viernes, 28 de agosto de 2009

¿Fue Hitler un cristiano?

¿Fue Hitler un cristiano?

por Dinesh D' Souza

Sufriendo bajo la vergüenza del sangriento legado de los regímenes comunistas ateos del siglo XX, ahora destacados ateos buscan desquitarse con los creyentes pintando a Adolfo Hitler y a su régimen nazi como teísta y específicamente, como cristiano.

Christopher Hitchens en su libro
Dios no es tan grande pinta a Hitler como un politeísta pagano —no exactamente un teísta convencional, pero teísta al fin. Sitios-web ateos proclaman rutinariamente que Hitler era un cristiano porque nació católico, porque nunca renunció su catolicismo y porque escribió en su Mein Kampf, "al defenderme yo del judío, estoy luchando por la obra del Señor." El escritor ateo Sam Harris escribe que "el Holocausto marcó la culminación de…doscientos años de fulminación cristiana contra los judíos" y que por lo tanto "con su conocimiento o no, los nazis eran agentes de la religión."

¿Qué tienen de persuasivo estos argumentos? En mi reciente libro en la lista de
best sellers del New York Times, titulado Lo grande del cristianismo (What's so great about Christianityhttp://www.assoc-amazon.com/e/ir?t=elnuevofederalis&l=ur2&o=1), detallo la historia completa del asunto con sus citas requisitas pero aquí comparto con ustedes la versión condensada. Hitler nació católico como Stalin nació en la Iglesia Ortodoxa Rusa y Mao se crió budista. Estos hechos no prueban nada ya que mucha gente rechaza su crianza religiosa como lo hicieron estos hombres. Desde una edad temprana, dice el historiador Allan Bullock, Hitler "carecía de tiempo para atender la enseñanza católica, la cual consideraba como una religión digna de esclavos y cuya ética detestaba."

Entonces, ¿cómo se explica la aseveración de Hitler al decir que su programa antisemita era un instrumento de la providencia divina? Mientras ascendía al poder, Hitler necesitaba el apoyo del pueblo alemán — tanto de los católicos bávaros como de los luteranos prusianos — y para asegurarse de ese apoyo se asía de frases retóricas como "Estoy realizando la obra del Señor." Decir que esta retórica hace un cristiano de Hitler es confundir el oportunismo político con la convicción personal. El mismo Hitler dice en
Mein Kampf
que sus discursos públicos tienen que ser entendidos como propaganda para mover a las masas, sin relación alguna con la verdad.

La idea nazi del Cristo ario que empuña la espada para limpiar la tierra de judíos — lo que los historiadores llaman "Cristianismo Ario" — era un intento obvio de romper con lo que entendía el cristianismo tradicional, algo que fue condenado por el Papa Pío XI en su momento. Más aun, el antisemitismo de Hitler no era religioso, era racial. Se ensañó con los judíos no por motivo de su religión — ya que de hecho muchos judíos alemanes vivían sus vidas laicas sin atención a su religión — los odiaba por su identidad racial. Su racismo era étnico y no religioso. El antisemitismo de Hitler fue uno seglar, sin religión.

Las charlas de sobremesa de Hitler, una colección bien reveladora de las opiniones privadas del
Führer, recolectadas durante los años de guerra por un ayudante cercano, muestran a Hitler como alguien extremadamente antirreligioso. Se refería al cristianismo como uno de los grandes "azotes" de la historia y al referirse a los alemanes decía "Sea este pueblo el único inmune a esta enfermedad." Prometía que "a través del campesinado podremos destruir al cristianismo." De hecho, Hitler les echaba la culpa a los judíos por haber inventado el cristianismo. También condenaba al cristianismo por su oposición al evolucionismo.

Hitler reservaba su oprobio particular a los valores cristianos de la igualdad y la compasión, los cuales él identificaba con la debilidad. Los consejeros principales de Hitler, como Goebbels, Himmler, Heydrich y Bormann fueron ateos que odiaban a la religión y que buscaban erradicar su influencia de Alemania.

Reconociendo el absurdo de igualar al cristianismo con el nazismo, Christopher Hitchens busca empujar a Hiter al campo religioso pintando su ideología como un "fenómeno cuasipagano." Hitler habrá sido un politeísta que le rendía culto a los dioses paganos, pero el politeísmo sigue siendo teísmo. Este argumento fracasa en distinguir entre el paganismo antiguo y el moderno. Es cierto que Hitler y los nazis derivaban mucho de arquetipos antiguos — principalmente de las leyendas nórdicas y teutónicas — para darle a su visión un aura mística. Pero esto fue un misticismo seglar, no un misticismo religioso.

