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martes, 20 de septiembre de 2016

El Contenido del Evangelio de Jesús el Cristo

El Contenido del Evangelio de Jesús el Cristo
Mario A. Olcese



Todos los cristianos sabemos muy bien que Jesús Cristo vino al mundo para predicar un mensaje o evangelio para todos los hombres. Evangelio viene del griego “evangelon”, que quiere decir “buenas nuevas” o “buenas noticias”. Sin embargo, son pocos los que saben de qué se trata este mensaje o buenas nuevas que Jesús Cristo predicó insistentemente.

Sí, la tragedia del cristianismo contemporáneo consiste en que aún persiste una confusión y una ignorancia total del contenido del evangelio cristiano original, debido a que no es predicado, ni explicado, por los clérigos y pastores de hoy, salvo muy raras excepciones. La mayoría de las iglesias han cambiado el evangelio original por una esperanza más allá de este mundo, y que se basa en: “La morada eterna en el cielo de las almas inmortales de los creyentes, para tocar bellas melodías para el Señor, con una lira o arpa dorada”.

El Señor Jesús Cristo manifestó que fue enviado por su Padre para anunciar o proclamar el evangelio del reino de Dios. Dice así Jesús: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43). Nótese que Jesús no dijo que fue enviado a predicar el evangelio y punto, sino más bien, el evangelio del reino de Dios. Vuélvalo a leer en Lucas 4:43.

Este asunto ha sido pasado por alto por la mayoría de estudiantes bíblicos de los últimos 15 siglos o más. Y es que la palabra evangelio, por si sola, quiere decir simplemente: “Buenas Noticias” o “Buenas Nuevas”, pero: ¿de qué? De modo que cuando decimos que Cristo vino a predicar buenas noticias al mundo, en realidad no estamos diciendo prácticamente nada. Tenemos que explicar de qué se tratan esas buenas noticias para que tenga sentido y entendimiento cabal nuestra predicación acerca del evangelio.

Sí, el reino de Dios es el principio (Marcos 1:1) y el fin del evangelio de Jesús Cristo, pues incluso después de resucitar, Jesús pasó 40 días más con sus discípulos, y continuó predicándoles más sobre el contenido de su mensaje del reino de Dios (Hechos 1:3). Es, por tanto notorio, que Jesús dio mucha importancia a algo que llamó: el reino de Dios, pues lo predicó en privado y en público al lado de sus discípulos en diferentes lugares y ocasiones.

Dice en Lucas 8:1: “Aconteció después que Jesús iba por todas las ciudades predicando y enseñando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él”. También Jesús Cristo les encargó a sus mismos apóstoles, a que hicieran nuevos discípulos, a fin de extender este mismo mensaje de salvación y esperanza a más personas de otros pueblos y países.

Dice Jesús en Marcos 16:15,16: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio (del reino de Dios) a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. En Mateo 24:14 Jesús dice también: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.

En Lucas 9:59,60 Jesús le dijo a un hombre que le siguiera para que anunciara también el evangelio del reino de Dios.
En Hechos 8:12 vemos a Felipe predicando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo a muchas personas. Los hombres y mujeres que creyeron en su mensaje del reino, fueron bautizados.

Y en Hechos leemos que Pablo permaneció en Efeso, Roma, Mileto, etc; predicando también el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesús Cristo: “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios” (Hechos 19:8).

“Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro” (Hechos 20:25). “

Y habiéndole señalado un día, vinieron a él a la posada, a los cuales les declaraba y testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a los que a él venían, predicando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (Hechos 28:23,30,31).

Queda demostrado, entonces, que Cristo, y sus discípulos, predicaron algo que se llamó el evangelio o buenas noticias del reino de Dios. Y recuerde que este reino de Dios no era un mensaje nuevo para los paisanos de Jesús, pues de él se habló ampliamente en casi todo el Antiguo Testamento.

Sólo basta con abrir cualquier concordancia bíblica, y usted descubrirá los numerosos pasajes en donde aparecen la palabras “reino” y “reinar”. Parte de esos pasajes se refieren a reinos mundanos y perecederos como el de Babilonia, Medo-Persia, Egipto, Grecia, Etiopía, etc. Otra parte se referirá al reino de Dios, que es contrastado por su carácter divino, celestial e imperecedero. “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Daniel 2:44).

El Reino de Dios tiene Relación con la Tierra

Mucho se ha especulado en relación al origen y a la naturaleza del reino de Dios. Ya en el siglo IV el teólogo y padre del romanismo, Agustín de Hipona, sostuvo que éste era un sinónimo de la iglesia de Cristo (Obra de Agustín: La Civitas Dei, o La Ciudad de Dios) . Es decir, para los católicos, y unos pocos grupos cristianos no católicos, el reino de Dios es la Iglesia que Cristo fundó hace dos milenios. Pero para la mayoría de protestantes, éste viene a ser “el gobierno de Cristo en el corazón de cada creyente”. Es decir, que Cristo “mora y reina espiritualmente” en cada creyente, convirtiéndose así en el Señor de ellos.

