lunes, 23 de febrero de 2009

Escritos Apostolicos contra judaizantes

                           

Herejes judaizantes. Cuánto convendría a tantos hacer más caso de lo que estos conocedores de los mismos apóstoles (como es el caso de Ignacio de Antioquia) o de los diáconos que vieron a los apóstoles nos dicen sobre este tema tan de actualidad, y más cuando se está jugando uno su salvación eterna. No se discute el hecho de que un judío viva como judío su cristianismo, pero si el hecho de que un gentil, por una clara falta de identificación con Jesús, judaice.

"No os dejéis seducir por doctrinas extrañas ni por 
fábulas anticuadas que son sin provecho. Porque si incluso en el día de hoy vivimos según la manera del Judaísmo, confesamos que no hemos recibido la gracia; porque los profetas divinos vivían según Cristo Jesús" (Ignacio de Antioquia, Carta a los Magnesios 8)

"Es absurdo hablar de Jesucristo y al mismo tiempo practicar el Judaísmo. Porque el Cristianismo no creyó (se unió) en el Judaísmo, sino el Judaísmo en el Cristianismo, en el cual toda lengua que creyó fue reunida a Dios" (Ignacio de Antioquia, Carta a los Magnesios 10)

"Pero si alguno propone el Judaísmo entre vosotros no le escuchéis, porque es mejor escuchar el Cristianismo de uno que es circuncidado (de un judío creyente en Jesús, como era el caso) que escuchar el Judaísmo de uno que es incircunciso (de un gentil judaizante). Pero si tanto el uno como el otro no os hablan de Jesucristo, yo los tengo como lápidas de cementerio y tumbas de muertos, en las cuales están escritos sólo los nombres de los hombres" (Ignacio de Antioquia, Carta a los Filadelfianos 6)

"Los que se llaman 
Ebionitas confiesan que el mundo fue hecho por Dios, pero respecto al Señor enseñan los mismos mitos que Cerinto y Carpócrates. Usan sólo el Evangelio según Mateo, y rechazan al Apóstol Pablo pues lo llaman apóstata de la Ley. Exponen con minucia las profecías; y se circuncidan y perseveran en las costumbres según la Ley y en el modo de vivir judío, de modo que adoran a Jerusalén como si fuese la casa de Dios. (Ireneo de Lión, Contra las Herejías, Libro I, 26:2)

"Los 
Ebionitas usan sólo el Evangelio de Mateo, mas el mismo les prueba que ellos presumen de una falsa opinión acerca del Señor" (Ireneo de Lión, Contra las Herejías, Libro III, 11:7)

"Luego los Apóstoles anunciaban a los gentiles al Hijo de Dios a quien ellos ignoraban, y su venida a quienes ya antes habían sido educados acerca de Dios. Pero no introducían a otro Dios. Pues si Pedro hubiese conocido a otro, libremente habría predicado a los gentiles: «Uno es el Dios de los judíos, y otro el de los cristianos»; y ellos, espantados por la visión del ángel, habrían creído todo cuanto se les dijese. Mas por las palabras de Pedro es evidente que conservó el mismo Dios que ellos habían conocido de antemano; pero dio testimonio ante ellos de Jesucristo Hijo de Dios, juez de vivos y muertos, en cuyo nombre mandó bautizarlos para el perdón de los pecados (Hech 10,42-43.48). Y no sólo esto, sino que además dio testimonio de que Jesús mismo es Hijo de Dios, ungido por el Espíritu Santo, y por eso se le llama Cristo. Es el mismo que nació de María, como lo supone el testimonio de Pedro" (Ireneo de Lión, Contra las Herejías, Libro III, 12:7)

