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domingo, 11 de diciembre de 2016

La sabiduría y el logos de Dios para crear

La sabiduría y el logos de Dios para crear.
por Anthony F. Buzzard




El verdadero Mesías no es el creador del cielo y de la tierra, a pesar de que está totalmente involucrado con los nuevos cielos y la tierra.  Yahvé había declarado en términos inequívocos: "Yo soy el Señor, que hace todas las cosas, que extendió los cielos solo y que extiendo la tierra por mí mismo" (Isaías 44:24).  Esta declaración seguramente excluye la idea de que el Hijo de Dios, otra persona, fue el agente activo de la creación del Génesis.  Se trataba de la "sabiduría" que ayudó a la creación del universo (Prov. 8:30), pero como el Señor Dios actuó, como Él dice, por sí solo, se deduce lógicamente que la Sabiduría no era en ese momento una persona que no sea el  Señor Dios.  Así también en Juan 1:1-4 no puede ser el hijo que estaba "con Dios" en la creación original.

Traducciones al inglés de la Biblia - ocho de ellas - eran correctas cuando vertían Juan 1:1-4 "Ella[la palabra] era con Dios, todas las cosas fueron hechas por medio de ella [la palabra], y sin ella nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. "  Nuevamente, Isaías 44:24 nos impide imaginar que hubo un segundo miembro de la Trinidad, el Hijo de Dios, que actúara en la creación del Génesis.  La palabra de Dios en Juan 1 es simplemente la palabra de Dios, su sabiduría creadora y su plan.  Esa actividad expresiva de Dios se encarnó más tarde en el Mesías humano que surgió en su momento, y por la intervención milagrosa, de una familia en Israel como Moisés había predicho (Deut. 18:15-19).

La Biblia de inglés sencillo en el Nuevo Testamento (1978) fue pionera en el retorno a una mejor comprensión de los primeros versículos del evangelio de Juan: "En el principio era el mensaje ...."  Juan positivamente no escribió: "En el principio era el Hijo de Dios."  Unas notas para una traducción al alemán bien conocida del Nuevo Testamento insiste en el punto de que la "palabra" da a conocer el pensamiento interior del altavoz. Así, el Hijo revela el ser interior del Único Dios ... En el Antiguo Testamento la palabra de Dios es a menudo  llamada reveladora de Dios y se le atribuye una actividad creadora e iluminadora (Sal. 33:6; 119:105). Tanto de la palabra de Dios y de su sabiduría a veces se habla de ella como si se tratara de una persona (Sal. 107:20; 147.: 15;. Isa 55:10, 11) "(Albrecht, Das Neue Testament, p 237)..  Jesús había "visto" al Padre, es decir, que tenía un conocimiento íntimo de la voluntad del Padre (Juan 6:46).

El Evangelio de Juan se dedica a la proposición de que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías (20:31) y que las palabras del Mesías proporcionan una maravillosa revelación del corazón de Dios y su mente.  Esto es exactamente lo que esperaríamos del "profeta como Moisés", en cuya boca Dios ha puesto sus propias palabras (Deut. 18:15-19).  Jesús es el logos de Dios, Su plan creativo, que se convirtió en hombre (Juan 1:14)

La verdad sobre la identidad de Jesús como la revelación de la mente del Dios Único su Padre, es fácil presa de la confusión, si se supone que el Hijo era en realidad una persona antes de su engendramiento / nacimiento.  Este error se produce cuando uno no comprende que la "sabiduría" en Proverbios 8 no es una persona distinta de Dios, sino una personificación (como la prudencia, Prov. 8:12) del Plan de la auto-revelación de Dios.  El Nuevo Testamento reconoce este hecho.  En Lucas 11:49 leemos que "la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas ..." Mateo 23:34 indica el mismo dicho de "Yo [Dios] Les enviaré profetas."  Sabiduría y Dios son intercambiables.  Se puede hablar de Dios o de la sabiduría de Dios.  A pesar que la Sabiduría habla, ni en Proverbios ni en Lucas 11:49 es una persona separada de Dios.  La Sabiduría, de hecho, es "la madre" de Jesús y Juan el Bautista!  La Sabiduría fue reivindicada por las acciones de sus dos hijos distinguidos (Mat. 11:19).  Este lenguaje figurado se entiende mal cuando uno trata de hacer la Sabiduría un individuo real.  La identificación de la Sabiduría como un Hijo pre-humano de Dios ha sido la causa de un sinfín de confusión teológica y de lucha.