Los germanos antiguos creían de verdad en los dioses paganos. Hitler y los nazis, por otro lado, dependían de los mitos antiguos en sus formas modernas según lo definieron Nietzsche y Wagner. Estos dos nunca creyeron en la veracidad de los viejos mitos. Wagner no creía en Wotan, el dios noruego ni Nietsche en Apolo. Para Hitler y los nazis los viejos mitos tenían valor porque estos podían darle profundidad y significado a una concepción del mundo racial y seglar.

En su voluminosa historia del Tercer Reich, el historiador Richard Evans escribe que "los nazis veían a las iglesias como las reservas más fuertes de oposición ideológica frente a los principios [nazistas] en los cuales creían." Una vez Hitler y los nazis ascendieron al poder desataron un duro ataque para debilitar y dominar las iglesias cristianas de Alemania. Evans apunta que después de 1937 las políticas del gobierno de Hitler comenzaron a ser crecientemente antirreligiosas.

Los nazis se abstuvieron de celebrar la Navidad y la juventud hitleriana recitaba una oración de acción de gracias al Führer por sus bendiciones, en vez de a Dios. A los clérigos "problemáticos" se les prohibía predicar, cientos de ellos fueron encarcelados y muchos otros simplemente asesinados. Las iglesias se encontraban bajo la vigilancia constante de la GESTAPO. Los nazis cerraron las escuelas religiosas, forzaron a las organizaciones cristianas a desbandarse, despedían a funcionarios civiles que fuesen cristianos practicantes, confiscaban la propiedad eclesiástica y censuraban a la prensa religiosa. El pobre de Sam Harris no puede explicar cómo una ideología que Hitler y sus asociados percibían como un repudio al cristianismo puede ser descrita como "la culminación" de ese mismo cristianismo.

Si el nazismo representó la culminación de cosa alguna, lo fue de la ideología decimonónica y de principio del siglo XX conocida como "Darwinismo Social." Lean el revelador estudio del historiador Richard Weikart,
De Darwin a Hitler. Como el mismo Weikart lo documenta, Hitler y Himmler fueron admiradores de Darwin, refiriéndose a si mismos como ejecutores de "la ley de la naturaleza" la cual garantizaba "la aniquilación de los inaptos." Weikart argüía que el mismo Hitler "se aprovechó del botín del pensamiento darwinista social para construir su propia filosofía racista y concluyó que aunque el darwinismo no es una explanación intelectual "suficiente" para explicar el nazismo, es una "necesaria." Sin el darwinismo tal vez el nazismo nunca hubiese existido.

Los nazis también aprendieron del filósofo Friedrich Nietzsche, adaptando su filosofía atea para sus nefastos propósitos. Los propagandistas nazis abrazaron ávidamente la visión nietzscheana del "superman" y su elevación de una nueva ética "más allá del bien y del mal." La noción nietzscheana de "la voluntad al poder" casi se convirtió en un eslogan para los reclutadores nazis. No estoy sugiriendo que Darwin o Nietzsche hubiesen aprobado las ideas de Hitler, pero sí que Hitler y sus verdugos aprobaban las ideas de Darwin y de Nietzsche. Harris simplemente ignora la evidencia de las simpatías nazis por Darwin, Nietzsche y el ateísmo. Entonces, ¿qué sentido podemos hacer de la aseveración que los líderes nazis fueron agentes de la religión, "con o sin pleno conocimiento"? La aseveración es una claramente disparatada.

Así que a la montaña de cadáveres creada por los regímenes caracterizados por su odio a Dios como los de Stalin, Mao, Pol Pot y otros debemos añadir la cuenta de los muertos del régimen nazi. Los nazis, así como los comunistas, buscaban crear un hombre nuevo y una nueva utopía libre de las cadenas de la religión y de la moralidad tradicional. Por eso llevaban a las iglesias y a los creyentes en sus mirillas. En un epígrafe anterior pregunté ¿Cuál ha sido la contribución del ateísmo a la civilización? Una respuesta: el genocidio.

No hay comentarios: