miércoles, 24 de mayo de 2017

Libro de Doctrina IDM Perú (2da P)




Lección 6
El ser humano

El ser humano es creación del Dios Único (Gen. 2:7), lo creó para que poblara y disfrutara la tierra para siempre (Gen. 1:28; Salmo 115:16). Las doctrinas de las Escrituras enseñadas por los maestros de la ley y los escribas en las sinagogas y por los sacerdotes en el templo fueron atesoradas por El Mesías Jesús y sus seguidores (Mat. 13:52; 23: 2-3; Juan 9:41).

La doctrina que enseña de qué está constituido el ser humano empieza en Génesis 2:7 "Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente."

Pablo se basa en esa misma doctrina: "Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente"  (1 Corintios 15:45)

Un ser viviente es una alma viviente (1 Reyes 15:29). Desde el primer capítulo de Génesis tanto aves como mamíferos y peces son llamados en el texto hebreo almas vivientes que significa seres vivos (compare con Eze. 47:9; Job 12:10). La palabra alma a veces denomina al cuerpo con vida (Luc. 12:19) y en otras a la vida misma (Job 33:22). Dios convirtió con su aliento o espíritu de vida el polvo de la tierra en un cuerpo de carne y hueso (Gen. 2:7). El hombre es carne sostenida por espíritu de vida (Gen. 6:17). Al exhalar el espíritu de vida el hombre muere (Gen. 25:8; Job 34:14-15). La resurrección es la acción inversa, es la entrada de espíritu de vida al cuerpo instantáneamente regenerado por Dios (Ez. 37:6). Obviamente Dios planea resucitar sólo al hombre.

Por tanto al morir, el hombre vuelve al polvo (Gen. 3:19) y se convierte en "morador del polvo" (Isaías 26:19) por que duerme en el hasta la resurrección (Daniel 12:2). En otras palabras, el hombre deja de existir hasta la resurrección (Job 19:26; Ezequiel 37:14). Si pertenece al Mesías "duerme en Cristo" (1 Tes. 4:14), es decir, con la garantía de las palabras de Jesús: "el que me cree aunque esté muerto vivirá" (Juan 11:25). No hay en la Escrituras hebreas el concepto de un alma que sobrevive a la muerte (Ecl. 9:5) y es puesta por Dios en tormento o dicha. Por tanto las parábolas y visiones proféticas deben ser interpretadas basados en la Ley y los profetas (Isaías 8:20).

El espíritu de vida es impersonal cuando es exhalado (Gen. 7:22) pero dentro del cuerpo es lo profundo y emotivo del hombre (Gen. 45:27) y junto con la mente es su yo personal (Marcos 2:8; 1 Corintios 2:11). Las Escrituras dicen que el "espíritu vuelva a Dios que lo dio" (Ecl. 12:7) lo que significa que la vida pertenece a Dios pues es su aliento (Job 34:14).

Lección 7
La Esperanza cristiana

Los creyentes en el evangelio son adoptados hijos de Dios (Juan 1:12) y son contados como coherederos con el Mesías (Rom. 8:17) que es en primer lugar el objeto de las promesas hechas a Abraham (Gal. 3:19). Dios le prometió a Abraham que sería heredero del mundo (Gen. 22:18; Rom. 4:13). Su simiente o descendiente sería puesto sobre las naciones para siempre (Gal. 3:16; Juan 8:57).

Nuestro Mesías Jesús hereda todas las naciones para bendecirlas con un reino justo (Mat. 24:14; Luc. 13:29). Él predicó este reino de Dios para invitar a los que crean, a entrar en él (Luc. 4:43; 6:20). El Futuro Rey Jesús ocupará el trono vacante de David y reinará con los apóstoles (Luc. 22:30) para siempre sobre un Israel reconciliado (Luc.1:32; Hch. 2:30). Israel será cabeza y modelo de las naciones (Eze. 37:25; Rom. 11:26). El Rey Jesús tomará el poder, la fortaleza y las riquezas en su segunda venida (Mat. 24:30; (Apo. 5:12), la toma del poder será violenta (2 Tesalo. 1:8).

