jueves, 24 de noviembre de 2016

Unitarios versus Trinitarios

Del libro ¿Desviados?
Dr. Laurence B. Brown

Unitarios versus Trinitarios



Y de hecho, muchos grandes pensadores han objetado: pensadores como el Obispo Pontino de Lyón (asesinado a fines del siglo II junto con todos los cristianos disidentes que solicitaron al Papa Eleuterio que diera fin a la persecución); Leónidas (seguidor del cristianismo apostólico y detractor de las innovaciones paulinas, asesinado en el 208 d.C.); Orígenes (quien murió en prisión en el 254 d.C. después de una tortura prolongada, por predicar la Unidad de Dios y rechazar la Trinidad); Diodoro; Pánfilo (torturado y asesinado en el 309 d.C.); Luciano (torturado por sus opiniones y asesinado en el 312 d.C.); Donato el Grande (nombrado Obispo de Cartago en el 313 d.C., fue luego el líder e inspiración de un movimiento unitario que creció para dominar el cristianismo en el norte de África con éxito, hasta que el emperador Constantino ordenó su masacre. Fueron borrados de forma tan absoluta que ha quedado muy poco de las Sagradas Escrituras de esta secta que llegó a ser tan importante); Arrio (el presbítero de Alejandría, cuyo lema fue “sigue a Jesús como él predicó”, asesinado por envenenamiento en el 336 d.C.); Eusebio de Nicomedia, obispo de Constantinopla que defendió el Arrianismo; sin mencionar más de un millón de cristianos asesinados por rehusarse a aceptar la doctrina oficial de la iglesia en el periodo inmediatamente posterior al Concilio de Nicea.

Ejemplos posteriores incluyen a Lewis Hetzer (decapitado el 4 de febrero de 1529), Michael Servetus (quemado en la hoguera el 27 de octubre de 1553, utilizando ramas verdes aún en crecimiento para producir un fuego agonizantemente lento)54(NE), Francis Davidis (muerto en prisión en 1579); Fausto Socino (muerto en 1604); Juan Biddle (que sufrió exilio en Sicilia y múltiples encarcelamientos, el último de los cuales aceleró su muerte en 1662).

Biddle, que consideraba que la terminología empleada por los trinitarios era “más adecuada para los ilusionistas que para los cristianos”55, estableció un muro de argumentos contra el asalto de la teología trinitaria de tal efectividad que, en al menos una ocasión, sus adversarios de debate arreglaron su arresto para evitar enfrentarlo cara a cara en un foro público56. Él dejó un legado de librepensadores que afirmaban la unidad divina, incluyendo a algunos de los líderes intelectuales de la época, como Sir Isaac Newton, John Locke, y John Milton.

Los días de Biddle en el exilio dieron también

predicar la Unidad de Dios y rechazar la Trinidad); Diodoro; Pánfilo (torturado y asesinado en el 309 d.C.); Luciano (torturado por sus opiniones y asesinado en el�312 d.C.); Donato el Grande (nombrado Obispo de Cartago en el 313 d.C., fue luego el líder e inspiración de un movimiento unitario que creció para dominar el cristianismo en el norte de África con éxito, hasta que el emperador Constantino ordenó su masacre. Fueron borrados de forma tan absoluta que ha quedado muy poco de las Sagradas Escrituras de esta secta que llegó a ser tan importante); Arrio (el presbítero de Alejandría, cuyo lema fue “sigue a Jesús como él predicó”, asesinado por envenenamiento en el�336 d.C.); Eusebio de Nicomedia, obispo de Constantinopla que defendió el Arrianismo; sin mencionar más de un millón de cristianos asesinados por rehusarse a aceptar la doctrina oficial de la iglesia en el periodo inmediatamente posterior al Concilio de Nicea.

Ejemplos posteriores incluyen a Lewis Hetzer (decapitado el . Los días de Biddle en el exilio dieron también origen a uno de los comentarios más conmovedores sobre la persecución religiosa, escrito por un corresponsal simpatizante de The Gospel Advocate [El Defensor del Evangelio]:

Se reunió el cónclave, el juez estaba listo, el hombre se sentó en el trono de Dios;�y juzgaron allí un asunto,�que sólo le corresponde a Él;
hicieron de la fe de un hermano un crimen,�y aplastaron el sublime derecho natural a pensar57.