En tiempos post-bíblicos un problema fundamental sobre el origen del Mesías se levantó.  Esto sucedió cuando el retrato del Mesías de la Biblia hebrea fue abandonado y (en la mente gentil) un modelo más agradable, pero paganizado de un segundo Ser preexistente se promovió.  La noción de un segundo Ser  dio lugar a controversias terribles acerca de la naturaleza de Dios.  Bajo este nuevo esquema la unidad de Dios se ha visto comprometida.

Los  Monoteístas judíos son antagonistas- y bastante innecesariamente, ya que Jesús había afirmado claramente el credo judío unitario monoteísta (Marcos 12:28 y sig.).  Con el fin de promover el hijo como una persona independiente antes de su nacimiento, los padres de la iglesia realmente degradaron al Dios Supremo y comprometieron su posición única como único creador, sin ayuda del universo (Isaías 44:24).  Es un hecho triste que esos desarrollos tempranos, después de los tiempos bíblicos, dio lugar a controversias innecesarias y a menudo devastadores.  Esos conflictos desagradables, que llevó en algunos casos a la muerte de los objetores y disidentes, se podría haber evitado si la enseñanza bíblica acerca de Dios y de su Hijo hubiera sido mantenida.  Después de todo hay "un solo Dios, el Padre" (I Cor. 8:4) y un (humano) Señor Mesías, el Adoni de Salmo 110:1 y el único hombre sin pecado mediador entre nosotros y el Único Dios (I  Tim 2:5).  En las palabras de Jesús las palabras y la sabiduría del Dios Único se revelan.  En Jesús escuchamos la palabra final de Dios para el mundo agonizante (Hebreos 1:1-2).

Vale la pena reflexionar seriamente sobre el hecho de que Dios, que es inmortal, no puede morir.  Ni tampoco puede ser un ángel  inmortal.  Sólo hay una categoría en la que al Mesías se lo puede colocar: la de ser mortal, humano.  Es la gloria del Mesías que él mantuvo una existencia sin pecado, aunque tentado en todo igual que el resto de la humanidad.

martes, 29 de noviembre de 2016

¿Dónde está Jesús en el plan divino?

LA VERDAD SOBRE JUAN 14:2,3
Por Mario A Olcese



Uno de los versos más usados para enseñar que vamos al cielo es Juan 14:23. Aquí el Mesías dijo, "En la casa de Mi Padre muchas moradas hay: De no ser así, les habría dicho. Voy a preparar un lugar para vosotros. Y si fuere y os preparare lugar para vosotros, vendré otra vez, y los recibiré a Mí Mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estén". ¿Qué y Dónde está preparando lugares para los Suyos? Antes que nada Jesús jamás prometió a sus seguidores darles un lugar en el cielo como morada permanente. Tampoco ninguno de sus apóstoles creyó que iría al cielo para estar con Dios y Jesús.

Fue el filósofo Griego Platón el que sentó las bases de un alma inmortal que parte de este mundo después de la muerte. Su filosofía fue mezclada con el pensamiento Hebreo y nació el gnosticismo. Esta secta gnóstica, muy en boga en los tiempos de Jesús, amenazó a la sana doctrina predicada por Jesús y sus apóstoles. Los apóstoles, y en especial Pablo y Juan, advirtieron a las iglesias cristianas en contra de esa secta. Pablo llamó a los gnósticos: “La falsamente llamada ciencia” (“gnosis”)(1 Timoteo 6:20).

Los gnósticos decían que la materia era mala y pecaminosa, y que Cristo no era humano sino que tenía apariencia de hombre. Creían que existía un plano superior (el “Pleroma”, especie de cielo gnóstico) donde vivían los AEONES (espíritus puros superiores, entre los cuales estaba Cristo antes de venir al mundo). Los gnósticos creían que ellos tenían el conocimiento verdadero para lograr partir a ese plano o dimensión de los espíritus con el alma inmortal. ¿No se parece esto mucho al pensamiento “cristiano” sobre una existencia en el cielo con Dios, Cristo, y sus ángeles después de esta vida, a través de nuestras “almas inmortales”?

