martes, 10 de febrero de 2009

Pruebese, si está en la fe


QUE MENSAJE SE PREDICA EN SU CONGREGACION?
Ing. Mario Olcese Sanguinetti  
La pregunta: ¿qué mensaje está escuchando usted en su iglesia? equivale a preguntar, ¿qué evangelio ha creído usted para su salvación? Y es que es trágico que la mayoría de los que asisten a la iglesia no se pregunten si lo que enseña su Pastor es lo mismo que enseñó Jesucristo y sus discípulos a sus audiencias del primer siglo. Esta pregunta es vital, porque Jesús vino a predicar un mensaje singular y divino que conduce a la vida eterna (Juan 6:68). Este mensaje es el evangelio del reino o buenas nuevas de salvación (Rom. 1:16), y se nos pide creer en este mensaje para ser salvos (Marcos 16:15,16). De modo que el evangelio verdadero salva al que lo cree de corazón. ¿Pero qué sucede cuando alguien cree en un falso mensaje o en un evangelio trucado? ¿Podrá acaso esa fe en un evangelio adulterado salvarle? Pablo fue enfático al decir: Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (Gál. 1:6-9). Así que el asunto de resguardar el evangelio original es de vital importancia, y todo aquel que lo cambie con evangelios falsos, son ANATEMAS, es decir, MALDITOS. Hoy estamos repletos de predicadores malditos, de siervos desleales que predican evangelios de demonios que los conducirán finalmente a la ruina total y a todos los incautos que los aceptan como verdaderos.
 Parece que los Bereanos modernos escasean, es decir, los creyentes fieles y serios que se ciñen a la Palabra revelada. Hoy, los “creyentes” contemporáneos están buscando mensajes agradables a sus oídos, buenas nuevas que les ofrezcan para esta vida grandes bendiciones y no sufrimientos, comodidad y no sacrificio, placer y no desdicha, riqueza y no pobreza. Este tipo de mensajes son los que más atraen a las masas que buscan escapar automáticamente de sus miserias, o de sus actuales frustraciones, y que no están dispuestas a esperar hasta la venida de Cristo para ver sus más caros anhelos hechos realidad, o que no quieren atender primero las exigencias del Señor para la vida presente. Dice Pablo de éstos: Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Tim. 4:3-5). Aquí habla Pablo de personas que no tendrán interés por la sana doctrina, sino por los mensajes que alimenten sus liviandades. Mensajes que atizan sus avaricias, y sus deseos carnales, y no las aspiraciones espirituales imperecederas. Así, pues, millones son engañados a través de evangelios diabólicos predicados por los evangelistas de la prosperidad, de la riqueza presente, del reino ahora.
 Deténgase a pensar
 Es hora de que usted haga una pausa y reflexione con la Biblia en la mano si lo que enseña su pastor favorito en algún programa religioso de TV, como es el caso de “Enlace TV”, es Escritural o no. No es sabio que usted acepte automáticamente todo lo que se le dice sin antes verificarlo con la Biblia. Sólo  cuando usted proceda tal como le estoy diciendo, usted se llevará una gran sorpresa al descubrir que un alto porcentaje de los mensajes que se predican hoy, jamás fueron proclamados por Jesús o cualquiera de sus apóstoles en el primer siglo. El mensaje central de Cristo, que giró alrededor de su muerte, y resurrección al tercer día, y también en torno de su reino de justicia el que no ocupa el primer lugar en los sermones centrales de las iglesias. De hecho, el reino de Dios no es el tema de los sermones de hoy, y ni siquiera es lo primero que buscan los cristianos contemporáneos, a pesar de que Jesús nos mandó a buscarlo primeramente antes que cualquier otra cosa (Mateo 6:33). ¿Qué ha pasado con el evangelio original? ¡Simplemente no es atrayente ni “comercial”! La gente quiere vivir un reino ahora, y no en un reino utópico del futuro.
 La verdad es que los predicadores fraudulentos de hoy no pueden ofrecer un reino glorioso venidero porque el reino glorioso de ellos lo pueden vivir ahora, como príncipes llenos de riquezas y comodidades (jugosas cuentas bancarias). Ellos te dicen que tú puedes ser un príncipe en esta vida si “siembras tu semilla” fielmente. Para los evangelistas ricos sería una incongruencia ofrecerles a sus oyentes la gloria y las riquezas futuras del reino mesiánico, si las pueden vivir ahora y en abundancia. Esta es la razón por la que el evangelio original ha sido convenientemente sustituido por un evangelio de la prosperidad para todos hoy. Es la misma creencia equivocada que tuvieron algunos cristianos del siglo I, quienes suponían que ya estaban viviendo en el reino como reyes poderosos y ricos (1 Cor. 4:8).

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