En el transcurso de su vida, el Parlamento inglés intentó matar (asesinar literalmente) el movimiento de Biddle estableciendo la pena de muerte para aquellos que negaran la Trinidad (2 de mayo de 1648). El año de su muerte, el Parlamento aprobó el segundo Acto de Uniformidad y proscribió todo culto y todo clero no episcopal58. Bajo este acto, 2 257 sacerdotes fueron ejecutados entre el clero, y unas 8 000 personas murieron en prisión por rehusarse a aceptar la Trinidad.

Existe al menos un caso en el que, en la “sabiduría” selectiva de la iglesia, la población de un país entero fue condenada:
A comienzos del año, fue promulgada la más sublime sentencia de muerte que jamás se hubiera pronunciado desde la creación del mundo. El tirano romano deseaba que las cabezas de sus enemigos estuvieran todas sujetas a un mismo cuello, que él pudiera cortar de un solo tajo. La Inquisición ayudó a Felipe a poner las cabezas de todos los asuntos de Holanda sobre un mismo cuello con el. propósito de hacerlas rodar.

Para el 16 de febrero de 1568, una sentencia del Sagrado Oficio condenó a muerte a todos los habitantes de Holanda por herejes. De este destino universal sólo unas pocas personas, señaladas especialmente, fueron eximidas. Una declaración del Rey, fechada diez días después, confirmó este decreto de la Inquisición, y ordenó que fuera ejecutado de inmediato, sin distingo de edad, sexo o condición. Esta es probablemente la sentencia de muerte más concisa jamás tramada.

Tres millones de personas, hombres, mujeres y niños, fueron sentenciados al patíbulo en tres líneas, y era bien sabido que estas no eran amenazas vanas como algunas bravuconadas del Vaticano, sino medidas serias y prácticas que debían ser implementadas, por lo que el horror que debieron producir es fácilmente imaginable.

Y bajo este nuevo decreto, las ejecuciones ciertamente no disminuyeron. Hombres de las más altas y de las más humildes posiciones eran llevados a la estaca cada día, a cada hora. Alva, en una sola carta a Felipe, estimó fríamente el número de ejecuciones que habían sido llevadas a cabo inmediatamente después de terminada la Semana Santa en “ochocientas cabezas”. Muchos ciudadanos, cuyo único crimen era poseer grandes fortunas, se vieron de repente amarrados a la cola de un caballo, con sus manos atadas a la espalda, y llevados así a la horca. Pero si la riqueza era un pecado imperdonable, la pobreza rara vez probó ser una protección.

Siempre podían hallarse razones suficientes para condenar al trabajador hambriento tanto como al burgués opulento. Para evitar los disturbios ocasionados en las calles por las arengas frecuentes o las exhortaciones dirigidas a la concurrencia por parte de las víctimas durante su recorrido hacia el patíbulo, se inventó un nuevo tipo de bozal. La lengua de cada prisionero era atornillada con un anillo de hierro y luego quemada con un fierro ardiente. La hinchazón e inflamación resultantes evitaban que la lengua escapara del anillo, y por supuesto, impedían en efecto toda posibilidad de hablar59.

Apenas una década antes Carlos V, el Sacro Emperador Romano y Rey de España, recomendó que “todos [los holandeses] que se mantuvieran obstinados en sus errores fueran quemados vivos, y aquellos que fueran aceptados como penitentes fueran decapitados”60. De modo que ni siquiera los penitentes obtuvieron piedad.

La lista anterior catalogaba individuos que una vez fueron considerados por la Iglesia Católica como los herejes más relevantes, y por los cristianos unitarios como los mayores mártires de la causa de revivir las enseñanzas de Jesucristo. Algunos de los unitarios mencionados fueron asociados con movimientos de tal importancia que habían surcado países con rapidez, pero en todos los casos la Iglesia Trinitaria eventualmente obtuvo el dominio a través de una combinación de fuerza superior, tolerancia mínima, y voluntad de sacrificar por igual a hombres y mujeres por la causa de la purificación religiosa.
Si bien ambos utilizaban como guía el mismo libro, los cristianos unitarios y los trinitarios difícilmente podían diferir más en su metodología. El cristianismo trinitario condena todo lo que choque con la doctrina derivada, mientras que el cristianismo unitario condena todo lo que choque con la evidencia bíblica. El conflicto entre estos dos estándares es el corazón del debate.