Otro grupo de creyentes sostiene que este reino no es otra cosa que el cielo mismo donde está el trono de Dios, en el cual reina y reside con su séquito angelical, así como con todos los santos que supuestamente han partido al cielo después de morir. Todas estas interpretaciones parecieran tener validez y sentido, pero: ¿Se sustentan en la misma Biblia?

Nosotros creemos que la Biblia misma da la verdadera explicación de lo que es el reino de Dios. Definitivamente esta frase indica una forma monárquica de gobierno. Es decir, implica un rey, súbditos, leyes, y territorio; ya sea en la tierra, en el cielo, o donde fuere. Difícilmente éste puede implantarse en el corazón del creyente, pues ello indicaría que “el corazón” es el territorio del reino, y eso parece ridículo.

Repetimos, la única forma de saber lo que es exactamente el reino de Dios, es acudiendo a la fuente misma de dicha enseñanza o doctrina, es decir, la Biblia. Las Santas Escrituras nos hablan de que Dios formó al hombre y le dio el planeta tierra para que lo habitara felizmente con su esposa y su descendencia. Definitivamente la tierra fue creada para que fuera poblada por los hombres que Dios crearía más adelante. Dice el rey David: “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmos 115:16).

Nótese que el cielo no es para el hombre sino para Dios. Ahora bien, la tierra sí fue hecha para que el hombre la habitara y cuidara para su bien. Dios la preparó con oxígeno, agua, luz, vegetación, y animales para que le fueran de beneficio. Difícilmente se podría encontrar otro planeta como el nuestro que pueda albergar a tanta variedad de seres vivos.

Lo importante de todo esto es que jamás Dios pensó trasladar al hombre a otro lugar o dimensión fuera de la tierra. Por eso, no es de extrañar que en el mundo de mañana, sólo los justos la habitarán para siempre, en tanto que los impíos y malvados serán erradicados de ella para siempre.

Dice el sabio rey Salomón: “El justo no será removido jamás (de la tierra); pero los impíos no habitarán la tierra” (Proverbios 10:30). Esto es interesante y muy curioso, pues los justos permanecerán en la tierra (no en el cielo) para siempre. Sólo los malos dejarán de existir en la tierra, pues serán destruidos para siempre, pues dice también el rey David: “Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra...” (Salmos 37:9,34).

lunes, 6 de junio de 2016

¡Simplemente el Evangelio!


La simplicidad del Evangelio del Reino de Dios
Anthony F. Buzzard



El objetivo de este estudio es mostrar que la Buena Nueva del Reino de Dios es esencialmente simple. Se trata de un mensaje acerca de un gobierno universal que viene a la tierra y cómo se puede participar en ese gobierno mundial. Jesús anunció que el propósito principal de su misión: «Es preciso que anuncie las buenas nuevas del Reino de Dios a las otras ciudades también, porque eso es lo que me enviaron a hacer" (Lucas 4:43) . [1]

 Contrariamente a la creencia acariciada de casi todos los feligreses, el destino del creyente cristiano no es el de "ir al cielo" en la muerte. En términos bíblicos su perspectiva es ser devuelto a la vida por la resurrección, en el tiempo del regreso de Cristo a la tierra, en que se concederá la inmortalidad, para luego gobernar con Cristo en la tierra. Este mensaje es enseñado tanto por el Antiguo como por el Nuevo Testamento. Debido a que era bien entendido por la iglesia primitiva, no tenía que ser declarado en todas las páginas del Nuevo Testamento. 

 Fue también un mensaje potencialmente peligroso, ya que amenazaba el orden político existente; por lo tanto, una cierta reticencia a un gobierno mesiánico venidero fue observado por los escritores del Nuevo Testamento. Sin embargo el gobierno de Cristo y sus santos es el tema de fondo de la predicación de la Buena Nueva del Reino de Dios por Jesús. La claridad del mensaje se ha perdido sólo porque la Iglesia desertó de su lealtad a la Buena Nueva del gobierno mesiánico, y se sustituyó el Evangelio del Reino de Dios con promesas etéreas de "cielo" cuando uno muere.

Se ha hablado mucho del Reino como ya presente en el ministerio de Cristo. No cabe duda de que los aspectos del Reino encuentran un lugar en la enseñanza del Nuevo Testamento. Sin embargo, un velo se ha colocado sobre el segundo acto de suma importancia del drama del Reino: el retorno del Mesías en poder, para inaugurar un gobierno universal. La atención tradicionalmente se ha centrado en una salvación indefinida, más allá del espacio y el tiempo. Tal promesa del "cielo" no habría tenido sentido para Jesús y sus contemporáneos. Ningún hebreo, arraigado en el Antiguo Testamento, se habría entretenido en tal concepto. No hay una sola prueba de que Jesús tenía la intención de derrocar las esperanzas de todo el Antiguo Testamento predicadas por los profetas. De hecho, como repite el Nuevo Testamento, él fue enviado para confirmar las promesas hechas a los padres (Romanos 15:08) - y los padres se espera que heredarán la tierra (Salmo 37:9, 11, 22).