Es muy probable que muchísimos cristianos sean realmente cristianos gnósticos en este punto. También Pablo advirtió, que después de su “partida”, entrarían en el rebaño del Señor falsos maestros que buscarían ganarse el rebaño con palabras pervertidas (Hechos 20:29,30). Y así fue. Con el correr del tiempo, la iglesia se corrompe con sus propios malos obispos que se levantan con sus herejías destructoras.

En el siglo IV aparece el obispo “San Agustín de Hipona”, el Padre y Teólogo del catolicismo. Éste distorsiona radicalmente el verdadero significado del reino bíblico al decir, por vez primera, en su obra “La Ciudad de Dios”, que el reino era la iglesia católica Romana. Parece ser que los “amilenialistas católicos”, y “campbelitas amilenialistas” no han logrado sacudirse del todo de los errores de Agustín de Hipona. Algunos dirán: “Bueno, ¿no dice Jesús que “los pobres en espíritu es el reino de los cielos”? (Mateo 5:3).

Pero tomemos nota que el Señor NO dice que de los pobres en espíritu es el reino EN (sino “DE”) los cielos”. De modo que lo que Cristo ofreció a los pobres en espíritu era un reino que tiene su origen en Dios, y no en los hombres. Viene de Dios como un don o regalo para los hombres. Pues bien, regresemos a Juan 14:1-3 de la pregunta.

Veamos lo que verdaderamente dijo el Señor Jesucristo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que DONDE YO ESTOY, vosotros también estéis.” Muchos estudiantes de la Biblia no se han puesto a pensar en esta última frase “para que DONDE YO ESTOY (tiempo presente)”.

En las más importantes versiones de la Biblia Inglesa se vierte este pasaje como “WHERE I AM” en tiempo siempre presente (“donde yo estoy”). Esta frase es sumamente importante y clave para entender los versos en cuestión. Jesús está ofreciendo un lugar a sus discípulos “en la casa de su Padre”. Luego nos dice que él nos tomará para que estemos con él en el lugar donde ÉL ESTÁ en el momento de pronunciar la promesa. Y, ¿dónde estaba Jesús cuando pronunció esa promesa? ¿En el cielo? ¿En Marte? No! Él estaba aún en LA TIERRA, y más exactamente, EN JERUSALÉN. [también puede significar "donde estoy" en los planes de Dios.]

Recuerde que Jesús todavía no había ascendido al cielo, y aún no había ni siquiera resucitado. Por tanto Jesús estaba ofreciéndoles a sus seguidores volver a la tierra para estar con ellos en el lugar donde proclamó su promesa, es decir: ¡En Jerusalén! Muchos cristianos creen que Jesús nos “llevará al cielo” para darnos nuestro “lugar” en la casa del Padre. Pero Jesús nunca habló de llevarnos al cielo en Juan 14:1-3.

Usted NO leerá, ni siquiera una vez, de que iremos al cielo para recibir nuestro “lugar” una vez que esté preparado por Jesús. Lo que Jesús dijo era que prepararía nuestro lugar en la casa de su Padre y que luego volvería para estar con nosotros. Lo que NO dijo era CUÁNDO Y DÓNDE recibiríamos nuestro lugar en la casa del Padre. Él sólo está ahora ocupado PREPARANDO nuestras moradas, pero NO nos dice cuándo entraremos en ellas.

En Apocalipsis 21 se revela que la “ciudad santa” bajará del cielo después del milenio. La ciudad santa de Apocalipsis 21 es descrita por Ezequiel como un edificio (40:2), y como una casa en 2 Corintios 5:1,2. Esta ciudad o casa canta bajará del cielo, y “Dios estará con los hombres” (Apocalipsis 21:3). Sólo los salvos entrarán en ella para tomar sus lugares o moradas (Apocalipsis 21:27).

