jueves, 22 de diciembre de 2016

No atesoremos la gloria de esta Era

“NO ATESOREN USTEDES TESOROS EN LA TIERRA”
por Mario Olcese



Filibusteros que acumulan tesoros corruptos

Jesús dijo en Lucas 9:23, 24, “Si alguno quiere venir en pos mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz diariamente, y sígame.” Sí, las Escrituras declaran que “si sufrimos, también reinaremos con él...” (2 Timoteo 2:12).

Como Cristianos debemos cambiar nuestras esperanzas y amores de esta vida terrenal (aún algunas lícitas) y sus riquezas por una esperanza celestial de vida eterna. Este gran privilegio y recompensa nos costará algo; de hecho, esto nos costará a todos nosotros nuestros bienes terrenales y hasta la vida misma. Y, aunque no estamos obligados a ser pobres, la ambición principal en la vida Cristiana es acumular tesoros en el cielo. Jesús reprendió, “No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y el herrín corroen, y donde los ladrones entran y roban: sino guardaos para ustedes tesoros en el cielo … porque donde está su tesoro, allí está su corazón también …” (Mateo 6:19-21)

Además, Jesús dijo a sus discípulos, “Verdaderamente os digo, que un hombre rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.” (Mateo 19:23) Los ricos a menudo están satisfechos por la tierra y encuentran difícil dejar su riqueza terrenal.

La trampa de la riqueza es que nunca puede haber las suficientes. No hay un contentamiento o saturación en el corazón y en el deseo cuando se trata de dinero. Se desea siempre más y más. Así, usar la oración como un medio para pedir ganancias mundanas es pedir mal, salvo que sea para el pan de cada día, o para cumplir con las deudas con terceros. “Vosotros pedís y no recibís, porque pedís con motivos incorrectos, de modo que vosotros podáis gastarlo para vuestros placeres.” (Santiago 4:3 NAS).

En vez de tales cosas, deberíamos cultivar fruto espiritual como sabiduría, paz, paciencia por el Espíritu santo. Santiago 1:5; Lucas 11:13 Jesús dijo, “cualquiera que haya dejado casas ... o tierras, por causa de mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mateo 19:29).

Aquí Jesús claramente declara que a fin de ganar la recompensa celestial preparada por el Dios del cielo, debemos dejar todo. Jesús no quiso decir que deberíamos vender literalmente todo que poseemos, pero que querríamos de buena gana sacrificar tesoros terrenales, ambiciones, y reputación si la providencia de Dios nos ordena, de modo que Él pudiera ser glorificado en nuestras vidas.

Debemos preguntarnos: ¿estamos listos a sacrificar nuestro tiempo personal para servir al Señor? ¿Estamos listos a cambiar nuestros objetivos en la vida para satisfacer mejor el servicio del Señor? ¿Estamos dispuestos a ponernos de pie por la justicia aun si esto significa la pérdida de amistades? Si contestamos sí, y nos encontramos deleitándonos haciendo puramente lo bueno con el propósito de agradar a Dios, entonces estamos desarrollando en la semejanza de Dios---volviéndonos Sus agentes en la distribución de las generosidades celestiales que Él ha asegurado para todos que andan de acuerdo con Él.

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