No es de extrañar entonces que un destacado estudioso del Nuevo Testamento diga que "El cielo nunca se utiliza efectivamente en la Biblia para el destino de los moribundos" (JAT Robinson, Al final Dios, p. 104). Por tanto, es importante que el cristiano pregunte averiguando qué recompensa es prometida a él, para que pueda prepararse adecuadamente. Esa recompensa está íntimamente ligada con el mensaje del Reino de Dios, predicado por Jesús y más tarde por Pablo y la iglesia primitiva. El mensaje puede ser presentado en un lenguaje que un niño no tendría ninguna dificultad en comprender; de ahí la belleza del Evangelio al alcance de todos en todo momento. No se requiere ninguna preparación teológica especial para la comprensión de la Buena Nueva; sino que debe ser aceptada con la mente de un niño.

La historia bíblica del Reino de Dios y la parte cristiana en ese Reino que viene se detalla a continuación:

Los profetas del Antiguo Testamento previeron un momento en que Dios iba a derrocar todos los gobiernos humanos de este siglo malo (Gálatas 1:4) y los sustituiría por un gobierno dirigido por un Mesías (un rey ungido):

"Y en los días de estos reyes [los ejecutivos de gobierno humano existente en el momento de la futura venida de Jesús] el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será barrido, con una soberanía que nunca pasará a los demás; deberá romper todos estos reinos en pedazos y causar el fin de ellos, pero él permanecerá para siempre. El gran Dios ha dicho al rey [Nabucodonosor] lo que va a suceder en el futuro: el sueño es verdadero, y su significado es seguro "(Daniel 2:44, 45).

"Luego, en mi visión de noche vi una figura con forma humana que vino con las nubes del cielo, acercándose al Ser primigenio, de quien recibió dominio, gloria y reino, para que todas las naciones, razas y gente de toda lengua le sirvamos. Su dominio es un dominio duradero, nunca pasará, y su reino no será destruido. El reino y el dominio y el poder de todos los reinos bajo el cielo serán entregados a los santos del Altísimo, un pueblo cuyo reino es un reino duradero para ser servido y obedecido por todos los dominios "(Daniel 7:13, 14, 27).

Cuando ese gobierno asuma el poder, las naciones que depongan las armas y aprendan los caminos de la paz:

"En días después será ese monte del Eterno se levantará elevada sobre las colinas y más alto que la altura. Para ello deberán transmitir a todas las naciones y más de un exclamar popular 'Venid, subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob, para que Él nos instruya en sus caminos, para andar en Sus caminos.' Porque la instrucción proviene de Sión y de Jerusalén la palabra del Eterno. Él decidirá las controversias de las naciones y resolverá muchos casos de un pueblo, hasta que las espadas se cambien por arados, las lanzas en hoces; ninguna nación alzará la espada contra otra; ya no estarán los hombres aprendiendo a luchar. Porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno como el fondo del océano está lleno de agua "(Isaías 2:2-4; 11:9).

El Mesías, representante elegido de Dios, se convertirá en el Rey de toda la tierra:

"El Eterno, tu Dios, llega con todos sus santos ángeles ... En aquel día pondrá sus pies en el Monte de los Olivos ... Entonces el Eterno será rey sobre toda la tierra. El Eterno en ese día será Dios y su adoración por culto "(Zac. 14:4, 5, 9). "Su señorío será de mar a mar y desde el río hasta los confines de la tierra" (Zac. 9:9, AV).

El nacimiento de Jesús de Nazaret es el acontecimiento decisivo en el desarrollo del plan divino. De Jesús se dijo que él era el destinado a gobernar sobre la casa de Israel para siempre:

"Él será grande y será llamado Hijo del Dios Altísimo. El Señor le hará rey, como su antepasado David lo fue, y él será el rey de la casa de Jacob por siempre; su reino no tendrá fin "(Lucas 1:32, 33).

Retomando este mismo tema, Jesús predicó la Buena Nueva (Evangelio) del Reino de Dios, y proclamó que en su ministerio el Reino se había acercado. El rey del Reino venidero estaba presente en la tierra. Su mensaje era que la gente debe cambiar sus mentes (arrepentirse), recibir el perdón de sus malas acciones, creer el mensaje del Reino de Dios, y, en la fe, obedecer las leyes de ese Reino.

"La hora ha llegado; El Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el evangelio "(Marcos 1:15). "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (Mateo 19:17).

Aunque el Reino estaba presente en su Rey, Jesús, el establecimiento del Reino se encontraba todavía en el futuro. Así, la Iglesia debe continuar orando "Venga tu Reino", y esperar la llegada del Reino con Cristo en su (segunda) venida (2 Tim. 4:1).

Se prometió a los seguidores del Rey, los discípulos, que reconocieron a Jesús como el Mesías, una recompensa definitiva en la venida de la Nueva Era. Esa recompensa fue recibir la inmortalidad y reinar con el Mesías en su reino. Con él iban a ser los ejecutivos de un gobierno mundial:

"Pedro dijo: 'Hemos dejado todo y te hemos seguido. Ahora ¿qué vamos a conseguir? "Jesús les dijo:« En verdad os digo, en el nuevo mundo, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para gobernar a las doce tribus de Israel ... Son ustedes los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; así que, como mi padre me ha asignado poder real, les cedo el derecho de comer y beber a mi mesa en mi reino, y de sentarse en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel '"(Mateo 19:28; Lucas 22: 30).