También leer Hebreos 11:9,10 donde se nos dice claramente que Abraham (el padre de la fe) “esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Y en Hebreos 13:14 Pablo dice: “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos LA PORVENIR.”

miércoles, 24 de agosto de 2016

El Plan de Dios para el mundo

EL PLAN DE DIOS PARA EL MUNDO
Mario A Olcese



Es indiscutible que Dios, el Dios de la Biblia, tiene trazado desde el comienzo de su creación, y que se encuentra delineado en cada página de la Biblia, un plan maestro para este planeta. Una muestra de este plan se halla en las palabras de San Juan en Apocalipsis 13:8 que dicen: "Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del cordero que fue inmolado desde el principio del mundo." Todos sabemos que el Cordero de Dios es Jesús Cristo y que fue inmolado hace casi dos mil años, y aun mucho antes de la caída de los primeros padres.

Así, en los planes de Dios, el Cordero había de ser sacrificado, y todo lo preconoció de antemano Dios, planeándolo cuidadosamente---¡Y desde la misma creación del mundo! Nada escapa al conocimiento de Dios (Omnisapiencia), por lo que el futuro no es desconocido para Él. Él supo que el hombre caería en pecado, pero simultáneamente Dios planeó la redención del hombre con muchísima anticipación. Cristo, su Hijo Unigénito, sería quien cumpliría con este propósito y por eso permitió que naciera como hombre para enseñarnos, en suma, el camino para la salvación (Hebreos 5:8,9; 2:10).

Desde el principio el hombre ha desobedecido a Dios para seguir su propio camino, y ¿cuál ha sido el resultado? ¡La muerte! Dios no ha creado al hombre para que muera, sino para que viva para siempre en este planeta. La muerte, trágicamente, es nuestro peor enemigo que produce mucha tristeza a los vivos. Sin embargo, el sendero andado por la humanidad ha sido el errado, y el que le ha conducido hacia ese fin. Adán, el representante de la raza humana, transmitió el germen del pecado y la muerte a todos sus descendientes, y todos pecaron (Romanos 3:23).

Un nuevo Adán, el Hijo de Dios, tomó el lugar del primer Adán y pagó el precio del pecado muriendo en la cruz. Sólo el pecado de un hombre se redime o cancela con la muerte, pero para salvar a toda la humanidad se requería que un nuevo padre que suplantara a Adán y muriera por todos ¡Y esto hizo Jesus el Mesías! ( Romanos 5:8, 17-21).

El plan de Dios para el hombre era que este se multiplicara y llenara la tierra y la hiciera un verdadero paraíso, en donde el ser humano, hecho a la misma imagen y semejanza de Dios, disfrutara de toda cosa buena hecha para él y su prole (Génesis 1:28). En consecuencia, Dios no nos destinó para vivir con Él en el cielo o en algún lugar extramundano, o supramundano; sino en esta misma tierra creada para nosotros (Salmo 115:16). Entonces, si ese es el plan de Dios, ¿podría alguien cambiarlo? ¡No! Lo que Dios se ha propuesto hacer de antemano lo cumplirá y no tardará.

Adán pecó y perdió aquel estupendo parque o paraíso para luego encontrar una tierra hostíl y dura para vivir. Por lo tanto, la restauración que Dios nos ofrece (Hechos 3:19-21) es aquel paraíso original perdido donde Dios era el Amo Y Señor Absoluto, y los hombres, sus servidores. Dios se propone recuperar ese paraíso perdido por la desobediencia del hombre, y en esta oportunidad lo llenará con gente mansa y humilde de corazón, dispuesta a servir (amar) a Dios incondicionalmente (Mateo 5:5; Salmos 37:9,11,22,29,34; Proverbios 2:21).

Dios tiene sin lugar a dudas, un plan maestro para la raza humana que está oculto para la gran mayoría de Católicos, y aun entre muchos grupos protestantes. Es nuestro propósito darlo a conocer por intermedio de este estudio a nuestros lectores. La Creación del Mundo La Biblia comienza diciendo: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). Luego nos sigue diciendo que la tierra fue creada para que fuese habitada (Isaías 45:18). La palabra principio no nos dice cuando fue aquel principio, pero sin duda se refiere a un pasado sin fecha, cuando todo fue creado por Dios. La palabra hebrea para crear es "bara", y en su propio y primario sentido significa aquel acto divino de la creación absoluta sin el uso de material preexistente.

