La Inmortalidad Definida
del libro La Humanidad Extraviada
por Robert Roberts
¿Qué es la inmortalidad? Podemos comprender mejor muchas cosas por medio del contraste. Algo sabemos de la mortalidad, de la cual viene la idea de la in-(sin) mortalidad. La palabra "mortalidad" viene de la raíz latina mors, muerte, y significa calidad de mortal. Decir que algo es mortal es afirmar que está limitado en su poder para continuar en vida, debido a su tendencia inherente a la disolución.
Decimos que el hombre es mortal, y así es él: todos los días muere alguno. Llega a existir como un ser organizado, heredando y exhibiendo todas las cualidades del linaje del cual se deriva. Lo vemos dejar de existir con tanta regularidad como lo vemos nacer. La lista de defunciones es el corolario universal de la lista de nacimientos. Ningún hombre nacido de mujer está exento de la ley de la muerte; no importa cuán superior a sus semejantes sea, ni lo sublime de su genio, ni lo extenso de su entendimiento, ni lo genial de su amistad, ni lo hermoso de su carácter, la mano de la muerte no se detiene; el fin debe llegar; la ley del pecado y la muerte obrando en sus miembros siega su vida al fin, y él se hunde en el olvido del cual salió.
Esta es la mortalidad de la experiencia real, prescindiendo de cualquier teoría que la gente pueda abrigar sobre este tema.La teoría popular dice que la mortalidad afecta la condición del hombre, pero no su ser; que cambia su lugar de existencia pero no afecta el hecho de su existencia. Consideremos esta idea por un momento. Es una verdad manifiesta que la vida en sentido abstracto es indestructible; pero ¿vamos a decir, entonces, que un ser viviente es indestructible? Si fuera así, demostraría la inmortalidad de las bestias, porque ellas ciertamente viven en forma tan real como nosotros, aunque su naturaleza es inferior.
La vida no es un poder individual pensante en su condición abstracta, a menos que tomemos el total de toda la vida tal como existe en Dios, con quien está el "manantial de la vida" (Salmos 36:9). Subordinado a él, el poder o capacidad de la manifestación individual existe en el vasto océano del poder de vida que subsiste en el Gran Manantial Eterno; pero está latente allí y sólo se puede desarrollar por medio de lo que los hombres se han complacido en llamar "organización."
El asunto puede parecer un misterio; pero ciertamente no es más misterio que el punto de vista metafísico que intenta explicar un misterio por medio de un misterio aún mayor. Misterio o no, es la enseñanza de la experiencia y la declaración de la palabra de Dios. "Una misma respiración tienen todos," declara Salomón referente a hombres y animales (Eclesiastés 3:19). Moisés es igualmente decisivo. Hablando del diluvio, dice: "Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y bestias, y de todo reptil...y todo hombre. Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices...murió. Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo" (Génesis 7:21-23).
Aquí el hombre está colocado en la misma categoría que los animales, perteneciendo a la misma clase de existencia-siendo un "ser viviente" que inhala el universal "aliento de vida" compartido por todos. "[Hay] hálito de Dios en mis narices," dice Job en capítulo 27:3. "Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz," es el mandato de la inspiración en Isaías 2:22. "Si [el Omnipotente]...recogiese así su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente, y el hombre volvería al polvo" es la forma en que Eliú describe la muerte en Job 34:14, 15.
Observe que se dice que el "espíritu" pertenece al Omnipotente; y el hombre-la criatura tangible-es quien posee el espíritu; pero la filosofía ha invertido este orden de ideas. Ha convertido el espíritu en poseedor, y el cuerpo en la cosa poseída; y ha abierto la puerta para las doctrinas complementarias de recompensas fuera del cuerpo en un reino en los cielos, y castigos en el infierno, etcétera.
La teoría se desmorona al aceptar la sencilla doctrina de las Escrituras de que "Dios formó al hombre del polvo de la tierra" (Génesis 2:7); que "el primer hombre es de la tierra, terrenal" y que "cual el terrenal, tales también los terrenales" (1 Corintios 15:47, 48); que la vida que está en el hombre es de Dios y regresa a Dios cuando el hombre muere (Eclesiastés 12:7). La doctrina opuesta, que no es más que el fruto de la especulación humana y no la enseñanza de las Escrituras-porque ¿quién ha leído jamás la expresión "alma inmortal" en la Biblia?-es un engaño que ciega el entendimiento de todos los que lo comparten. Da origen a muchas dificultades gratuitas en cuanto al gobierno mortal que Dios ejerce sobre el mundo e impide una debida comprensión de las doctrinas del cristianismo, las que tienen como su fundamento mismo la verdad de que el hombre es una forma pasajera de vida consciente, para quien está establecido el día de la muerte, por causa del pecado.
¿Cómo sucede que el hombre, teniendo tan fuerte deseo instintivo de inmortalidad y perfección, se halle en un estado tan opuesto, en todo aspecto? Hay una explicación, aunque la naturaleza rehusa proporcionarla. La condición del hombre como fenómeno natural es un misterio impenetrable. La naturaleza establece la correspondencia más estricta entre instinto y condición en el caso de todas las otras especies en todo su amplio dominio, pero esta adaptación que produce felicidad, se niega a concederla a su producción más noble: el hombre, dejándolo abandonado a la desgracia de tener una noble aspiración frustrada.
Es imposible explicar este hecho por medio de principios naturales. Sin la ayuda de la revelación, la condición y destino del género humano permanecerían como un enigma insoluble.
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