sábado, 1 de agosto de 2009
Adore a Dios Con Toda su Vida
Adore a Dios Con Toda su Vida
Romanos 12:1-2
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
Ni en este Monte ni en Jerusalén
En nuestro primer mensaje sobre la adoración, hace tres semanas, la idea central era, en primer lugar, que en el Nuevo Testamento existe una sorprendente indiferencia en cuanto al lugar y las formas externas en que se debe expresar la adoración a Dios: “…ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre, [sino] en espíritu y en verdad” (Juan 4:21-23). No en Samaria, sino en espíritu; y no en Jerusalén, sino en verdad. En segundo lugar, observamos una intensificación radical de la adoración como una experiencia interior, “este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí. ” (Mateo 15:8). La adoración, o es una experiencia con Dios, real y auténtica en el corazón, o nada es.
La Clave Para Adorar a Jesucristo es Darle su Justo Valor
En mi segundo mensaje, dos semanas atrás, trataba de mostrarles lo vital de toda esta experiencia interior de la adoración. Y lo hacía a partir de lo que nos dice Filipenses 1:20-21, que no es más que una exaltación de Cristo como nuestra ganancia, o el hecho de estar satisfechos con Dios en todo lo que él es para nosotros en Cristo. Pablo dijo que su anhelo era que Cristo fuera magnificado en su cuerpo, o por vida o por muerte, porque para él, el morir era ganancia. Por tanto, magnificamos a Cristo en la vida y en la muerte cuando lo apreciamos como una ganancia mucho mayor que todas las que este mundo pudiera ofrecernos.
El Servicio de Adoración no es Más que el Ser Servidos por Dios
Por último, la semana pasada, mientras usábamos el pasaje de Betel, usted pudiera haber pensado que no continuaríamos hablando de adoración; sin embargo, lo estábamos haciendo. No creo que deba pasar desapercibido el hecho de que llamemos servicio de adoración a lo que hacemos cada domingo en la mañana ¿Se ha preguntado porqué le llamamos así? ¿Qué es un servicio de adoración? La idea central de mi mensaje la semana pasada estaba basada en Hechos 17:25 y Marcos 10:45, y era que Dios no es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas; Y que Cristo no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Si alguna definición debe existir para el servicio de adoración, esta debe ser, primera y exclusivamente: el acto de ser ministrados por Dios.
Esto es sólo una manera de traer a colación y resaltar lo que aprendimos la semana pasada. Dios se magnifica cuando lo valoramos como el Tesoro más grande que tenemos sobre todas las cosas, y cuando venimos ante él con el deseo de declarárselo y de buscar más de él. Dios nos sirve al dar vida, aliento y todo cuanto es, llenando los espacios más recónditos de nuestro corazón. Podemos decir que adoramos a Dios de manera única y exclusiva, cuando sentimos hambre y sed de Dios como lo más preciado que tenemos. Y esto significa que adoramos, única y exclusivamente, al ser servidos por Dios. Le llamamos servicio de adoración porque el servicio comienza cuando Dios nos sirve y provee todo aquello que necesitamos tan desesperadamente, o sea, su propia persona.
Pero ya volveremos al mismo tema en las próximas semanas.
Vinculando Toda Nuestra Vida con la Adoración
Pero en esta mañana, lo que pretendemos es retomar una de las ideas que hemos estado exponiendo las semanas anteriores: si la esencia vital de esa experiencia interior que llamamos adoración, es el hecho de estar satisfechos en Dios o exaltar a Cristo como nuestra mayor ganancia, entonces podemos entender porqué Romanos 12:1-2 presenta toda nuestra vida como una constante adoración a Dios. Quizás recuerden cuando les hacía esta pregunta la semana pasada: ¿Qué es entonces la vida cristiana si Dios no puede ser servido por manos humanas sino que él ama servirnos a nosotros? ¿Qué tipo de vida es esta? Y la respuesta parecía ser que cuando nos levantamos en la mañana, lo primero que hacemos es sintonizar nuestros corazones con el Señor, luego vamos a él y renovamos nuestra satisfacción en él a través de su Palabra. Sólo entonces podemos comenzar el día con el ardiente deseo de expresar e incrementar esa satisfacción en todo lo que Dios es por nosotros en Cristo.
Vayamos al pasaje de Romanos 12:1-2, que establece un nexo entre toda nuestra vida y la adoración.
