miércoles, 10 de junio de 2009

Los sutiles falsos maestros

FALSOS MAESTROS INFILTRADOS

No podemos darnos cuenta de quién es un apostata por su apariencia, pues después de todo, cada líder “religioso” parece santo y sus obras se convierten en un brillante camuflaje. Se hacen expertos en la piedad fingida. Su máscara es demasiado convincente, con una apariencia de algún tipo de “espiritualidad”. Jesús mismo se refería a los falsos maestros como lobos vestidos de ovejas (Mateo 7: 15, 23: 27).

Existen hombres nada espirituales que ganan multitud de seguidores, imagínense como lo logran los falsos maestros que hacen un trabajo aceptable de imitar el fruto del Espíritu y se disfrazan a sí mismos como ministros de rectitud (II Corintios 11: 14-15). Parecen ser bastante sinceros. Se ven, suenan y parecen ser inofensivos. Saben cómo usar un lenguaje que suene espiritualmente bonito. Aún pueden hablar de la Escritura con cierta dosis de buenas cualidades. Conocen la verdad lo suficientemente bien como para usarla para sus propios fines, algunas veces cubriendo una verdad mientras que atacan la otra. Saben exactamente cómo ganar la confianza y la aceptación del pueblo de Dios.

Sus ataques contra la verdad son raramente abiertos y frontales. En cambio, ellos prefieren trabajar por debajo, perforando pequeños hoyos en los fundamentos de la verdad misma. Ellos realizan esto mediante sugerencias sutiles de redefiniciones, haciendo modificaciones astutas, o sugiriendo que el cristianismo contemporáneo necesita volver a imaginar, actualizar o simplemente deshacerse de la doctrina supuestamente obsoleta. Generalmente, ellos intentan parecer lo más inicuos posibles mientras inculcan la mayor cantidad de dudas que les sea posible. Esas dudas son como cartuchos de dinamita en los hoyos que perforaron en los cimientos. En realidad, ellos están trabajando hacia la demolición general de toda la estructura.

Cuando Judas en su epístola advirtió acerca de los falsos maestros que entran encubiertamente, él no estaba describiendo a todo un pagano que se escabulló por la puerta del costado bajo un disfraz y encubiertamente asistió a un solo culto en la iglesia. Él estaba hablando acerca de personas que ya habían ganado una amplia aceptación y respeto como miembros del rebaño. En los peores casos, hasta había logrado algún rango como líderes y maestros en la iglesia. Ahora estaban usando sus influencias para socavar la fe cristiana tranquila y sutilmente para sus propios fines malvados.

Aunque a primera vista estos hombres pueden haber parecido ser líderes válidos y respetables en la iglesia; de hecho eran el tipo más peligroso de falsos maestros. Eran parásitos espirituales, que se alimentaban de la iglesia para sus propios beneficios egoístas. A pesar de cualquier tipo de fachada espiritual que ellos deben haber usado, sus motivos reales eran los mismos que la perversión espiritual más gratuita y libertina. Entonces Judas estaba hablando acerca de la gente dentro de la iglesia, conocidos comunicadores que estaban a la mesa, que se veían seguros, que parecían lo bastante simpáticos, y eran bien conocidos por la gente de la congregación. Pero en realidad, eran cristianos falsificadores con un programa pernicioso.

Los falsos maestros y los saboteadores de la doctrina dentro de la iglesia, siempre han confundido a más personas y han hecho más daño que los adversarios abiertos de afuera. Es también bastante claro desde el registro bíblico, que los terroristas espirituales dentro de la iglesia, son una amenaza mucho más seria que las fuerzas hostiles que se manifiestan desde afuera. Desde el inicio de la iglesia, todos los ataques espirituales más mortales en contra del evangelio provienen de personas que pretendieron ser cristianas, no de ateos.

Los falsos maestros atacan con ideas “casi cristianas”. También los herejes se levantan todavía desde dentro de la iglesia, y todavía demandan reconocimiento y tolerancia por parte de los cristianos, mientras están trabajando arduamente para socavar los propios fundamentos de la verdad. Pablo dijo en Tito 1: 11 “a los cuales es preciso tapar la boca”. Ni Pablo ni ningún otro escritor del Nuevo Testamento, busca recurrir a la violencia, la fuerza física o el armamento carnal en la Guerra por la Verdad. Por el contrario, esas cosas son enfática y reiteradamente condenadas (Mateo 26: 52; II Corintios 10: 3-4). Pablo no está sugiriendo de ninguna manera que las bocas de herejes deben ser calladas a través de la fuerza física. Es necesario confrontar y refutar sus mentiras profundamente con la clara proclamación de la verdad.

La Escritura nos advierte clara y repetidamente que no cualquiera que declare creer en Jesús realmente lo hace. Jesús mismo dijo que muchos declararían conocerlo pero realmente no sería hacer (Mateo 7: 22-23). Satanás y sus ministros siempre se han puesto una máscara como siervos de justicia (II Corintios 11: 15). Nosotros no ignoramos su estrategia (II Corintios 2: 11). Después de todo, esta ha sido siempre su estrategia desde el comienzo.

Por lo tanto, es el colmo mismo de la necedad (y la desobediencia) para los cristianos de la generación actual, decidir de un momento para otro que en el nombre del “amor” debemos descartar cada idea aberrante acerca del evangelio e incondicionalmente acoger a cualquiera que declare ser cristiano. Hacer eso, sería concederle toda la batalla por la verdad al enemigo. Nosotros debemos continuar la pelea.

Tomado de un fragmento del libro Verdad en Guerra de John MacArthur

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