sábado, 21 de febrero de 2009

Detecte la apostasia



Diecisiete señales

DE LA GRAN APOSTASIA

de los últimos días

Este es un tema que muy poco se trata en la iglesia

contemporánea. Los predicadores entusiastas, neopentecostales,

carismáticos, y MUCHOS pentecostales,

principalmente los evangelistas que recorren las iglesias,

hablan de grandes avivamientos que ocurrirán

precediendo la segunda venida del Señor. César

Castellanos afirma que:

“Hemos recibido la Palabra en el sentido de que en

los años venideros habrá gente hambrienta por

conocer el mensaje de salvación, millones y

millones correrán por las calles demostrando su

deseo de saber de Cristo…” 1

También afirma con tonos enajenantes:

“Las congregaciones de tipo parroquial en las que

no hay más de 200 personas no estarán en el

modelo porque cada iglesia será de mínimo cien

mil miembros, con un pastorado especializado

coordinado a través del modelo de los doce

impactando a toda una ciudad o a toda una

nación.” 2

Los proponentes de la “Teología de la

Reconstrucción” o “El Reino ya”, que es prima hermana

de las enseñanzas de Castellanos, afirma que Cristo no

vendrá hasta que la Iglesia haya conquistado el mundo

por medio de la conversión de todas las gentes.

Pero, el Nuevo Testamento no habla de grandes

avivamientos anticipando la segunda venida de Cristo,

sino de una gran apostasía. Con respecto a la segunda

venida de nuestro Señor y nuestra reunión con El, el

apóstol Pablo escribió: “Nadie os engañe en ninguna

manera; porque no vendrá sin que antes venga la

apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de

perdición” (2 Tesalonicenses 2:1-3). A Timoteo, el

mismo apóstol le escribió: “Pero el Espíritu dice

claramente que en los postreros tiempos algunos

1 César Castellanos, Sueña y ganarás el mundo, G12 Editores, Miami,

2003, p.201.

Ibid., p.200.

apostatarán de la fe escuchando a espíritus engañadores

y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1), y ya antes

le había dicho: “También debes saber esto: que en los

postreros días vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo

3:1).

La apostasía en La Biblia, tanto en el Antiguo como

en el Nuevo Testamentos, se caracteriza por lo siguiente:

Uno: El abandono de la fe, a fin de seguir lo que el

mundo ofrece. El apóstol Pablo dijo de Demas: “Porque

Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha

ido…” (2 Timoteo 4:10). Por lo tanto, la apostasía es un

abandono intencional de la fe cristiana, por considerar

que el mundo con sus atractivos es superior. El apóstata

hace una comparación entre la Iglesia y el mundo, Cristo

y el diablo, el cielo y el infierno, la santidad y el placer,

y se decide por el mundo, el diablo, el infierno y el

placer. Este fue el caso no sólo de Demás, sino de Israel

en el Antiguo Testamento con sus muchas apostasías.

Dos: Por la revoltura que se hace de la fe cristiana

con las costumbres, creencias y estilos que predominan

en el mundo: es decir, es una mezcla de ambos para

generar una religión híbrida. Este es el tipo de apostasía

más peligroso. Etimológicamente, apostasía entre los

antiguos griegos quería decir: “Salirse del camino,

continuar caminando paralelamente al camino real

pensando que se transita por él, pero arribando a un

destino distinto.” “Apostasía” es un término alarmante

que los eruditos y hombres genuinos de Dios están

sonando con sus trompetas para despertar a la iglesia.

Pero, gracias a todas las drogas soporíferas que la iglesia

ha venido consumiendo con extraordinario deleite, no se

le puede despertar de su profundo letargo. Y si es que no

lo sabemos, “letargo” (griego, λήθαργος) no es una

siesta vespertina, sino “el síntoma de varias

enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas,

caracterizado por un estado de somnolencia profunda y

prolongada.” Muchos transitan por un camino religioso,

se divierten en él, se sienten realizados, son entretenidos

con repertorios carentes de sentido y contenido bíblico,

“Apostasía” es un término alarmante

que los eruditos y hombres genuinos de Dios están

sonando con sus trompetas para despertar a la iglesia.

Pero, gracias a todas las drogas soporíferas que la iglesia

ha venido consumiendo con extraordinario deleite, no se

le puede despertar de su profundo letargo. Y si es que no

lo sabemos, “letargo” (griego, λήθαργος) no es una

siesta vespertina, sino “el síntoma de varias

enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas,

caracterizado por un estado de somnolencia profunda y

prolongada.” Muchos transitan por un camino religioso,

se divierten en él, se sienten realizados, son entretenidos

con repertorios carentes de sentido y contenido bíblico,

asisten a iglesias donde los pastores tienen la diabólica

habilidad de hacer que todos se sientan bien con sus

bufonadas. Pero, no transitan por el camino real que es

Cristo, sino por el paralelo que les lleva a un destino de

condenación.

 Joel Osteen, pastor de la mega iglesia de Houston,

Texas, que heredó de su padre (porque ahora las iglesias

son propiedad de los pastores y cuando ellos se retiran

instalan a sus hijos aunque no valgan un sorbete),

prometió solemnemente a su congregación que “nunca

en la vida usará en sus mensajes la palabra ‘pecado’.”

De esta manera, todo el que asista a su iglesia se sentirá

bien cómodo en el aglutinamientos de anatomías que

ahora se denominan “iglesia”.

Las evidencias de que la iglesia cruza por un

momento de clara apostasía son muchas, entre ellas:

 La vida frívola de los cristianos.

 La insensibilidad hacia la santidad de Dios.

 La naturalidad con que se practica el pecado.

 La introducción en la iglesia de cuanto estilo de

adoración extravagante y ridículo que va

surgiendo.

 El desprecio declarado hacia la sana doctrina.

 Desprecio a la instrucción. De ahí, la eliminación

de la Escuela Dominical.

 La marcada indiferencia hacia la Palabra de Dios.

 El materialismo de las iglesias, ministros y

miembros.

 Las competencias para ver quién tiene la iglesia

más grande.

 El número alarmante de ministros que caen en

adulterio, que se divorcian, y que siguen

inamovibles en sus púlpitos.

 El concepto tan bajo que el mundo secular tiene

de las iglesias, de los ministros y de los

cristianos.

 Los estilos de adoración sensuales de parte de

músicos, vocalistas y cantantes nómadas.

 El protagonismo y señorío que muchos pastores

tienen sobre las iglesias.

 El nepotismo que hace de las iglesias una

empresa familiar.

 La facilidad con que las personas se hacen

cristianas, se bautizan y se hacen miembros de

las iglesias.

 La sustitución de la Biblia por la psicología.

 La politiquería, el caciquismo pueblerino, el

apadrinamiento, y la burocracia que distinguen a

tantas personas que ostentan cargos eclesiásticos.

Quien tenga verdaderamente sensibilidad y

discernimiento del Espíritu Santo sabe perfectamente

bien que esta es la realidad de la iglesia contemporánea.

Lo que nos corresponde hacer, es lo que dice la Biblia:

 Humillarnos

 Arrepentirnos de todo corazón

 Regresar a la Biblia

 Abandonar todo lo que no se encuentra en la

Biblia

 Procurar ser como la iglesia del libro de Los

Hechos.


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