La esperanza de la iglesia de Dios es recibir la inmortalidad cuando Jesús vuelva (Luc. 21:36; Juan 6:40). Con esta vida que no acaba los creyentes podrán ayudar a reinar las naciones para siempre (2 Pedro 1:11). Ese será el día de la manifestación de los hijos de Dios para liberación de la creación (Rom. 8:19). Los que sufran persecución por causa del evangelio del reino tendrán los más grandes puestos de autoridad (2 Tim 2:12; Apoc. 20:4). Ciudades serán repartidas (Luc. 19:17) y Jerusalén será la ciudad del gran Rey Jesús (Mat. 5:35). Con la fe en las promesas debemos vencer al mundo (2 Pedro 3:14) y debemos santificarnos para heredar el reino (1 Juan 3:3). El ancla de nuestra vida es esta esperanza (Hebreos 6:19).
Debemos prepararnos bíblicamente para dar razón de nuestra esperanza (1 Pedro 3:15).
Dios es galardonador de los que le buscan (Hebreos 11:6) y su galardón es vida para disfrutarla en el reino ( Rom. 2:7), ese galardón está en los cielos (Luc. 6:23), pero Jesús nos lo trae en su venida (2 Tim 4:8). Nuestro cuerpo o edificio inmortal está reservado en los cielos en los planes de Dios (2 Cor. 5:1). Nuestro derecho para entrar en el reino está en los cielos (1 Pedro 1:4; Apoc. 22:12) y esperamos que Jesús nos traiga la ciudadanía ( Filip. 3:20). Tanto los creyentes muertos como la última generación de discípulos seremos transformados (1 Cor. 15:51; 1 Tes. 4:16-17).

"Entrar al reino" (Mat. 5:20), "ver el reino" (Juan 3:3) tiene como sinónimos "entrar a la vida" ( Marc. 9:45-46), "heredar la vida" (Luc. 18:18-25) "ser salvo" (Mat. 19:25), "estar en el siglo venidero" (Lucas 18:29-30) recibir "la gloria de Dios" (Rom. 5:2) "que en nosotros a de manifestarse" (Rom. 8:18).

La Biblia entera está ajena a la idea de "ir al cielo al morir", no fue el leguaje cotidiano de la iglesia apostólica. Si no hay alma que sobreviva a la muerte en consecuencia no hay cielo al morir.

Lección 8
La Iglesia de Dios

La Iglesia o congregación es el grupo de hombres y mujeres (Gal.3:28) que reciben la semilla del evangelio para nacer de nuevo (1 Pedro 1:23), son lavados en el sacrificio de Jesús (Col. 1:14), y en el bautismo (Hechos 2:38) y perseveran en la doctrina del Mesías enseñada también por los apóstoles (Juan 15:7; Hechos 2:42). El Nuevo pacto con la casa de Israel (Jer. 31:31) fue celebrado con los apóstoles que eran judíos (Mat. 26:28). Dios mostró a Pedro la inclusión de los gentiles (Hechos 15:7).

La iglesia:
Nace de la unión del remanente de Israel (Rom. 11:15) que recibió la palabra de Jesús y lo reconoció como Mesías (Juan 1:12) y los no judíos que se convirtieron al Dios vivo (Hechos 26:20). No tiene una clase clerical (Mat. 23:8), los cinco ministerios son para servir a los santos (Efe. 4:12). Una vez muertos los apóstoles y profetas al terminar el primer siglo sobrevivieron tres ministerios.

Es conocida por el fruto del Espíritu (Col. 1:10) y por la doctrina apostólica basada en las Escrituras hebreas (Rom. 16:26). Fue redimida o comprada por el Cordero de Dios (Col. 1:14) por lo cual también es la Iglesia del Mesías (Mat 16:18). Cumple con la orden de comer del pan y beber de la copa en la Cena de Jesús hasta que vuelva (1 Corintios 11:26).

