Creer el nombre de Jesús Cristo
Por Mario A Olcese
¿Qué nos depara el futuro? Esta pregunta es formulada por los adultos y jóvenes de hoy y de siempre. Querer saber qué y cómo será el mañana es algo natural, y más, cuando se vive en medio de incertidumbres, pobrezas, enfermedades, hambres, guerras, inmoralidades y delincuencias galopantes. Los padres quieren brindarles a sus hijos un futuro más prometedor y con menos carencias. En otras palabras, todos los seres humanos deseamos ver un mundo más justo y solidario, donde los hombres puedan vivir en armonía y en paz unos con otros.
¿Quién no sueña con una sociedad más justa en donde todos los hombres vivan contentos y sin temores? ¿Quién no anhela vivir en un mundo donde las enfermedades hayan sido vencidas, y la muerte haya sido conquistada por la inmortalidad? No creo que a nadie le plazca pensar en que la muerte algún día le alcanzará, y que lo separará de sus seres queridos. Todos los hombres tienen el deseo de vivir con salud y eternamente.
Esto lo dice claramente la Biblia con estas palabras: “...y ha puesto (Dios) la eternidad en el corazón de ellos (los hijos de los hombres)” (Eclesiastés 3:11). Ahora bien, ¿acaso Dios ha puesto en el corazón de los hombres el deseo por la eternidad, para luego hacerlos mortales? No lo creo. Dios ha puesto el deseo de la eternidad en el corazón de los hombres con el propósito de que ellos lo busquen a Él como la verdadera fuente de la eternidad.
Sólo el Dios vivo y Eterno puede ofrecer la eternidad, no los mortales. Pero los hombres no comprenden que sin Dios ellos jamás podrán vivir para siempre, y que la ciencia jamás será un sustituto del único y sabio Dios, quien es la fuente de la vida. Dice la Biblia así: “Jehová mata, y él da vida; él hace descender al Seol (sepulcro), y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece; abate y enaltece. Él levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra” (1 Samuel 2:6-8).
La Fórmula Secreta Para Vivir Eternamente
Los alquimistas indagaban sobre los misterios de la vida y la materia. Y los científicos de hoy pretenden ser dioses manipulando la genética de los seres vivos para “crear” vida. También hay doctores, bioquímicos, patólogos, microbiólogos y farmacéuticos que crean nuevos y revolucionarios medicamentos para combatir mortales enfermedades y así prolongar la existencia animal y humana. Hoy, en los albores del siglo XXI, la esperanza de vida es mucho mayor que hace cien años atrás. Antes, la gente moría debido a simples infecciones que hoy son fácilmente combatibles con antibióticos específicos. También hoy se habla de los avances médicos contra el flagelo del cáncer, y ya hay esperanzas de eliminar las células cancerígenas que hace diez años atrás gracias a la genética.
La ciencia verdaderamente ha traído un mayor bienestar a la humanidad. No obstante, la ciencia misma ha descubierto la desintegración del átomo, y como resultado, los científicos han podido fabricar las bombas atómicas que hoy pueden barrer del planeta a todo género de vida existente en pocos minutos. Las avances científicos tienen dos caras opuestas: la prolongación y la destrucción de la vida. En realidad, se puede confiar en los avances científicos, pero también se les puede temer. Ya vemos cómo los científicos están creando nuevas armas químicas y biológicas que podrían destruir a millones de seres humanos y animales, rápida y cruelmente.
También la ciencia de las comunicaciones ha avanzado tremendamente en estos últimos años, que fácilmente podemos enteramos de las noticias mundiales con sólo apretar un botón. Sin embargo, este progreso increíble de la información a través de la radio, la televisión y la computadora tiene su lado oscuro, pues también sirven para propalar veneno, violencia, corrupción y mentiras. La ciencia tiene obviamente su lado oscuro que nos preocupa mucho, y ella, definitivamente, no es la respuesta para una vida de paz segura y duradera.
Pero como dice la Biblia en Eclesiastés 1:18: “Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor”. ¡Cuán ciertas son estas palabras del rey Salomón en estos días! Ahora bien, ¿cuál es la fórmula secreta para obtener la vida feliz y eterna? La Biblia tiene la respuesta concreta y directa a esta crucial interrogante. En primer término, la vida eterna es un regalo de Dios para los que creen en él. Jesús lo dijo claramente, cuando al orar al Padre dice: “Y esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien ha enviado” (Juan 17:3).
Aquí Jesús habla de un conocimiento o ciencia verdadera que conduce a la vida eterna---¡el conocimiento de Dios y Su Hijo! Quien conoce a Dios puede obtener la vida eterna. No es el conocimiento de la ciencia mundana sino la ciencia o gnosis (conocimiento) de Dios. Pero, ¿cuántos conocen a Jesús y a Su Padre? ¡Muy pocos! Conociendo al Padre y al Hijo. En colosenses 1:9 descubrimos que Pablo oraba con Timoteo para que la iglesia en Colosas fuese llena del conocimiento de la voluntad de Dios. Notoriamente para Pablo, conocer a Dios era conocer Su voluntad. No es una cuestión de conocer la apariencia de Dios, sino más bien, Su carácter y voluntad.