En una ocasión, cuando Jesús se acercaba a Jerusalén, la gente esperaba que el Reino aparezca inmediatamente. Jesús aprovechó la ocasión para explicar que primero tiene que partir y luego volver a establecer su Reino. En armonía con sus promesas, Jesús se describió a sí mismo como un noble que esperaba abandonar la tierra hacia un país lejano (el cielo), para recibir un reino y volver. A su regreso sus siervos debían ser recompensados con posiciones de gobierno sobre las ciudades, mientras que los que se negaron a aceptarlo como rey serían destruidos (Lucas 19:11-27).

El mensaje de Jesús fue aceptado por muy pocos de sus compatriotas judíos. Aunque sabían que Dios había prometido un día para enviar al Mesías, se negaron a creer que Jesús era el prometido rey. Así, el Mesías fue condenado a muerte por las autoridades religiosas y civiles de su tiempo. Después de haber permanecido durante tres días y tres noches en la tumba, Dios le devolvió la vida, y fue visto con vida por sus discípulos.

"Él murió ... fue sepultado, que resucitó al tercer día. Fue visto por Cefas (Pedro), después por los doce; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles, y, finalmente, fue visto por mí mismo (Pablo) "(I Cor. 15:3-8).

Como hemos visto, Jesús había prometido volver a la tierra, para inaugurar el gobierno en todo el mundo previsto por todos los profetas del Antiguo Testamento. Hablando a sus discípulos antes de su crucifixión, describió los acontecimientos que conducirían a su futura venida, y terminó diciéndoles: "Y entonces se verá al Hijo del hombre vendrá en una nube con poder y gloria ... Así que cuando veas que todo esto sucede, sepan que el Reino de Dios está cerca "(Lucas 21:27, 31).

Jesús había dicho lo mismo a las autoridades judías: "Y lo que es más, todos ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo en las nubes del cielo" (Marcos 14:62).

Después de la muerte y resurrección del Mesías los discípulos estaban naturalmente interesados en saber cuando el Reino prometido comenzaría:
"Después de su sufrimiento, les había demostrado que estaba vivo por una serie de pruebas, revelándose a ellos por cuarenta días, y discutiendo los asuntos del Reino de Dios ... Ahora bien, cuando se encontraron con él le preguntaron:« Señor, ¿es este el momento que vas a restaurar el reino de Israel? "Pero él les dijo:" No es para ustedes saber el curso y los períodos de tiempo que el Padre ha fijado con su propia autoridad "(Hechos 1:03, 6, 7).

El mismo mensaje sobre el Reino de Dios fue tomado por los Apóstoles, que anunciaron que en una fecha determinada por Dios, el Mesías, que había resucitado de entre los muertos, volvería a gobernar el mundo. Se quedaría en el cielo "hasta el período de la gran restauración. Hace siglos que Dios habló de esto por boca de sus santos profetas "(Hechos 3:21).

Pablo advirtió a la gente de Atenas que Dios "ha establecido un día en el cual juzgará [o gobernará] el mundo con justicia por un hombre a quien Él ha destinado para esto. Y Él ha dado fe a todos con haberle levantado de los muertos "(Hechos 17:31).

En tiempos de dificultades graves, cuando estaba siendo objeto de malos tratos por parte de las autoridades, Pablo anhelaba el momento en que los discípulos de Cristo, ahora conocidos como la Iglesia, entrarían en su Reino prometido con el Mesías: "Ojalá estuvieran en el trono, para que también podamos reinar con vosotros "(1 Cor. 4:1, Weymouth).

Por el momento la suerte de los cristianos sería ser "tratados como la escoria de la tierra, la misma escoria del mundo" (I Cor. 4:13). Pero un día, serían los reyes, y que deberían haber sabido esto: "¿O no sabéis que los santos [es decir, la Iglesia] regirá el mundo? Si el mundo ha de venir bajo su jurisdicción, ¿sois indignos de juzgar sobre bagatelas "(1 Corintios 6:2-3;... Compare Dan 7:18, 22, 27)?.

Poco antes de su muerte, Pablo le recordó a Timoteo un muy conocido dicho cristiano, que resume la esperanza de la iglesia: "Si sufrimos con él, entonces reinaremos con él" (2 Tim 2:12.).
De hecho, la base del mensaje cristiano era "el mundo venidero del cual estamos hablando" (Heb. 2:5).

El último libro del Nuevo Testamento registra una visión enviada por el Mesías a su siervo Juan, para mostrar en detalle lo que sucedería en el momento de la venida del Mesías a la tierra para establecer su Reino. El propósito de este libro de Apocalipsis es: "Para mostrar a los siervos de Cristo lo que debe suceder pronto ... Bienaventurados los que oyen las palabras de esta profecía y de corazón lo que está escrito en él" (Apocalipsis 1:1,3).