Fue planeada antes de la fundación del mundo para iluminar con buenas obras (Efe. 2:10), para predicar el Evangelio del Reino hasta el fin del siglo (Mat. 28:20) y para reinar para siempre con Jesús en la tierra (Santiago 2:5).
Es el cuerpo cuya cabeza es el Señor Jesús (Efe. 5:23). No tiene cabeza visible a nivel mundial. La iglesia es mansa, pacificadora (Mat. 5:5,9)y no se mezcla con la política (Juan 17:14).

Pablo le llama frecuentemente Iglesia de Dios (1 Cor. 10:32; 11:22) y algunas veces Iglesia del Mesías (Rom. 16:16). Es divisionista llamar a la Iglesia por muchos nombres. La iglesia está unida al Olivo de Dios donde la Raíz es Abraham y la rica sabía es la doctrina dada a los hebreos que nutre a los creyentes (Rom. 11:18). La iglesia es llamada "el pueblo de los santos del Altísimo" en la visión profética de Daniel, recibe el reino que le comparte el "hijo del hombre" (Daniel 7:18). La iglesia será librada del día de la Ira de Dios (1 Tes. 1:10).

Lección 9

La congregación de creyentes

Los creyentes en el Reino de Jesús deben apreciar su inclusión en el cuerpo (Col. 3:15) y entender que necesitan de otros miembros para su crecimiento espiritual (Efe. 4:16). Una es la bendición individual y otra es la bendición corporativa (1 Cor. 12:19). Heredamos el reino de Dios como cuerpo (Heb. 11:40). Por lo tanto congregar para honrar a Dios es nuestro deber y para nuestro beneficio (Hechos 2:47). El mínimo requerido es "dos o tres" creyentes (Mat. 18:23) que se edifiquen mutuamente (1 Cor. 14:26). Si los ministros son un regalo de Dios y necesarios para la edificación (Efe. 4:11) y ninguno de los dos congregantes lo es habrán de asociarse en lazos fraternales con un pastor y maestro ( 1 Tes. 5:12; Heb. 13:24) también llamado anciano por su experiencia y conocimiento de las Escrituras (1 Cor. 5:17).

El nuevo creyente se someterá y se sujetará al anciano (Heb. 13:17) pero considerando su conducta y su fe, si son dignas de imitar (Heb. 13:7). La vida ejemplar y virtuosa son las credenciales del anciano (Fil. 3:17; 1 Tim. 4:12) en caso contrario hay que apartarse de los tales (1 Tim. 6:5), los gustos y las preferencias de personalidad no son motivo para desasociarse (2 Tim. 1:15). El que es instruido hará partícipe de toda cosa buena (vestido y sustento) a su instructor (Gal. 6:6).

Los creyentes voluntariamente decidirán si permanecen como congregación doméstica (1 Cor. 16:19) o pasan a ser congregación pública (1 Tes. 1:8), para esto usarán el modelo bíblico de más de un anciano (Hechos 14:21; Tito 1:5; Sant. 5:14). Será muy sabio invitar a un ministro de experiencia solo para efectos de organizar la congregación (1 Tim. 5:21). La congregación bíblica solo tiene pastores y diáconos (Filip. 1:1). Los pastores son la máxima autoridad de la congregación (Hechos 15:22) y serán sustentados por ella si y sólo si se dedican a predicar y a enseñar (1 Tim. 5:17), si la dedicación del ministro es parcial recibirá alguna ofrenda (Filip. 4:3). Será decisión de la congregación asociarse fraternalmente a otras congregaciones (2 Cor. 8:19). Se debe descartar la idea de aglutinar miembros en una congregación, siempre es mejor organizar una nueva.

La congregación se reúne para:
Adorar al Padre, esto los identifica como verdaderos adoradores Juan 4:23). Crecer en el conocimiento de la doctrina del Mesías. Alabar a nuestro Señor Jesús Mesías. Planificar y promover la predicación del Evangelio del Reino (Rom. 1:8). Conmemorar la muerte redentora. Interceder por las necesidades de sus miembros. Cultivar el fruto del Espíritu.