La Iglesia Católica tuvo éxito en exterminar a los individuos disidentes, pero falló en suprimir los pensamientos y las fuertes pasiones que ellos expresaron. El mayor éxito se habría alcanzado si la Iglesia hubiera proporcionado argumentos que refutaran de forma racional y definitiva las dudas y retos propuestos, y hubiera establecido su autoridad a través de la superioridad intelectual y no de la tiranía. Sin embargo, la historia de la Iglesia documenta cerca de dos milenios de fracasos intentando derrotar los argumentos de los unitarios, para mayor descrédito de los trinitarios.

Pueden tomarse ejemplos de ello de la vida de Arrio, pero teniendo en cuenta que, con raras excepciones, quedan pocos libros sobre Arrio, en su mayoría escritos por sus enemigos. En consecuencia, las opiniones de muchos autores dejan ver un prejuicio cruel, y el único curso objetivo es examinar sus enseñanzas puras.

Quizás uno de los primeros argumentos de Arrio es que si Jesús fue el “hijo de Dios”, entonces debió haber una época en la que él no existió. Si Jesús fue creado del Padre, entonces debió haber una época cuando el Padre Eterno precedió al Jesús después creado. Por lo tanto, el Creador y Su creación no son el mismo, y Jesús no puede ser considerado socio en la Divinidad.

Arrio sostuvo que si Jesús realmente dijo “porque el Padre mayor es que yo” (Juan 14:28), entonces igualar a Jesús con Dios es negar la Biblia. Arrio sugirió que si algo es evidente de las enseñanzas de Jesús, es que él afirmó su propia humanidad y la inviolabilidad de la unidad divina.

Cuando el clero trinitario declaró que Jesús era “de la esencia de Dios”, Arrio y los cristianos trinitarios objetaron por igual, puesto que “de la esencia” y “de una (misma) esencia” son expresiones materialistas, sabelianas61(NE) en origen, no halladas en la Biblia, y contrarias a la autoridad de la iglesia (ya que esta expresión fue originada en el concilio de Antioquía en el 269 E.C.)62.

Cuando subsecuentemente la Iglesia Católica declaró que Jesús fue “de Dios”, los arrianos respondieron que la Biblia describe que toda la gente es “de Dios” en el versículo “Y todo esto es de Dios...” (2 Corintios 5:18; véase también�1 Corintios 8:6)63. Obligada a corregir sus palabras, la Iglesia declaró entonces que Jesucristo “no es una criatura, sino el poder y la imagen eterna del Padre y verdadero Dios”64. Los arrianos respondieron que la Biblia describe a todos los hombres como “imagen y gloria de Dios” (1 Corintios 11:7), dejando a la Iglesia confundida65. En palabras del teólogo británico Henry Melvill Gwatkin, “mientras más avanzaba el debate, más claro se hacía que el significado de la Biblia no podía ser definido sin ir fuera de las palabras bíblicas para definirla”66. Adoptar tal metodología es proponer que el hombre puede explicar la revelación mejor que la Fuente misma de la revelación.

Así se inició el debate y así ha continuado hasta hoy día. Después de fracasar a través de los argumentos racionales, la Iglesia Trinitaria suprimió violentamente la disensión al punto de que poblaciones enteras fueron aterrorizadas para que aceptaran la opinión trinitaria. En el proceso, la Iglesia fue incapaz de resolver estos asuntos. Como comentó Castillo, uno de los seguidores del teólogo del siglo XVI Miguel Servet: “Quemar a un hombre no es probar una doctrina”. Lo que significa que la Iglesia puede reducir a un hombre a cenizas, pero no puede eliminar sus argumentos a través de la refutación inteligente.

