martes, 1 de noviembre de 2016

Castigo Eterno

Del libro La Cristiandad extraviada
por Robert Roberts
Castigo Eterno



Que los injustos perecen en la segunda muerte debe ser evidente de acuerdo a los numerosos testimonios citados en el capítulo anterior. Una teología paganizada se deleita en asignarlos a una existencia perpetua de tormento. Esta idea se basa en ciertas expresiones oscuras en el Nuevo Testamento que se supone la apoyan, pero las cuales, cuando se entienden correctamente, no tienen tan terrible significado. "El fuego que no se apaga" es una de estas expresiones; parece implicar la existencia consciente eterna de los inicuos, pero la reflexión mostrará que indica todo lo contrario. Si el fuego no se apaga, entonces no se puede evitar la destrucción. Esta frase se usa en este sentido en Jeremías 17:27, Ezequiel 20:47 y otros lugares.

Lo mismo se aplica al "gusano que no muere." Los gusanos de Herodes no murieron y la consecuencia fue que él murió (Hechos 12:23). Si los gusanos hubiesen muerto, Herodes se hubiera recuperado. Se afirma que los inicuos sufrirán "castigo eterno," pero esto no implica tormento interminable. La palabra griega aionios, traducida "eterno" no significa necesariamente una perpetuidad infinita. Acerca de la palabra aion, "época," de la cual se deriva el adjetivo aionios, Parkhurst observa: "Denota duración o continuidad de tiempo, pero con gran variedad. Por lo tanto, aionios significa "mientras dura la época," sin fijar la duración, lo cual se determina por la extensión de aquello que califica. En el caso que nos ocupa, se habla del castigo de los inicuos. Y como sabemos, por otros pasajes de la Escritura, que el castigo de la época de retribución termina en la muerte, se nos permite ver que la aion del castigo es sólo coextensivo con la duración de aquel castigo.

Algunos afirman que la aplicación de este principio a la frase "vida eterna" destruye la esperanza de la inmortalidad, haciéndola algo de posible terminación. Si nada se dijera fuera de la frase "vida eterna (aionios)," tendríamos un fundamento inseguro para la esperanza de vivir para siempre. En tal caso, sabríamos solamente que había una vida perteneciente a la época, una vida relativa a la época venidera de la intervención de Dios en los asuntos humanos; pero no sabríamos nada en cuanto a la naturaleza de esa vida o su duración. Pero no se nos deja en este estado tan inseguro.

Otros testimonios nos informan explícitamente que mientras el castigo aionios termina en la muerte, la vida que se conferirá en aquella misma aion es inextinguible:"Los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo...ni se casan ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles." (Lucas 20:35, 36)

"Ya no habrá muerte." (Apocalipsis 21:4)

"No perecerán jamás." (Juan 10:28)

"Destruirá a la muerte para siempre." (Isaías 25:8)

"Porque es necesario que...esto mortal se vista de inmortalidad." (1 Corintios 15:53)

Si la inmortalidad tuviese fin, no sería inmortalidad. La vida aionios es vida perpetua. Sabemos esto, no por el uso de la palabra aionios, que nada nos dice sobre el tema, sino por testimonios como los ya citados.

La segunda clase de personas que no alcanzan vida, son las que no han visto jamás la luz [paganos idólatras, retardados mentales y niños incapaces de entender], y por lo tanto, no la han rechazado jamás y por esa razón no pueden ser candidatos al juicio que aguarda a aquellos que han oído la palabra. ¿Qué se hará con ellos? Es común suponer que estarán entre los redimidos. Pero ¿quién puede abrigar semejante suposición, en vista del hecho de que son pecadores y ya están excluidos de la vida? Además, si la oscuridad y la ignorancia son un pasaporte al reino de Dios, ¿por qué envió Jesús a Pablo "para que [los gentiles] se conviertan de las tinieblas a la luz...para que reciban...herencia entre los santificados"? (Hechos 26:18).

Si la salvación es segura [pero no es segura] para los ignorantes, sería mejor dejar que permanezcan en ignorancia y no poner en peligro su destino eterno dándoles la responsabilidad del conocimiento. Debemos recordar que las circunstancias mismas que impiden a la clase en cuestión rechazar al Mesías, también les impide aceptar a aquel en quien hay esperanza y vida. No tienen ninguna de las responsabilidades de los que rechazan el evangelio, pero tampoco tienen ninguno de los privilegios de los creyentes instruidos y obedientes. ¿Qué, pues, pasa con ellos?
Pablo contesta la pregunta en Romanos 2:12: "Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán." Los paganos idólatras, retardados mentales y niños incapaces de entender no son responsables ante ninguna ley.

Por lo tanto, no serán levantados en la resurrección. La muerte pasa sobre ellos bajo la única ley que les atañe: la ley de Adán; y duermen para no ser más perturbados. Su situación se describe en el siguiente pasaje de Isaías 26:14:

"Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo."Una declaración similar se hace en Jeremías 51:57, con respecto a la aristocracia de Babilonia, quienes pertenecían precisamente a la clase de personas de la cual estamos hablando:

"Y embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus capitanes, a sus nobles y a sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos."

Dios es justo, y en esto su justicia queda de manifiesto. El no puede castigarlos con justicia ni tampoco puede recompensarlos con justicia; por lo tanto, los desecha.Esto completa la esencia de lo que ha de presentarse en referencia a la naturaleza condicional de la inmortalidad, como una dádiva que se conferirá en la resurrección. La proposición es clara y la evidencia concluyente. Que sea el feliz destino de todos los que leen estas páginas heredar la gloriosa dádiva.

[n.e., no debemos olvidar que hay individuos no idólatras que
hacen por naturaleza lo que de la ley, notemos también que se dice que algunos ignorantes serán juzgados en el día en que Jesús juzgara]

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