El bautismo en agua no nos hace miembros de la congregación local. Se debe solicitar ser miembro. El bautismo nos hace miembros del cuerpo de Jesús el Cristo (1 Cor. 12:13; Gal. 3:27). El miembro no  puede dejar de pertenecer a una congregación por motivos que no incluyan las obras de la carne en él  (Rom 8:6). Cada congregación es autónoma e independiente y establece sus propias normas de convivencia (Gálatas 2:4). Ninguna buscará imponer ni exigirá que otras congregaciones cumplan sus normas (Gal. 2:14; Rom. 14:4).

Lección 10
La santificación del creyente

El creyente nace de nuevo por la palabra del reino implantada (1 Pedro 1:23), es por esta esperanza que se santifica (1 Juan 3:3) y como nueva criatura empieza a revestirse de Jesús adoptando su personalidad (Rom. 13:13). La personalidad de Jesús es la del único varón perfecto que cumplió la Ley (Juan 8:29,46). Los pastores y maestros deben cumplir con su deber de ayudar a forjar la nueva personalidad del nuevo creyente (Gal. 4:19) hasta su madurez cuando ya no será dependiente de los pastores (Efe. 4:12). La madurez es la capacidad de discernir la virtud o la maldad en las cosas de este mundo (Heb. 5:14).


El Señor Jesús modificó, interpretó y sintetizó la Ley para los suyos (Mat. 19:8; Marcos 7:19), Pablo captó esta Gracia dada a nosotros (Gal. 5:14). Nuestra justicia debe ser mayor que la de los escribas (Mat. 5:20). Debemos conocer la Ley como referencial (Rom. 7:1). Lo más importante de la Ley es la justicia, la misericordia y la fe (Mat. 23:23). La fornicación es el peor pecado pero empieza con el mal deseo (Mat. 5:28). El homicidio es un grave pecado pero empieza con la ira (Mat. 5:22). El robo es pecado pero empieza con el amor al dinero  (1 Tim. 6:10)

Nadie puede evitar ser tentado pero no obedecer al pecado en sus malos deseos es para la honra de Dios (Gal. 5:16; Sant. 1:12). La comunión con Dios en oración nos inspira para resistir la tentación (Mat. 26:41; Rom. 6:13). La lectura de la Biblia nos ayuda a mantenernos vigilantes (Sant. 1:25). El pecado es ofensa a Dios (1 Tim 6:1), transgresión de la Ley (Heb. 2:2) y desobediencia al Mesías (1 Cor. 8:12; 2 Cor. 11:3). El creyente ha descartado practicar el pecado (1 Pedro 2:1).

El alejamiento del pecado es la santificación, el fruto por excelencia (Rom 6:22). La santificación es en todo ámbito de la vida (1 Pedro 1:18). Cada uno debe santificar su manera de pensar, hablar, vestir y actuar, desechando la inmoralidad de modo que agrade a Dios (Juan 15:3). Cuidar solo nuestro vestido, nuestro obrar y medir nuestras palabras sin modificar nuestro pensamiento nos convertirá en hipócritas (Mat. 23:25). El vestido debe ser decente y recatado (1 Tim. 2:9). Pedro apóstol aconseja el desuso de adornos de oro y vestidos costosos (1 Pedro 3:3). Las palabras deben estar libres de corrupción (Mat. 12:36; Efe. 4:29) y el obrar debe ser en justicia (Mat. 5:16). El chisme es tan dañino como la mentira (1 Tim. 5:13).
El creyente que cometiere pecado que trastorne su comunión con Dios (1 Juan 2:1) deberá entrar a un periodo de restauración espiritual guiado por pastores o hermanos maduros (Gal.6:1). Este periodo concluirá cuando sea evidenciada buena salud espiritual (Sant. 5:20). Es cierto que el creyente no llegará a la incorrupción en esta Era (Mat. 26:41), pero la alcanzará cuando vuelva Jesús sí tiene el fruto de la santificación (1 Cor. 15:53).

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