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
Un Sacrificio Activo que Vive y Se Mueve
El primer versículo de este pasaje nos dice que adoración no es sino presentar nuestros cuerpos a Dios como un sacrificio vivo y santo. Ahora bien, ¿qué significa? En los tiempos bíblicos, un sacrificio solía ser un cuerpo muerto, no vivo; así que Pablo usa el término vivo para mostrarnos que se está refiriendo literalmente a un sacrificio humano. Los sacrificios solían colocarse en el altar, los sacerdotes comían partes de él y ese era el fin del animal. Pero eso no es a lo que Pablo se refiere, porque al menos en tres ocasiones en Romanos 6 (versículos 13, 16 y 19) él habla de presentar nuestros cuerpos o a Dios de esta manera, de modo que nuestros miembros o sea, brazos, piernas, ojos, oídos y órganos sexuales, se conviertan en instrumentos de justicia. Por tanto, el sacrificio no es sólo vivo, sino que se mueve a todas partes y hace cosas en el mundo.
Entonces, ¿cómo es nuestro cuerpo un sacrificio? ¿Cómo podemos presentar nuestros cuerpos a Dios como un sacrificio? Creo que la mejor la respuesta la encontramos al observar el nexo que existe entre los versículos 1 y 2. Mi interpretación es que el versículo 2 es la explicación realista del versículo 1, que es más simbólico. El versículo 1 habla de los sacrificios y la adoración; mientras que el 2 nos habla de renovar nuestras mentes y de hacer la voluntad de Dios.
La manera explícita en que Pablo nos lo expresa es la repetición de la palabra aceptable en los versículo 1 y 2. El versículo 1 dice: “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios”; y el 2: “…transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. Así que es probable que exista un vínculo muy estrecho entre el acto de ofrecer nuestros cuerpos a Dios como un sacrificio aceptable, y el hacer su voluntad, lo cual es aceptable.
No Adaptados, sino Transformados
Si el versículo 2 es la probable explicación práctica del cuadro simbólico que encontramos en el 1, entonces vale la pena echarle una ojeada. Encontramos en este versículo un mandato negativo y otro positivo: en el primero se nos insta a no adaptarnos a este mundo; en el segundo, a transformarnos. Transformados, no adaptados. Dedique su vida cristiana al cambio constante. No se acomode ni permanezca en el estado de transformación que ahora tiene. Muchos cristianos tiran a la basura sus derechos como hijos de Dios al ser succionados por la fuerza de gravedad del mundo. La exhortación es clara: ¡transfórmense! Pablo está hablando de un crecimiento continuo en el presente, con la ordenanza negativa de no adaptarnos a este mundo.
Pero, ¿cómo sucede esto? ¿Cuáles son sus implicaciones? ¿Se trata acaso de estudiar detenidamente la manera en que el mundo se viste, lo que mira, lo que escucha, lo que compra, en qué se entretiene, y entonces hacer lo opuesto? Bueno, puede que se produzcan cambios en muchos de estos aspectos, pero no es esa la esencia del texto. Se nos dice: transformaos mediante la renovación de vuestra mente. No se trata de limpiar primero lo exterior de la copa, sino el interior. En otras palabras, la no adaptación y la transformación en lo exterior deben fluir desde una mente renovada. Transfórmense en la renovación de su mente.
Quizás usted diga: «Está bien, entonces se trata sólo de aprender a pensar de manera diferente a la del mundo y eso nos transformará totalmente de adentro hacia fuera». Bueno, eso también es verdad; pero hay una palabra en el versículo 2 que nos hace pensar que no es toda la verdad, y quizás pudiera no ser siquiera la verdad principal. Todo depende de lo que usted entiende por mente.
¿Cuál es la función de la mente según el versículo 2? ¿Cuál es el propósito de tener una mente renovada? Pensar de manera correcta es, sin dudas, esencial. Si usted piensa de manera ilógica, seguramente vivirá de manera incorrecta. Por ejemplo, pudiera pensar de la siguiente manera: Premisa 1: Muchos comerciales televisivos me instan a querer y consumir cosas que no necesito.Premisa 2: El hecho de ver más televisión hace que vea más comerciales de este tipo. Conclusión: Por tanto, mientras más televisión vea menor será la tentación de desear tener cosas que no necesito. Esto no es sino una manera ilógica de pensar y tarde o temprano lo hará vivir de forma incorrecta si usted no lo piensa mejor.
Comprobar y Aprobar
Pero no es ese el énfasis del versículo 2. Aquí encontramos una palabra muy importante cuyo significado necesitamos esclarecer. La RVR60 dice que Dios renueva nuestras mentes de manera que comprobemos “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Como pueden ver, la palabra clave es comprobar. Es una palabra tremendamente importante, que tiene dos implicaciones: La idea de verificar o demostrar la validez de algo; y la capacidad de medirlo y de reconocer su valor cuando lo vemos. Es muy difícil en nuestra lengua poder expresar ambas ideas con una sola palabra. De hecho, la New International Version en inglés lo hace usando dos palabras. Se refiere a la renovación de nuestra mente al decir: “There you will be able to test and approve what God’s will is –his good, pleasing and perfect will” [Así podrán comprobar (y aprobar) cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta]. Esa es la idea general: Comprobar y Aprobar.
Entonces, ¿cuál es la esencia del versículo 2? Creo que va mucho más allá del solo hecho de pensar correctamente, se trata de valorar correctamente. No sólo comprobar correctamente, sino aprobar correctamente. No sólo examinar correctamente, sino atesorar correctamente. Déjeme ver si puedo mostrarle la diferencia de la siguiente manera: tal vez sería posible enseñarle a una persona con poca educación, cómo reconocer algunas de las características del oro sin que sepa cuán valioso es este metal. Así pues, pudiera incluso emplear a esta persona por un dólar diario para que le ayude a cribar oro en un río; la persona reconocería con precisión las pequeñas piedras amarillas, aportándole a usted una ganancia de miles de dólares en pepitas de oro.
Pero no es de este tipo de renovación de la que nos habla Pablo. Él no nos está instando a que leamos cierta cantidad de libros o escuchemos algunos sermones para poder reconocer una buena obra y ponerla en práctica con disciplina. Está diciéndonos: sean renovados de manera tan profunda en sus mentes, que sean capaces, no solo de reconocer y tasar el oro cuando lo vean, sino también de amarlo, darle valor, atesorarlo. Es lo que nos quiere decir la Escritura en este pasaje (vea Romanos 1:28 y 14:22; 1ra a los Corintios 16:3).
Ahora podemos ver que este tipo de renovación es más que una lección de lógica. Si quiere saber si cierta sustancia es dulce, lo puede hacer razonando lógicamente: si es ámbar, pegajosa, viene de un panal, se cristaliza al entrar en contacto con el agua y hace brillar los ojos de un niño de dos años al ponerla en una tostada; entonces, inferimos, debe ser miel, y la miel es dulce. No es esa la única manera en que Romanos 12:2 quiere que distingamos la voluntad de Dios. La manera de saber si esta sustancia es dulce, es por el poder del paladar, no de la lógica.
Renovados en el Espíritu de Vuestra Mente
En Efesios 4:23 encontramos el paralelo más cercano a este versículo, aquí Pablo nos dice: y “que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente”. Esta es una frase muy rara, el espíritu de vuestra mente. Creo que significa algo así como la capacidad de nuestra mente para probar el espíritu de algo. Una de las razones por las cuales personas sencillas y sin instrucción viven de manera mucho más santa y recta que algunos cristianos muy instruidos, es porque sus mentes están más profundamente renovadas. Esto quiere decir que han sido tan profundamente renovados que pueden reconocer, y pudiéramos decir oler, lo podrido de la tentación mucho antes que otros y huir de ella antes que ocurra la más mínima contaminación. De la misma manera, pueden saborear y oler una hermosa oportunidad para amar antes que otros.
En otras palabras, la renovación de nuestro entendimiento es el cambio espiritual profundo que permite a nuestras mentes comprobar todas las cosas y darles su justo valor. En Efesios 4:18 Pablo nos dice que la ignorancia (de la mente) está enraizada en la dureza del corazón. Por tanto, si la mente es capaz de ser sabia y discernir la voluntad de Dios, el corazón debe ser suave y sensible a cualquier realidad espiritual. O sea, la renovación por la que Pablo aboga debe ser profunda e ir más allá de lo que un mero esfuerzo mental pudiera alcanzar. Es por eso que es tan absolutamente esencial la oración. La oración constante del cristiano debe ser: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley”(Salmos 119:18); y: “ilumina los ojos de mi corazón”(Efesios 1:18); y: “Dios, que yo pueda probar y ver que eres bueno”(Salmos 34:8) En otras palabras, es Dios quien debe renovarnos a través de su Palabra y de su Espíritu.