En otras palabras, Dios creó la materia "en el principio". Creó lo material de la nada con sólo ordenarlo. Lo visible de la creación fue hecho de lo que no se ve (Hebreos 11:3). El hombre fue creado en el "sexto día" después de los animales. Sin embargo, existen disputas de si fueron días de 24 horas o simplemente períodos indeterminados de tiempo. Las expresiones "Y fue tarde y mañana el día..." sugieren que fueron días de 24 horas.

Sin duda que la obra maestra de Dios en su creación fue el ser humano, pues fue hecho a la imagen y semejanza de Su Creador. A éste el Eterno Dios lo puso en la tierra no para que se quedara ocioso sino para que la "guardase", junto con la mujer a quien el Eterno llamó "ayuda idónea", Eva. La orden de Dios era la de procrear y llenar la tierra con hijos y tuvieran dominio sobre las bestias del campo y labraran la tierra. La Primera Ley Divina De manera clara Dios le prohibió a la primera pareja humana que comieran de cierto árbol de "la ciencia del bien y del mal". Su violación sería la muerte. ¡Muerte física y espiritual!

La primera pareja humana recibió una orden expresa de Dios: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día de que él comiéreis ciertamente morirás." Esta fue la primera ley divina que debía ser obedecida, porque de eso dependía la vida. La obediencia de esa ley divina traería felicidad y paz con el Creador, y su violación, la ruptura con Él.

El Primer Pecado

Habiendo dado una ley suprema, su violación constituiría el pecado. La Biblia dice claramente que "Todo el que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). La Biblia nos dice que Adán y su mujer desobedecieron a Dios y a Su ley, lo que significó su pecado y muerte. De este modo, por la necedad del hombre mismo, la muerte ha seguido reinando. El salario o pago del pecado no es otra cosa que la misma muerte (Romanos 6:23), y por eso todos moriremos algún día (Hebreos 9:27). Se puede decir que aquí finaliza el período de la inocencia a la vista de Dios.

La Primera Profecía

Hasta aquí el diablo sacó ventaja y logró sembrar la desobediencia y la muerte en la raza humana. Sin embargo, Dios prometió no solamente un redentor personal que contendería con Satanás y le vencería, sino que la profecía incluía que habría enemistad perpetua entre las simientes opuestas del mundo, la simiente de la serpiente, o los hijos del maligno, y la simiente de la mujer, los hijos espirituales y obedientes. Esas "simientes" estarían en oposición entre sí en un conflicto continuo. El uno heriría el calcañar (extremidad del pie, por la parte de atrás) de su antagonista, pero el otro finalmente heriría su cabeza, esto es, lo destruiría. Por ende, una guerra continua se desataría entre los buenos y los malos, cuando Jesús dijo: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo", es decir, "la simiente de la serpiente".

El Primer Homicidio

Los primeros padres tuvieron 2 hijos, los cuales fueron representantes de dos simientes opuestas. Abel, según se lee en la Biblia, "era justo"; en cambio Caín "era maligno", y la Biblia está llena de esta enemistad. El espíritu de Caín nunca termina hasta que regrese "la simiente de la mujer" a establecer su reino en la tierra y luego destruir a su adversario---"aquel maligno"---el diablo (Hebreos 2:14). En el proceso del tiempo, Caín y Abel trajeron sus respectivas ofrendas al Señor. Caín ofrece el fruto de la tierra, en tanto que Abel trajo de los animales de su rebaño (Ofrenda de expiación, hecha con fe...Hebreos 11:4; 12:24).

El camino de Caín desagradó a Dios quien no aceptó su ofrenda, pero el sacrificio de Abel si fue agradable al Señor. Esta evidencia del favor divino enfureció la "enemistad" en el corazón de Caín, por lo cual se levantó y mató a su hermano justo. Aquí Satanás pretendió destruir a la simiente justa que sería de bendición para la humanidad. Renovación de la Simiente justa Con el tiempo Dios dio a Adán otro hijo, y renovó la simiente justa de Set. Con este nacimiento de Set, al fin, Abel tuvo un sucesor de mente semejante, que anduvo por fe y agradó a Dios.

Así, como "la simiente Caín" y la "simiente de Set" el mundo fue aumentando con gente mala y gente buena. La corrupción del mundo había llegado a su colmo en el linaje de Caín, y la maldad del hombre era casi inconcebible, que Dios anunció al fiel Noé su propósito de destruir la tierra para limpiarla de los malvados. Noé era descendiente de Set, y cuya línea genealógica era Set, Enós, Cainán, Mahalalel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, Noé.