Conocer a Dios es saber qué piensa y exige Él de sus criaturas humanas. Millones andan a ciegas porque no conocen a Dios, y no entienden el porqué de su existencia en esta tierra. Es por esta infausta situación que Cristo vino a dar a conocer a Su Padre a los hombres, a través de sus hechos y enseñanzas (Juan 1:18, Juan 14:6-10). Él vino a liberarnos del diablo y de sus mentiras, pues recordemos que Jesús y Pablo señalaron a Satanás como el Padre de la mentira, y el obstructor de la verdad (Juan 8:44; 2 Corintios 4:4).
Jesús, por tanto, dio mucha importancia al conocimiento o ciencia que lleva a la inmortalidad. Es una ciencia o conocimiento espiritual que debe ser aceptado con fe y humildad; sin objeciones ni burlas. Y en 1 Timoteo 2:4, Pablo le escribe a Timoteo lo siguiente: “el cual (Dios) quiere que todos los hombres vengan al conocimiento de la verdad”. Aquí Pablo habla del conocimiento de la verdad, verdad ésta que se encuentra en Jesucristo mismo (Juan 14:6). El conocimiento de Dios y de Cristo equivale al conocimiento de la verdad. Conocer a Dios y a Su Hijo es conocer la luz, la verdad, la salvación, y la vida eterna. Todos estos puntos se concentran en el Padre y Su Hijo.
Jesús y el Padre son UNO (Juan 10:30), pues ambos están unidos en voluntad y propósito. Esto significa que ambos concuerdan perfectamente y no se contradicen. Si dos no estuvieran de acuerdo, no podrían andar juntos. Lo que Jesús enseñó era la doctrina de Su Padre, y él la enseñó con mucha fe y seguridad a mucha gente. Si uno se pregunta cuál es la voluntad de Dios para con nosotros, diríamos dos cosas básicas:
1).- Nuestra santidad de vida (1 Tesalonicenses 4:3), y
2).- Que creamos en su Hijo (Juan 6:40, Juan 1:12).
El primer aspecto se refiere a nuestra vida limpia y consagrada a Dios, y el segundo se refiere a nuestra creencia en el nombre del Hijo de Dios. Pero: ¿Qué significa exactamente creer en el Hijo de Dios? Este es un punto crucial que muchos no entienden. ¿Acaso es creer que él es la Segunda Persona de la Trinidad?¿O acaso que él fue un “buen hombre” o un “Abatar”? Creyendo en Su Nombre---Jesús Cristo La Biblia dice que debemos creer en el nombre del Hijo.
Se lee en el evangelio de San Juan con respecto a Jesús Cristo, así: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ( Juan 1:11,12 --Ver También; Hechos 3:15,16; 1 Juan 5:13). Creer en su nombre es creer en su persona mesiánica, pues su nombre es Jesús, el Cristo (o Jesucristo). Cristo significa en hebreo Mesías (=el rey de Israel), o sea; Jesús, el Mesías o Jesús el Rey. Algunos, no obstante, creen que Jesucristo es sólo un nombre personal, y punto. Pero la verdad es que Jesu-Cristo es un nombre + un cargo o rango.
El punto es éste: ¿Creemos que Jesús es el Mesías o rey de Israel prometido? En Mateo 16:15,16 vamos a encontrar a Pedro reconociendo a Jesús como el Cristo ( ó Jesu-Cristo). Dicen así los versículos bíblicos: “El (Jesús) les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: TÚ (Jesús) ERES EL CRISTO, EL HIJO DEL DIOS VIVIENTE”. En otras palabras, Pedro creyó que Jesús era el Cristo ó Jesu-Cristo. Él había creído en el nombre de Jesús, es decir, que Jesús era el Mesías de Dios. En otra ocasión Jesús tuvo que soportar la deserción de muchos de sus seguidores porque dejaron de creer en él debido a sus duras declaraciones.
Entonces Jesús les dice a sus apóstoles: “¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente” (Juan 6:66-69). Nuevamente nótese que los apóstoles habían creído que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios. O sea, habían creído que Jesús era el Cristo, o Jesu-Cristo. Habían creído en su nombre completo: JESÚS CRISTO (o Jesús el Cristo), EL HIJO DE DIOS. Esto significa, en buena cuenta, que Cristo es el REY DE ISRAEL, el Mesías o Cristo esperado. Desgraciadamente, millones de cristianos nominales no saben realmente qué significa el nombre y título: Jesús Cristo--- ¡Pero Ud. ya lo está comprendiendo!
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