Una Mente Profundamente Renovada
Ahora volvamos al pasaje de Romanos 12:1-2 y veámoslo desde esta nueva perspectiva. La raíz de la vida cristiana, según el versículo 2, es una mente profundamente renovada; la cual no solo piensa de manera clara, también evalúa con veracidad, valora con exactitud, aprueba con fortaleza y atesora con pasión lo que es bueno, agradable y perfecto. Esto es sumamente importante para nuestra vida diaria porque el 95% de las cosas que hacemos durante el día, las hacemos sin intención lógica de largo alcance. Sencillamente actuamos de manera espontánea, según el espíritu de nuestra mente (Efesios 4:23), o al decir de Jesús, “de la abundancia del corazón” (Mateo 12:34). Por tanto, para vivir la vida cristiana con algo de autenticidad debemos entrar en un proceso de profunda transformación, mucho más profundo que el mero hecho de pensar de la manera correcta.
Entonces, el versículo 2 nos dice que esta profunda transformación de la manera en que evaluamos, aprobamos y valoramos la realidad, nos guía a una vida transformada que no es conforme al mundo. Ahora bien, esta conformidad no es solo algo externo o forzado, sino interno, natural y libre, que fluye de nuestros nuevos valores y maneras de ver la vida, directamente de aquello que atesoramos. Sin embargo, esto también provoca un cambio externo y nos pone en una situación de inconformidad con el mundo. Es entonces que nos sorprendemos haciendo cosas que Pablo llama la voluntad de Dios. El patrón de vida según el cual Dios nos está llamando a vivir debe estar en completa armonía con las nuevas capacidades que él nos da para aprobar lo que es bueno, hermoso y verdadero; así los como nuevos valores y lo que atesoramos. Hay cosas buenas, aceptables y perfectas (son diferentes maneras de hablar acerca de lo que Dios nos llama a hacer en contextos diferentes).
Ahora bien, ¿cómo se relaciona todo esto con el versículo 1? ¿Qué relación guarda con el sacrificio vivo de nuestros cuerpos ofrecidos a Dios, que es nuestro culto racional? En mi opinión, es sólo una manera de describir lo que representa esa ofrenda de adoración. El versículo 2 nos describe un sacrificio vivo porque a través de la renovación de nuestra mente muere toda la manera en que verificamos, evaluamos, aprobamos, valoramos, y atesoramos las cosas de este mundo. Entonces podemos decir como decía Pablo: “[…] el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo”(Gálatas 6:14). Así pues, la renovación de nuestro entendimiento es la muerte de los viejos valores y la entrada en nuestras vidas de valores totalmente nuevos. Es la muerte de nuestra antigua manera de atesorar las cosas de este mundo, léase televisión, comida o dinero, y el renacer de nuevos capullos espirituales en nuestras vidas.
Dios es Mi Tesoro que Todo Satisface
Por tanto, nuestro culto racional es venir delante de Dios cada día y decirle: «Oh Dios, no existe mayor deseo en mí que aprobar lo que es más digno, valorar aquello que es de más valor, atesorar lo más valioso, admirar lo más hermoso, odiar lo más aborrecible y aborrecer todo lo que no te agrade. Me declaro muerto a todo aquello que es carnal, mundano y nocivo a mi alma. Renuévame, oh mi Dios. Despierta y vivifica en mí la capacidad de verificar lo que es correcto».
Digamos: «Me entrego a ti en cuerpo y alma. Hazme un instrumento de tu gloria en este mundo. Que toda esta renovación que has estado obrando en mi interior salte hacia el exterior. Este es mi culto racional. Para mostrar a este mundo que sólo tú me satisfaces completamente y que eres mi único tesoro».
Que sea esta su oración a Dios. Ahora volvamos al principio. La esencia de la adoración es estar satisfechos en Dios y poner en alta estima a Cristo como nuestro Tesoro. Los versículos en Romanos 12:1-2 no contienen un mensaje diferente. He aquí el verdadero significado de tener un entendimiento renovado. El entendimiento renovado percibe, aprueba, atesora y exalta la voluntad de Dios (y por tanto, transforma toda nuestra vida), porque, en primer lugar y sobre todo, el entendimiento renovado percibe, aprueba, atesora y glorifica a Dios.
Y hacer la voluntad de Dios hace que él resplandezca con mucho más fulgor en su gloria. “Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.(Mateo 5:16) Toda nuestra vida es el resplandor de lo que en verdad apreciamos, valoramos y atesoramos. Por tanto, toda la vida es adoración; ya sea de Dios o de cualquier otra cosa.
Así pues, sean transformados mediante la renovación de sus mentes. Glorifiquen a Dios en todo cuanto él hace y en todos sus caminos. Declárense muertos al viejo entendimiento y ofrézcanse a Dios como sacrificios vivos que él pueda usar para mostrarse a este mundo con todo el resplandor de quien es y con todo su valor en sus vidas. Adoren a Dios con todas sus vidas.
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© Desiring God
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