que su religión es buena porque ha “salvado” a un sin número de personas con su elevado mensaje espiritual y moral. Alegan que no importa mucho la verdad o la falsedad doctrinal de la religión que profesas, sino la actitud que tomas hacia tu verdad, cómo la crees, y si lo llevas sinceramente a la práctica.

Pero si esta idea es válida, entonces da igual ser un budista, mahometano, hinduista, o Masón, ya que lo que importa es tu sinceridad a la religión o culto que profesas y no tanto la verdad que debes creer y defender. Pero Jesús no vino al mundo para enseñar esa ética, pues él no estuvo por allí diciéndole a la gente: “Hermanos, no importa lo que ustedes crean, con tal que lo crean con fe, serán salvos”. Tampoco estuvo diciéndoles algo así como: “Sean morales y serán salvos”.

Jesús no era meramente un predicador moralista, sino también el predicador de la doctrina verdadera que ilumina a los hombres. El vino para predicar Su evangelio (Buenas Noticias), el evangelio salvador, el mensaje de Dios para la humanidad sin excepción alguna (Marcos 1:1,14,15; Lucas 4:43 “Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”).

Es por eso que antes de ascender al Padre, Jesús encomendó a sus seguidores que hicieran extensivo Su mensaje en toda la tierra habitada para que el mundo fuera salvo por él y por su mensaje del evangelio del reino (Marcos 16:15,16 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”). Es definitivamente un error satánico seguir afirmando que “todos los caminos conducen a Roma”, pues es simplemente engañoso.

Recordemos que Jesús fue exclusivo y excluyente cuando dijo sin tapujos: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Y aunque parece “lógico” decir que lo que importa es la sinceridad puesta en cualquier creencia religiosa, lo cierto es que así no pensó nuestro Señor. Él le dio mucha importancia a la Palabra de Dios cuando a los fariseos los acusó de quebrantar el mandamiento de Dios por sus tradiciones, diciendo luego que en vano me honraban, enseñando mandamientos de hombres como doctrinas de Dios (Mateo 15:3,9). Así que las doctrinas humanas tienden a violentar los mandamientos y enseñanzas de Dios, y simplemente no salvan a nadie.

Importancia de Escudriñar las Escrituras

En Hechos 16 leemos del celo de los hermanos de Berea cuando confrontaron las enseñanzas de Pablo con las de las Escrituras…y la Biblia los llama “nobles” por proceder de ese modo (Hechos 17:11: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”). Así que si los bereanos se cuidaban de confrontar las enseñanzas de los mensajeros del Señor, ¿por qué muchos “cristianos” no hacen lo propio con lo que escuchan de sus pastores o “apóstoles ungidos”?

La importancia que tiene el evangelio del Señor se hace tan patente cuando escuchamos lo que Pablo les dijo a los Gálatas, lo que sigue: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”. Así, pues, para Pablo, cualquier otro evangelio era (…y es) un evangelio de hombres malditos comparado con el suyo, el cual ciertamente era (…y es) el evangelio de Dios, verdadero y divino.

Lamentablemente, hoy se predican evangelios que son aceptados como si fueran de Dios en las iglesias católicas y protestantes por igual. Ya no se presta la debida atención al consejo paulino de "investigadlo todo y retened lo bueno". Sólo interesa si son mensajes “bonitos”, “agradables” “edificantes”, “vivificantes” y "oportunos". Y es por eso que a muchos predicadores les interesa más agradar a su audiencia con un “evangelio light" acorde al momento y a las circunstancias” que anunciar el prístino evangelio del reino de Dios. Pero como Pablo dijo: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10).

La Destrucción que resulta de un falso o pobre conocimiento de Dios

Y aunque parezca duro, la falta de conocimiento de Dios se traducirá en la destrucción de la humanidad incrédula (Ver Oseas 4:6 “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento”). Recuerde esto, creer en un evangelio falso por más que suene bonito y “cristiano” equivale a creer en una mentira, y no ayuda en nada para conocer al Dios verdadero y a su Hijo.

Nuestro Señor Jesús fue claro cuando dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Estas declaraciones son sagradas, y muy serias como para tomarlas a la ligera. Usted necesita conocer a Dios y a Su Hijo para ser salvo. Y por todos lados la Biblia le da mucha importancia a este asunto del conocimiento de Dios.

Muchos creen conocer a Dios y en realidad no saben nada o muy poquito. En Colosenses 1:9 Pablo dice: “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. Aquí Pablo dice que debemos ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios.

Esta es una pista interesante de lo que se trata el conocimiento de Dios y de Cristo. Es el conocimiento de la voluntad de Dios, voluntad que fue bienvenida por el Señor Jesucristo, cuando dijo "que se haga Tú voluntad y no la mía". Pero nótese que el conocimiento de Dios debe hacerse en toda inteligencia y sabiduría espiritual. Es decir, con discernimiento espiritual y no a la ligera.

Además, es un conocimiento PROGRESIVO, pero seguro, hasta que el hombre se torna perfecto, apto para toda buena obra. También Pablo dice: “…habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:9,10).

Aquí tenemos una señal para descubrir si una persona es realmente conocedora de Dios: su carácter renovado. Debemos ver si en verdad nuestra conducta y nuestro carácter reflejan a nuestro Señor. El hombre ciertamente se irá renovando día a día hasta lograr la "perfección", sin la cual nadie verá a Dios.

Eruditos que son Réprobos

Pero alguno podrá decir: “Pero ese hermano no puede estar en el error porque sabe mucho y tiene muchos títulos y muchos años en el pastorado”. Sin embargo, ¡cuidado!, la Biblia dice que el estudio no garantiza el crecimiento espiritual de nadie si es que la persona es corrupta de entendimiento. Observe lo que dice Pablo sobre estas personas: “…siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.

Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe”. (2 Timoteo 3:7,8). Entonces es menester que uno se acerque a las Escrituras con un corazón limpio y ávido de aprender de Dios y de Su Hijo, siempre dispuestos a aceptar la verdad tal como es, como un niño que cree en su padre. Debemos liberarnos de nuestros prejuicios e ideas pre concebidas que pueden adulterar la leche espirital.

El Apóstol Pedro valora grandemente el conocimiento y dice que a éste hay que agregarle algunas cositas más: “añadid a vuestra fe …conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5-7). Nótese que hay que agregarle al conocimiento DOMINIO PROPIO, PACIENCIA, PIEDAD, AFECTO FRATERNAL, y finalmente, AMOR. Sin estas cualidades no hay un hombre con verdadero conocimiento de Dios.

En Resumen

El verdadero cristiano debe ajustarse a los preceptos y doctrinas de Dios, y ser fieles a lo que Dios manda y enseña, haciendo siempre su voluntad y no la nuestra. Debemos ajustarnos a lo que Él dice y manda, sin apartarnos de sus dictados. Tenemos que ir creciendo en el conocimiento de Dios por medio de oír y poner en Práctica lo que está registrado en las Escrituras, las cuales son Su misma Palabra impresa o registrada para nosotros.

También Jesús es la Palabra de Dios para los hombres. Cristo habló por Dios, y nos enseñó lo que Dios quiere que sepamos. Sus palabras no fueron las suyas, sino las de Su Padre para nosotros. Oír a Jesucristo es oír al Padre, y seguir a Cristo es seguir al Padre. El es nuestro modelo a seguir, y si somos de él, oiremos su voz como buenas ovejas de su rebaño.

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