Juan recuerda a sus lectores que el Mesías "viene en las nubes, para ser visto por los ojos de todos, incluso por aquellos que lo traspasaron, y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él" (Apocalipsis 1:7).
Entonces Cristo anima a las iglesias, recordándoles que su sufrimiento un día llegará a su fin. Es su destino gobernar las naciones con Cristo:

"Y al vencedor, al que guarda mis mandamientos hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones. Y él será su pastor, gobernando con vara de hierro ... y su poder sobre ellas será como la que yo mismo he recibido de mi Padre "(Apocalipsis 2:26, 27, Weymouth).

Los cristianos han sido escogido de entre todas las diferentes naciones para reinar en la tierra. El Mesías "ha sido inmolado", y con su sangre ha comprado para Dios "hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación", y "a ellos los hizo un Reino de sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre tierra "(Rev. 5:10, Moffat, Weymouth).

Tal enseñanza está, por supuesto, en perfecta armonía con la promesa de Jesús que los mansos que heredarán la tierra (Mateo 5:5), y con el Nuevo Pacto establecido por la muerte de Jesús, por lo que hizo convenio con los discípulos para compartir Su reinado al venir a ellos:. "pacto con vosotros, como mi Padre ha hecho convenio de darme, un reino" (Lucas 22:29) [2]
Más tarde, en la visión de Juan del futuro (el libro de Apocalipsis), se ve a la llegada del Mesías, el derrocamiento final de todos los gobiernos humanos, y su sustitución por el Reino del Mesías: "El gobierno del mundo han pasado a nuestro Señor y su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos "(Apocalipsis 11:15).

Tal evento sin embargo nunca ha ocurrido. Es sólo en la segunda venida de Jesús que empezará a reinar en todo el mundo: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria ... entonces se sentará sobre el trono de su gloria" (Mateo 25:31).

Del mismo modo, Juan ve una puerta abierta en el cielo ", y apareció un caballo blanco. El jinete se llamaba "Fiel y Verdadero" - uno que en justicia ejecuta la sentencia y hace la guerra ... Estaba vestido de una vestidura que ha sido teñida en sangre y su nombre es la Palabra de Dios ... De su boca sale una espada afilada con la que herirá a las naciones. Y él mismo será su pastor, gobernando con un cetro de hierro ... Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: 'Rey de reyes y Señor de señores "(Apocalipsis 19:11-16, Weymouth).

Pero primero un ángel desciende del cielo. Él se apodera del dragón, la serpiente antigua que es el diablo y Satanás (el diablo está en la actualidad engañando a todo el mundo, Apocalipsis 12:9; el mundo entero está bajo su poder, I Juan 5:19). Ahora la visión de Juan muestra que la situación se revirtió totalmente. El diablo fue arrojado al abismo y será encerrado "para evitar que seduzca a las naciones" (Apocalipsis 20:3). Luego, fiel a las promesas de Jesús a sus discípulos, Juan ve los tronos con gente sentada en ellos y "el poder de gobernar" les es dado:

"Ellos volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años ... Esta es la primera resurrección [que se produce en la Segunda Venida, 1 Cor. 15:23]. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección ... serán sacerdotes de Dios y gobernarán con él durante mil años "(Apocalipsis 20: 4-6).
De esta manera la promesa de Jesús por primera sus discípulos sobre gobernar (Mateo 19:28, Lucas 22:30), y confirmada por Pablo (1 Cor 6:2;.. 2 Tim 2:12), por fin ocurrirá. Cuando el Reino del Mesías y sus seguidores comience, la humanidad disfrutará de una era de paz universal, que, por su cuenta, nunca ha sido capaz de lograr.

La justicia del triunfo de los santos sobre sus enemigos fue bien expresada por Ireneo, obispo de Lyon, alrededor del año 170 dC:

"Es apropiado que el Reino de Dios deba estar en las manos de Cristo y sus santos, porque es precisamente en la creación misma en la que los Santos trabajaban duro y fueron afligidos y fueron juzgados en todos los sentidos por el sufrimiento, deben recibir la recompensa de su sufrimiento, y es en la propia creación en la que fueron asesinados por el amor a Dios, hay que levantarlos de nuevo; y que es en la propia creación en la que tuvieron que soportar la servidumbre también deben reinar. Porque Dios es rico en todas las cosas y todas las cosas son suyas. Es oportuno, por tanto, que la creación misma, siendo restaurada a su estado primitivo, debe quedar bajo el dominio de los justos "(Contra las Herejías, Bk. 5, cap. 32, Padres Ante-Nicea, vol. 1).

Unos 1.800 años después, un predicador contemporáneo expresa su sorpresa de que la esperanza cristiana bíblica es, en general, ni predicada ni creída por aquellos que exigen el respeto a la fe cristiana:

"Vamos a habitar en cuerpos glorificados en la tierra glorificada. Esta es una de las grandes doctrinas cristianas que ha sido casi totalmente olvidada e ignorada. Desafortunadamente la Iglesia Cristiana - Hablo en general - no cree esto, y por lo tanto no lo enseña. Ha perdido su esperanza, y esto explica por qué se pasa la mayor parte de su tiempo en tratar de mejorar la vida en este mundo, en la predicación de la política ... Pero algo extraordinario va a ser verdad en nosotros según el apóstol Pablo en 1 Cor. 6:1-3: "¿Osa alguno de vosotros si tiene algo contra otro, ir a juicio delante los injustos y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de gobernar el mundo? "... Este es el cristianismo. 
Esta es la verdad por la cual la Iglesia del Nuevo Testamento vivía. Fue debido a esto que ellos no tenían miedo de sus perseguidores ... Este fue el secreto de su resistencia, su paciencia y su triunfo sobre todo lo que se establece en contra de ellos "(Martin Lloyd-Jones, Comentario sobre Romanos, pp 72 75,76, énfasis mío).