Para este propósito Dios mandó a Noé a construir un arca para que en ella se salvara él y su familia, y por medio de él a la simiente justa. Durante el tiempo de la construcción del arca ningún hombre quería arrepentirse de su mal camino, por lo que Dios decidió la destrucción del mundo por un diluvio mundial. Sólo 8 personas, Noé y su familia y una pareja de cada especie animal se salvaron. Con este diluvio un mundo cayó en el juicio divino.

La Repoblación de la Tierra

Dios hace un pacto con Noé que ningún otro diluvio destruiría la tierra, y que todas las cosas serían sujetas a Noé y a sus hijos, y les instruyó para que "llenasen la tierra". Por vez primera el concepto sagrado de la vida se hizo notar por la institución de la pena capital. Aquellos que derramaran sangre de hombre su sangre sería derramada. Como señal de las promesas del pacto Dios colocó en el cielo el arco Iris, una señal de su pacto con toda carne "por siglos perpetuos". El mundo así tuvo un nuevo inicio, con la institución del gobierno humano, siendo el hombre el responsable de gobernar al mundo para Dios.

Los hijos de Noé empezaron a multiplicarse y llenar la tierra. Pero no pasó mucho tiempo antes que ellos vieran abundar la maldad, y a los hombres y naciones en abierta enemistad con Dios. Los 3 hijos de Noé fueron: Sem, Cam, y Jafet. Con estos 3 hombres se volvió s llenar la tierra, la cual, poco después se corrompió, y renació el antagonismo entre las simientes opuestas.

Para no ser esparcidos construyeron una torre en el llano de Sinar. Ante este desafío constante, Dios decidió confundir las lenguas de los edificadores de la torre. Hasta ese momento la tierra sólo habla un idioma, pero ahora los hombres empezaron a hablar muchos idiomas y dialectos lo que les obligó a esparcirse por toda la tierra. Actualmente es un hecho establecido que los varios idiomas existentes pertenecen a 3 grandes grupos: Los Arios, los semitas, y los Turianos, correspondientes a los 3 hijos de Noé: Jafet, Sem, y Cam.

El Tiempo de la Promesa

Después de la dispersión, Nimrod, un descendiente de Cam, fundó un imperio a orillas del río Eúfrates, el primitivo imperio babilónico o caldeo. Mizraim, hijo de Cam, fundó el imperio Egipcio, el otro gran centro de la civilización primitiva. Pero también hubo un progreso en la corrupción y en la idolatría. En cuanto a la idolatría, ésta se esparció rápidamente sobre la tierra, deshonrando a Dios y degradando al hombre. En consecuencia Dios dispuso separar una familia de todas las familias de la tierra, para que por medio de ella, Él pudiera preservar la religión pura y sin mácula.

El elegido fue Abraham, que nació en Ur de Caldea, de donde fue llamado por Dios. Las gentes de su época y lugar eran idólatras, aún su propio padre Taré, estaba manchado con la maldición. Dios mandó a Abraham que dejase su país y su parentela y fuese al lugar que le sería mostrado. El mandato fue acompañado con una promesa y un pacto. El llegaría a ser una gran nación, un gran nombre, la tierra de Canaán sería la posesión eterna de su simiente y por medio de él, todas las familias de la tierra. Esto indicó un nuevo comienzo para el Reino de Dios, porque el llamado de Abram, Dios comenzó a preparar el mundo para el redentor prometido, "la simiente de la mujer".

Aunque Dios había prometido que la simiente de Abraham sería innumerable, pasaron años de espera sin señal de descendencia. Impaciente por los años que pasaban sin descendencia, Sarai, su esposa, le sugirió que buscara al hijo en la esclava Agar, y de quien luego nació Ismael, quien vino a ser el padre de la raza árabe. Catorce años más tarde, Isaac, el hijo de la promesa nació milagrosamente. Este heredó la fe de su padre, y obtuvo una renovación del pacto a Abraham. Tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Esaú fue el progenitor de los edomitas, quienes fueron una fuente constante de dificultad para los israelitas, los descendientes de Jacob.