"Además, quienes dicen que era un simple hombre engendrado por José 
(Algunos Judaizantes -Ebionitas- negaban la Divinidad del Señor), perseverando en la servidumbre de la antigua desobediencia mueren, por no mezclarse con el Verbo de Dios Padre, ni participar de la libertad del Hijo, como él mismo dice: «Si el Hijo os libera, seréis libres en verdad» (Jn 8,36). Desconociendo al Emmanuel nacido de la Virgen (Is 7,14) se privan de su don, que es la vida eterna (Jn 4,10.14); no recibiendo al Verbo de la incorrupción, permanecen en la muerte carnal; y son deudores de la muerte, no recibiendo el antídoto de la vida. A ellos les dice el Verbo, exponiéndoles el don de su gracia: «Yo dije: todos sois dioses e hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis» (Sal 82[81],6-7). Esto dijo a quienes no recibían el don de la filiación adoptiva, sino menospreciando la encarnación por la concepción pura del Verbo de Dios, privan al hombre de su elevación hacia Dios, y así desagradecen al Verbo de Dios hecho carne por ellos. Para eso se hizo el Verbo hombre, y el Hijo de Dios Hijo del Hombre, para que el hombre mezclándose con el Verbo y recibiendo la filiación adoptiva, se hiciese hijo de Dios. Porque no había otro modo como pudiéramos participar de la incorrupción y de la inmortalidad, a menos de unirnos a la incorrupción y a la inmortalidad. ¿Pero cómo podíamos unirnos a la incorrupción y a la inmortalidad, si primero la incorrupción y la inmortalidad no se hacía cuanto somos nosotros, «para que se absorbiese» lo corruptible en la incorrupción y «lo mortal» en la inmortalidad (1 Cor 15,53-54; 2 Cor 5,4) «para que recibiésemos la filiación adoptiva» (Gal. 4,5)?" (Ireneo de Lión, Contra las Herejías, Libro III, 19:1)

"También 
(Dios) juzgará a los Ebionitas. ¿Cómo podrán salvarse si no es Dios aquel que llevó a cabo su salvación sobre la tierra(puesto que negaban estos judaizantes la Divinidad del Señor) ¿Y cómo el ser humano se acercará a Dios, si Dios no se ha acercado al hombre?" (Ireneo de Lión, Contra las Herejías, Libro IV, 33:4)

"También están locos los 
Ebionitas cuando rechazan la unión de Dios y del hombre, porque no lo reciben por la fe en su alma. Perseveran en el viejo fermento de su viejo origen, y no quieren comprender que el Espíritu Santo descendió sobre María, y el poder del Altísimo la cubrió. Por eso el que fue engendrado es santo e Hijo de Dios Altísimo, Padre de todas las cosas, el cual, llevando a cabo la encarnación, reveló un nuevo nacimiento. Pues así como por el viejo nacimiento heredamos la muerte, así por este nacimiento heredamos la vida" (Ireneo de Lión, Contra las Herejías)

"Por lo tanto 
la Iglesia engendra un gran número de frutos, es decir, de salvados, porque ya no es un intercesor -Moisés- ni un mensajero -Elías- quienes nos salvan sino el Señor en persona, que da más hijos a la Iglesia que a la Sinagoga del pasado, como predijo Isaías con estos términos: Regocíjate, estéril, que no dabas a luz -y estéril es la Iglesia que antes no había dado hijo alguno a Dios- grita y dama, tú que no has tenido los dolores porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los hijos de la que tenía marido (Is 54,1; Ga 4,27). Y la antigua Sinagoga tenía por marido la Ley" (Ireneo de Lión, Demostración de la Predicación Apostólica, 94)

"Ahora bien, dado que por esta llamada se nos ha dado la vida y Dios ha restaurado en nosotros la fe de Abrahán en Él,
no debemos volver atrás, es decir, a la antigua Ley. Porque hemos acogido al Señor de la ley, el Hijo de Dios, y por medio de la fe en Él aprendemos a amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Pues el amor a Dios excluye todo pecado y el amor al prójimo no causa mal a nadie" (Ireneo de Lión, Demostración de la Predicación Apostólica, 95)

"Por lo tanto 
no necesitamos de la ley como pedagogo; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la justicia y honestidad. La Ley, en efecto, no afirmará más: no cometer adulterio a aquel que ni siquiera ha deseado la mujer de otro; o no matar a aquel que ha erradicado de sí la ira y la enemistad; o no desear el campo de tu vecino, su buey o su asno a los que no tienen ambición por las cosas terrenas sino que acopian provisiones para el cielo; ni siquiera ojo por ojo, diente por diente a quien no tiene enemigos y a todos trata como prójimo y por eso no levanta la mano para vengarse; no exigirá los diezmos de quien ha consagrado a Dios todos sus bienes y ha dejado padre, madre y toda su familia para seguir al Verbo de Dios. Ya no mandará guardar un día de descanso al que todos los días observa el sábado, es decir, al que rinde culto a Dios en el templo de Dios que es el cuerpo del hombre y practica siempre la justicia" (Ireneo de Lión, Demostración de la Predicación Apostólica, 96)

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