A la vista de todas las pruebas, se invita al lector a prestar seria atención a la llamada del Evangelio de Jesús, el Mesías en Marcos 1:14, 15: "Convertíos y creed la Buena Noticia del Reino."

A través de la muerte de Cristo, el creyente puede recibir el perdón de sus pecados. La vida cristiana es una de preparación para la venida del Reino de Dios que se establecerá en el retorno de Jesús. La meta de la vida cristiana se expresa por Juan en Apocalipsis 3:21 y 2:26: "Yo le daré que se siente conmigo cuando me siente en mi trono, así como yo también gané la victoria y me senté con mi Padre en Su trono ... yo le daré autoridad sobre las naciones, y él las pastoreará con vara de hierro, como las vasijas de barro se rompen en pedazos; al igual que a mi vez recibí esta autoridad de mi Padre "(traducción libre del texto griego).

Los siguientes textos deben recuperar el protagonismo que se merecen, como verdades centrales del Evangelio cristiano:
"Y éstos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra [Mensaje] con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Por eso muchos de ellos creyeron "(Hechos 17:11, 12). 

"¿No sabéis que los santos van a manejar el mundo?" (1 Cor. 6:2). 

"Un día, un rey reinará con justicia con los príncipes que gobiernan en integridad" (Isaías 32:1). 

"Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el diablo y arrebata el mensaje que fue sembrado en su corazón, así que él no pueda creer y ser salvo" (Mateo 13:19, Lucas 8:12, NASV). 

"Cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban, tanto hombres como mujeres" (Hechos 8:12, NASV).

lunes, 30 de mayo de 2016

Y si hablamos como en los tiempos del NT


Restauración de la Terminología del Evangelio de la Iglesia Primitiva
Anthony F. Buzzard




La mayor parte de confusión y / o la apatía que existe en las iglesias de hoy es atribuible a una causa. La voz de Jesús y su enseñanza ha sido amordazada. Las personas han sido invitadas a "ser salvas" (lo que eso sea exactamente es cosa vaga) por "aceptar a Jesús en tu corazón." Lo que no ha quedado claro es que Jesús debe ser definido, y en segundo lugar que la aceptación de Jesús es imposible a menos que uno se le diga lo que su mensaje del Evangelio es. Es por las palabras de Jesús de que el espíritu y la mente se transmiten a nosotros. De ahí las advertencias enfáticas de Pablo (1 Tim. 6:3) que cualquier predicador que no posea las "palabras sanas, a saber, las de nuestro Señor Jesucristo" es peor que inútil.


De hecho es una amenaza positiva (véase de nuevo 1 Tim. 6:3). Juan repite el mismo mensaje con la misma claridad en la 2 Juan 7-9 donde un Jesús divorciado de sus enseñanzas no es el Jesús real en absoluto. Es un Jesús imaginario, reinventado por nuestros muy creativos pero perversos corazones humanos. Se podría decir lo siguiente: El diablo tiene un truco importante: Separar a Jesús de sus enseñanzas del Evangelio. Vea la advertencia maravillosamente perspicaz en Lucas 8:12!


Una gran parte del actual caos en las iglesias y las divisiones denominacionales es una falta de definición de los conceptos de construcción de bloques de la Biblia. Necesitamos primero definir a Dios correctamente como lo hizo Jesús. Jesús estuvo de acuerdo con el credo unitario de Israel (Marcos 12:28 en adelante y compare con Deut. 6:4). En conversación con un teólogo profesional inquisitivo, un escriba, Jesús afirmó que Dios es el único Señor, y que este principio cardinal de la fe bíblica es la más importante de todas las verdades.

"Escucha, Israel, el Señor tu Dios es un solo Señor."

Hay que añadir que Dios no es positivamente tres Señores! En la actualidad los feligreses en general, han dado a este tema muy poca meditación. Simplemente han repetido mecánicamente diversas expresiones populares que "Jesús es Dios", con casi ninguna investigación de cómo posiblemente podría ser cierta esta proposición increíble - especialmente desde que Jesús nunca dijo nada por el estilo, e insistió en que su Padre era "el único que es verdaderamente Dios" (Juan 17:3)

Se dará un siguiente paso importante hacia la unidad de los cristianos, cuando nos sentemos y decidamos lo que el Evangelio de salvación es. En realidad no debería ser difícil estar de acuerdo con que el Evangelio es acerca del Reino de Dios. Jesús habló diariamente del Evangelio del Reino de Dios, como lo hizo Pablo (Hechos 19:8; 20:24, 25; 28:23, 31;. 2 Tim 4:1, etc.) Un paso importante para aclarar la confusión sobre el Reino de Dios sería tomado si los cristianos adoptaran el lenguaje evangélico principal de la Biblia.