El nombre de Jacob fue finalmente cambiado a ISRAEL, "Príncipe con Dios". De sus doce hijos, José, el hijo de su edad avanzada, era el favorito. Fue aborrecido por sus hermanos, por los cuales finalmente fue vendido y llevado a Egipto por los mercaderes medianitas; allá Dios le bendijo y prosperó. Veinte años más tarde una gran hambruna obligó a Jacob, con sus hijos, a viajar y establecerse en Egipto, a la invitación de José.

Después de la muerte de Jacob y José, se levantó un rey en Egipto que no conocía a José; alarmado por el crecimiento del pueblo hebreo, determinó aplastarles por medio de una cruel opresión y por la destrucción de todos los hijos varones. Durante esta era oscura de opresión, nació un niño (Moisés) destinado a liberar al pueblo esclavizado. Este, más tarde, obligó a Faraón de Egipto dejar salir al pueblo. En la noche de su liberación de Egipto Dios instituyó la Pascua.

La Promulgación de la Ley

En el tercer mes de su salida de Egipto, acamparon en el Sinaí, donde permanecieron un año. Siendo llamado por Dios a la cumbre del monte, Moisés recibe los Diez Mandamientos de Dios, y también las instrucciones para la construcción del tabernáculo o tienda sagrada, que habría de ser la morada de Dios entre ellos. Durante su estadía en el Sinaí, Israel se organizó como nación, y luego del censo del pueblo y la agrupación de las tribus, se movilizaron hacia la posesión de la tierra prometida. Al llegar a la frontera, Moisés envió a doce hombres para investigar la tierra. Al regresar, dos dijeron que era una buena tierra, pero diez dijeron que no podía ser conquistada. El miedo destruyó la fe, y el pueblo rehusó entrar a su posesión prometida. Como castigo por su incredulidad vagaron por el desierto 40 años.

Al fin, después de 38 años, la nueva generación llegó a Cades, el escenario de la trágica incredulidad de sus padres. Aquí Moisés repitió la ley y repasó las condiciones que acompañaban las promesas y las bendiciones de su entrada a Canaán. Después de su mensaje de despedida, Dios llamó al fiel legislador al descanso, y manos invisibles le sepultaron en el monte desde dónde él había visto la tierra prometida.

Después de la muerte de Moisés, el pueblo fue guiado por Josué a Canaán como sucesor de Moisés, pero después de la muerte de Josue hubo un apartamiento gradual de la nación. Esta condición se resume en la frecuentemente frase citada: "Israel hizo lo malo en los ojos del Señor" y también "El Señor los entregó en las manos de sus opresores". En estos períodos críticos, Dios escogía a algún hombre de las tribus, por quien Él pudiera gobernar y ejecutar sus juicios. Estos oficiales eran llamados los "Jueces" de Israel.

Después de varios centenares de años de apostasía, servidumbres, y liberaciones, los israelitas se cansaron del gobierno de los Jueces y demandaron un rey. Después de ser amonestados de las consecuencias trágicas de cambiar de gobierno de una teocracia a una monarquía, Dios les concedió su petición. Saúl fue elegido como el primer rey de Israel.

El carácter de Saúl fue marcado por impulsividad y autovoluntad, y su muerte miserable fue una consecuencia espantosa de su vida. Reinó sobre Israel por 40 años. El período del reinado de David, sucesor de Saúl fue la más brillante de todas en la historia de Israel. Este también reinó por 40 años. Pero en cuanto a explendor y magnificencia, ninguno igualó a Salomón, hijo de David.

El reino israelita se mantuvo unido con estos 3 reyes hasta que vino la división entre el reino de Israel y el reino de Judá durante el reinado de Roboam y Jeroboam. Jeroboam se había corrompido por la idolatría, por lo que fueron llevados a la cautividad. El Reino del Norte fue llevado a Asiria y el Reino del Sur a Babilonia por 70 años durante el reinado de Sedequías.

Por un decreto de Ciro, el Reino del Sur salió de su cautiverio y con un remanente de Israel regresó a Jerusalén y reconstruyeron el templo y lo dedicaron en el período del profeta Nehemías. Del linaje de David y de la línea semita nació "La simiente prometida" para la bendición de la humanidad., unos 400 años después.