lunes, 24 de octubre de 2016

El Cuerpo de Resurrección

El Cuerpo de la Resurrección
Del libro La Cristiandad extraviada
por Robert Roberts



En cuanto a la naturaleza del cuerpo resucitado, hallamos en uno de los pasajes citados de las epístolas de Pablo, que "resucitará cuerpo espiritual." Algunos piensan que esto significa un cuerpo espectral, gaseoso, impalpable, a través del cual uno podría pasar su mano. Al contrario, los justos en el estado perfeccionado serán tan reales y corpóreos como hombres mortales en la vida actual. Aprendemos esto de la manera más inequívoca. Considere las siguientes declaraciones:

"Transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya." (Filipenses 3:21)"Sabemos que cuando él (Cristo) se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." (1 Juan 3:2)

Aquí tenemos un punto de partida: Cristo es el modelo según el cual será moldeado su pueblo. Por lo tanto, si queremos conocer la naturaleza de los justos en el estado futuro, debemos contemplar la naturaleza de Cristo después de su resurrección. Estamos capacitados para hacer esto, porque Cristo apareció a sus discípulos después de su resurrección y tuvo varios encuentros con ellos. Le hallamos dando evidencia a sus discípulos acerca de su realidad, cuando quedaron aterrados ante su súbita aparición, creyendo que era nada más que una ilusión:

"Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos." (Lucas 24:38-43)

Aquí tenemos una prueba definitiva de que Cristo era tan real y corpóreo después de su resurrección como lo era antes. El cuerpo que fue colocado en la tumba de José de Arimatea fue el cuerpo que después se levantó y apareció como "este mismo Jesús"-"yo mismo soy"-a los discípulos, quienes lo palparon y comieron con él. Esto es prueba de que los justos en la resurrección serán tan tangibles y corpóreos como lo fue él en aquella ocasión, puesto que ellos han de ser "semejantes al cuerpo de la gloria suya."

Algunos sugieren que la naturaleza de Cristo se transformó en esencia intangible después de su ascención, pero no hay nada que apoye semejante sugerencia. Tal suposición es enteramente gratuita y no merece atención. Se elimina por la evidencia de la realidad e indentidad de Cristo después de su ascención. Aun cuando esto no fuera así, la sugerencia sería sin fundamento.

En vista de que no hay ninguna declaración en el sentido de que Cristo cesó de ser corpóreo después de su ascención, la única alternativa racional es asumir que no hubo semejante cambio, y que Cristo fue y continúa siendo el mismo real aunque glorificado personaje que mostró sus manos y pies a sus discípulos. Pero el hecho de su continuación corporal está expresado en la declaración hecha por los ángeles a los discípulos justo antes de la ascención:

"¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo." (Hechos 1:11)

¿Qué entenderían los discípulos por "este mismo Jesus"? ¿No pensarían en el bendito Salvador que, unos pocos días antes, había comido pan delante de ellos y les había dicho que "un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo"? Indudablemente; y esperarían el tiempo de su reaparición, con las huellas de los clavos en sus manos y la marca de la herida en su costado, lo que es evidente, según Zacarías 13:6, será el tema de ansiosa curiosidad para los judíos que presencien su venida.

Por lo tanto, queda la prueba de que los justos en el estado resucitado serán corpóreos como su Señor y Maestro en vez de ser las entidades incorpóreas que la creencia popular imagina.Pero aunque no serán menos reales que el hombre mortal, los santos glorificados poseerán una naturaleza de otra clase.

En el estado actual son "cuerpos animales," pero entonces serán "cuerpos espirituales." He aquí la diferencia. Los cuerpos naturales o animales se conservan con vida por medio de la sangre, como dicen las Escrituras en Levítico 17:14: "Porque la vida de toda carne es su sangre." La sangre es el medio de vitalidad animal, de la cual se llena por medio de la acción del aire en los pulmones. El principio o "espíritu" de vida se aplica de este modo sólo de una manera indirecta.

La sangre es el agente vivificador inmediato; los cuerpos sostenidos por ella son simplemente cuerpos animales. La vida de ellos no es inherente; depende de una función compleja que se puede interrumpir fácilmente. Se aplica por medio de un proceso tan delicado que se estropea fácilmente ante influencias externas y circunstancias accidentales.

Por lo tanto, la vida es incierta, y la salud y vigor constantes son casi imposibles de lograr. Nuestra constitución física se deteriora con facilidad y estamos propensos a ser afligidos con angustiosos achaques y dolencias, que fácilmente se vuelven graves; de ahí la lucrativa profesión que adjudica la habilidad para "curar" la desafortunada humanidad. Ah, pero no la pueden curar. La enfermedad es demasiado profunda para la habilidad que ellos tienen. Está en la constitución misma del hombre; está en su sangre; está profundamente arraigada y es incurable. Todo lo que un médico puede hacer es parchar una mortalidad humanamente incurable.

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