En Hechos 8 Lucas usa varias frases paralelas para describir la actividad de evangelización de la Iglesia. Ellos fueron "predicando el mensaje como la Buena Noticia" (literalmente, "evangelizar la palabra", Hechos 8:4). Felipe ", proclamó al Cristo para ellos" (Hechos 8:5). Samaria por lo que "recibió el mensaje de Dios" (Hechos 8:14). Después de que "habían testificado y hablado la palabra del Señor, se volvieron a Jerusalén, predicando el Evangelio a muchas poblaciones de los samaritanos" (Hechos 8:25). 
En el centro de esta cuenta, sin embargo, Lucas ofrece la descripción más exhaustiva del contenido del mensaje de salvación. Con una fórmula cuidadosamente redactada, que nos permite saber exactamente lo que significa "proclamar al Cristo" o "proclamar el mensaje" o "predicar el evangelio". Se trata de "predicar el Evangelio de [es decir, alrededor - Gr. peri] del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo "(Hechos 8:12).

Este es el más completo resumen de Lucas del Evangelio. Lo repite en otros dos puntos de importancia crítica en su narración. [1] Se define sus otras declaraciones "taquigrafías", que aparecen en su Evangelio y en los Hechos, y debe servir de punto de encuentro para todas las proclamas del Evangelio. Bastante extraordinariamente, estos textos no reciben prácticamente ninguna mención en la literatura que define el Evangelio. Si ellos se tomaran en serio, los "evangelios" actuales estarían expuestos como carentes de un elemento bíblico primario.

Un hecho de suma importancia emergería, que los Apóstoles no eran menos insistente sobre el Reino de Dios como el centro de su mensaje de lo que Jesús había sido. Estaban siguiendo a su Maestro con fidelidad. Pero, ¿puede decirse lo mismo de la evangelización en el siglo XX? "El Evangelio de Cristo" es una frase ambigua en el siglo 20, aunque no en su contexto del Nuevo Testamento en los que se supone que es un sinónimo para el Evangelio del Reino. El evangelismo contemporáneo elige la etiqueta ambigua como el Evangelio y prescinde de su título claro como el mensaje sobre el Reino.

Una idea muy engañosa ha arraigado en buena parte del evangelismo contemporáneo. La idea ha sido ampliamente aceptada que el Reino de Dios no era el énfasis principal de la predicación de Pablo, a pesar de que fue el tema principal en la evangelización de Jesús. Uno sólo tiene que leer Hechos 20:25 para aprender lo que Lucas nos dice constantemente sobre el evangelio de Pablo: que era desconcertante que una pista tan evidente a la mente de Pablo debería haber sido tal "anuncio del Reino de Dios." descuidado.

No sólo la centralidad del Reino en el mensaje de Pablo aparece con frecuencia en las cuentas de Lucas sobre el evangelismo de Pablo, se encuentra indirectamente a través de sus propios escritos. Recordó a los tesalonicenses que habían recibido "la palabra" (sinónimo de Lucas como el Evangelio del Reino, Lucas 4:43; 5:1) y al hacerlo fueron expresando su fe en Dios, ya que "esperaban de cielos a su Hijo al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera "(1 Tesalonicenses 1:10). (El tema del retorno de Cristo y la ira asociada a la venida del Reino futuro son exactamente de Juan el Bautista y los temas del Evangelio de Jesús.)

Pablo entonces se refiere a su proclamación como el Evangelio de Dios (I Tes. 2:2, 8, 9), que es precisamente la frase utilizada por marca para indicar la predicación del Evangelio acerca del Reino (Marcos 1:14, 15) de Jesús. Casi en el mismo aliento Pablo exhorta a sus conversos a "andar como es digno del Dios que os está invitando a su reino y gloria" (1 Tes. 2:12). 

Está claro que el Evangelio del Reino está en el centro del pensamiento de Pablo, tal y como informa Lucas que el Reino siempre era el corazón del evangelio de Pablo (Hechos 19:8; 20:25; 28:23, 31). Además se les dice a los Tesalonicenses que esta "Palabra" o "palabra de Dios", ambos sinónimos de el Evangelio del Reino, estaba "realizando su trabajo" en los creyentes. El concepto es exactamente de Jesús, que habló de la salvación esencial "del mensaje del Reino" echar raíces en el corazón del creyente como la semilla que da vida capaz de producir frutos (Mateo 13:19, 23).


Otra evidencia del Evangelio del Reino en todo el Nuevo Testamento es proporcionada por el término "gloria" que está estrechamente relacionado con el Reino. Mateo recuerda que la madre de Santiago y Juan pidió para sus hijos estrecha asociación con el Mesías en la administración de la venida del Reino (Mateo 20:20, 21). Marcos reporta el mismo evento, pero sustituye la palabra gloria para el Reino: "Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a la derecha y el otro a la izquierda" (Marcos 10:37). Así, cuando Marcos habla del Hijo del Hombre, que vendrá en la gloria de su Padre (Marcos 8:38) hay una referencia inmediata para el Reino de Dios (Marcos 9:1). Toda la discusión está estrechamente relacionada con las palabras de Jesús sobre la pérdida de la vida por la causa de Jesús y el Evangelio (Marcos 8:35).