Como acción típica de aquellos que no tienen la habilidad de sustentar sus creencias pero poseen el poder de oprimir, el responder violentamente ha sido el reflejo histórico contra aquellos que han desafiado el credo trinitario. El que esta opresión exista en el vacío de justificaciones razonables debilita, en lugar de fortalecer, la institución. Como comentó John Toland: “Esta conducta, por el contrario, les hará sospechar que todo es una trampa y una impostura, puesto que los hombres naturalmente gritan cuando se les toca en una zona sensible... ningún hombre se enfurecerá frente a una pregunta que es capaz de responder...”67.

En palabras de H. G. Wells, “eran intolerantes con las preguntas o disensiones, no porque estuvieran seguros de su fe, sino precisamente porque no lo estaban. Querían que hubiera conformismo por razones políticas. Para el siglo XIII la Iglesia ya estaba morbosamente ansiosa por las dudas roedoras que podrían en verdad reducir a ruinas la estructura de sus pretensiones”68.

Pitágoras resumió el riesgo de expresar la opinión personal en tales circunstancias: “Hablar de Dios entre hombres de opiniones prejuiciosas no es seguro”. Los unitarios a través de la historia señalaron que Jesús mismo predicó: “Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y Así se inició el debate y así ha continuado hasta hoy día.

Después de fracasar a través de los argumentos racionales, la Iglesia Trinitaria suprimió violentamente la disensión al punto de que poblaciones enteras fueron aterrorizadas para que aceptaran la opinión trinitaria. En el proceso, la Iglesia fue incapaz de resolver estos asuntos. Como comentó Castillo, uno de los seguidores del teólogo del siglo XVI Miguel Servet: “Quemar a un hombre no es probar una doctrina”. Lo que significa que la Iglesia puede reducir a un hombre a cenizas, pero no puede eliminar sus argumentos a través de la refutación inteligente.

Como acción típica de aquellos que no tienen la habilidad de sustentar sus creencias pero poseen el poder de oprimir, el responder violentamente ha sido el reflejo histórico contra aquellos que han desafiado el credo trinitario. El que esta opresión exista en el vacío de justificaciones razonables debilita, en lugar de fortalecer, la institución. Como comentó John Toland: “Esta conducta, por el contrario, les hará sospechar que todo es una trampa y una impostura, puesto que los hombres naturalmente gritan cuando se les toca en una zona sensible... ningún hombre se enfurecerá frente a una pregunta que es capaz de responder...”67. En palabras de H. G. Wells, “eran intolerantes con las preguntas o disensiones, no porque estuvieran seguros de su fe, sino precisamente porque no lo estaban. Querían que hubiera conformismo por razones políticas.

Para el siglo XIII la Iglesia ya estaba morbosamente ansiosa por las dudas roedoras que podrían en verdad reducir a ruinas la estructura de sus pretensiones”68.
Pitágoras resumió el riesgo de expresar la opinión personal en tales circunstancias: “Hablar de Dios entre hombres de opiniones prejuiciosas no es seguro”. Los unitarios a través de la historia señalaron que Jesús mismo predicó: “Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí” (Juan 16:2-3).�
El establecimiento de la doctrina trinitaria por la cámara del inquisidor, el fuego, la espada, y el hacha del verdugo, no nos amenazan hoy día. En lugar de los horrores del pasado, ahora enfrentamos una variedad de justificaciones emocionalmente provocativas, acompañadas con una evasión sistemática de temas relevantes. Desarmados como están, gran parte del mundo cristiano moderno sigue el ejemplo de Myser de Nicolás, un obispo en el Concilio de Nicea que se tapó los oídos cada vez que Arrio habló.

Algunos sugerirán que la respuesta de los trinitarios a los desafíos de los unitarios no es muy diferente en la actualidad. El clero tiende a evadir el debate y envolver su teología en un manto de oratoria manipuladora y emocionalmente cargada, bordada con el brillo de la arrogancia moral.

Algunos son convencidos por la presentación santurrona y el discurso sectario repetitivo; otros no. Más de unas cuantas personas temerosas de Dios se cansan de esas tácticas psicológicas y buscan reexaminar las afirmaciones infundadas del pasado a la luz del conocimiento moderno y el análisis objetivo.

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