Cuando Pablo habla de la gloria futura siempre tiene el Reino en mente. En Romanos 8, reconoce que los cristianos son "coherederos con Cristo" y continúa diciendo que "los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que ha de manifestarse en nosotros" (Rom. 8:17, 18 ). [2] Así como José de Arimatea, un discípulo cristiano, esperaba el Reino de Dios, por lo que Pablo ve la creación como "en espera de la manifestación de los Hijos de Dios", un título mesiánico (Rom. 8:19). Toma exactamente el mismo tema cuando él resume la fe: "Si sufrimos con él también seremos reyes [es decir, en el Reino] con él" (II Tim 2:12.).

"La salvación", "la herencia del Reino de Dios", la herencia de la "vida" o "la vida en la era venidera", "gobernar con el Mesías como reyes" y "gloria" son formas intercambiables de describir el mismo objetivo del Reino. Pablo puede a veces haber elegido palabras políticamente menos explosivas como "gloria" y "salvación", en lugar de Reino. Estas "palabras clave" fueron claras a sus lectores. 

Siempre se detectan sinónimos de Pablo para Reino, existen todas las razones para encontrar en sus epístolas confirmación completa de su pretensión de haber sido un predicador del Reino de Dios, fielmente hablando de Cristo resucitado cuyo mensaje del Reino continuó en los ministerios de los Apóstoles.

Sin una comprensión de la frase "Evangelio del Reino", es difícil ver cómo puede haber respuesta inteligente al primer mandato de Jesús. Se pide "arrepentirse y creer en el evangelio del Reino de Dios" (Marcos 1:14, 15). Esa es la esencia de la fe. Toda posterior predicación en el Nuevo Testamento debe ser referida a esta declaración de la tesis básica sobre el Evangelio de la salvación. Libérese de la reprensión de Jesús por la fe en el Evangelio del Reino, la predicación se expone a la amenaza de ser distorsionada y por lo tanto ser "otro evangelio". Eso ha producido tal distorsión que no será difícil de ver.


No hay más que escuchar a los predicadores del "Evangelio" para reconocer que mas allá de cualquier otra cosa que puedan predicar, hay muy poca mención del Reino de Dios. Esto sólo puede significar que el elemento principal de la proclamación de Jesús ha sido silenciada. Un "amordazamiento" de este tipo al Salvador, en el nombre del Salvador, sigue siendo la característica desconcertante e inquietante de la predicación contemporánea y de la historia de la Iglesia desde los primeros siglos.

martes, 24 de mayo de 2016

El evangelio ¿Buenas noticias de qué?


La pérdida del Evangelio del Reino
Anthony F. Buzzard




Cuando la revista evangélica Christianity Today invitó a varios de los evangélicos para definir el Evangelio, había una llamativa ausencia de cualquier referencia al Evangelio como "el Evangelio del Reino." Esto significa que los cristianos han perdido la noción del Plan real de Dios. Mateo, al informar sobre la misión de Jesús, calificó la palabra "Evangelio" con la frase "del Reino," la etiqueta esencial para el Evangelio, una etiqueta que está tan conspicuamente ausente de la predicación contemporánea (ver Mateo 4:23.; 9:35; 24:14). Para comprobar este hecho, basta con examinar las ofertas de "evangelio" y "salvación" a través de la radio, televisión, folletos y el Internet. ¿Es el "Evangelio del Reino", el título habitual del Evangelio para los feligreses hoy?



Esta pérdida de la definición esencial del Evangelio provocó consternación y asombro de un profesor de misión mundial [2] Con razón, se quejó del Evangelio sin reino del evangelicalismo:



 "He leído con el mayor interés los nueve estados que tratan de responder a la pregunta, '¿Cuál es la buena noticia?' Estoy sorprendido y consternado al no encontrar ni siquiera una mención de pasada del tema que era el núcleo del Evangelio de Jesús en tres de los cuatro relatos: El reino de Dios. Cada una de estas declaraciones reflejan la reducción individualista del evangelio que plaga el evangelicalismo estadounidense. Además de ser bíblica, la fundación de la comprensión de uno del evangelio en el Reino de Dios no pasa por dos falsos dilemas que tienen los teólogos innecesariamente difíciles por varios siglos: el bien-o entre la salvación individual y sistemática, y el bien-o entre la gracia y obras. Por un lado, Dios tiene la intención de rescatar a todo el cosmos de la esclavitud de la corrupción; por otro lado, ¿cómo puede uno que reclama ser salvo no hacer todo lo posible para hacer la voluntad de Dios "


 No tiene sentido que los cristianos deban hablar del Evangelio en un idioma que no sea el de Jesús, que es el evangelista maestro (Lucas 4:43;. Heb 2:3, etc.) ¿Qué ha provocado esta incertidumbre y vaguedad acerca de qué es el Evangelio? La respuesta es clara. Un error sistemático desastroso de definición ha sido proporcionado por el llamado "dispensacionalismo." De acuerdo a la teología de esa escuela (ampliamente promovida por la Biblia Scofield) el Evangelio cristiano no es el evangelio que Jesús predicó!