lunes, 24 de octubre de 2011

La Oracion fuente de Poder por Bounds

El descanso para el ministro debe ser como la máquina de afilar para la hoz que se usa solamente cuando es necesario para el trabajo. ¿Puede un médico durante una epidemia descansar más de lo indispensable para su salud mientras los pacientes están esperando su ayuda en casos de vida o muerte? ¿Puede el cristiano contemplar a los pecadores en las agonías de la muerte, y decir: “Dios no me pide que me afane por salvarlos?” ¿Es esta la luz de la compasión ministerial y cristiana o más bien hablan la pereza sensual o la crueldad diabólica?

Richard Baxter

Busca la santidad en todos los detalles de la vida. Toda tu eficiencia depende de esto, porque tu sermón dura solamente una o dos horas pero tu vida predica toda la semana. Si Satanás logra hacerte un ministro codicioso, amante de adulaciones, del placer, de la buena mesa, habrá echado a perder tu ministerio. Entrégate a la oración para que tus textos, tus oraciones y tus palabras vengan de Dios. Lutero pasaba en oración las mejores tres horas del día.

Robert Murray McCheyne

I. El hombre, instrumento del Espíritu.

Constantemente nuestra ansiedad llega a la tensión, para delinear nuevos métodos, nuevos planes, nuevas organizaciones para el avance de la Iglesia y para la propagación eficaz del Evangelio. Esta tendencia nos hace perder de vista al hombre, diluyéndolo en el plan u organización. El designio de Dios, en cambio, consiste en usar al hombre, obtener de él más que de ninguna otra cosa. El método de Dios se concreta en los hombres. La Iglesia busca mejores sistemas; Dios busca mejores hombres. Fue un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. La dispensación que anunció y preparó el camino para Cristo estaba ligada al hombre Juan. "Niño nos es nacido, hijo nos es dado". La salvación del mundo proviene de este Hijo del pesebre. Cuando Pablo recomienda al carácter personal de los hombres que arraigaron el Evangelio en el mundo nos da la solución del misterio de su triunfo.

La gloria y eficiencia del Evangelio se apoyan en los hombres que lo proclaman. Dios proclama la necesidad de hombres para usarlos como el medio para ejercitar su poder sobre el mundo, con estas palabras: “Los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto para con Él”. Esta verdad urgente y vital es vista con descuido por la gente de nuestra época, lo que es tan funesto para la Obra de Dios como sería arrancar el sol de su esfera, pues produciría oscuridad, confusión y muerte. Lo que la Iglesia necesita hoy día, no es maquinaria más abundante o perfeccionada, ni nuevas organizaciones, ni métodos más modernos, sino hombres que puedan ser usados por el Espíritu Santo; hombres de oración, poderosos en la oración. El Espíritu Santo no pasa a través de métodos, sino de hombres. No desciende sobre la maquinaria, sino sobre los hombres. No unge a los planes, sino a los hombres: los hombres de oración.

Un historiador eminente ha dicho que los accidentes del carácter personal tienen una parte más importante en las revoluciones de las naciones que la admitida por ciertos historiadores filosóficos o políticos. Esta verdad tiene una aplicación plena en lo que se refiere al Evangelio de Cristo, porque el carácter y la conducta de sus fieles seguidores, cristianizan al mundo y transfiguran a las naciones y a los individuos.

El buen hombre y el éxito del Evangelio están confiados al predicador, pues o entrega el verdadero mensaje divino, o lo echa a perder. Él es el conducto de oro para el aceite divino. El tubo no solo debe ser de oro, además tiene que estar limpio para que nada obstruya el libre paso del aceite, y sin agujeros para que nada se pierda.

El hombre hace al predicador, Dios tiene que hacer al hombre. El mensajero, si se nos permite la expresión, es más que el mensaje. Como la leche del seno de la madre no es sino la vida de la madre, así todo lo que el predicador dice está saturado por lo que él es. El tesoro está en vasos de barro y el sabor de la vasija impregna el contenido y puede hacerlo desmerecer. El hombre -el hombre entero- está detrás del sermón. Se necesitan veinte años para hacer un sermón, porque se requiere veinte años para hacer un hombre. El verdadero sermón tiene vida. Crece juntamente con el hombre. El sermón es poderoso cuando el hombre es poderoso. El sermón es santo si el hombre es santo. El sermón estará lleno de unción divina siempre que el hombre esté lleno de la unción divina.

Pablo solía decir: “Mi Evangelio”, no porque lo había degradado con excentricidades personales o desviadas con fines egoístas, sino porque el Evangelio estaba en el corazón y en la sangre del hombre Pablo como un depósito personal para ser dado a conocer con sus rasgos peculiares, para que impartiera al mismo el fuego y el poder de su alma indómita. ¿Qué se ha hecho de los sermones de Pablo? ¿Dónde están? ¡Son esqueletos, fragmentos esparcidos, flotando en el mar de la inspiración! Pero el hombre Pablo, más grande que sus sermones, vive para siempre, con la plenitud de su figura, facciones y estatura, con su mano modeladora puesta sobre la iglesia. La predicación no es más que una voz. La voz muere en el silencio, el texto es olvidado, el sermón desaparece de la memoria; el predicador vive.

El sermón con su poder vivificador no puede elevarse sobre el hombre. Los hombres muertos producen sermones muertos que matan. Todo el éxito depende del carácter espiritual del predicador. Bajo la dispensación judía el sumo sacerdote inscribía con piedras preciosas sobre un frontal de oro las palabras: “Santidad a Jehová”. De una manera semejante todo predicador en el ministerio de Cristo debe ser modelado y dominado por el mismo lema santo. Es una vergüenza para el ministerio cristiano tener un nivel más bajo en santidad de carácter y de aspiración que el sacerdocio judío. Jonathan Edwards decía: “Perseveré en mi propósito firme de adquirir más santidad y vivir más de acuerdo con las enseñanzas de Cristo. El cielo que yo deseaba era un cielo de santidad”.

El Evangelio de Cristo no progresa por movimientos populares. No tiene poder propio de propaganda. Avanza cuando marchan los hombres que lo llevan. El predicador debe personificar el Evangelio, incorporarse sus características más divinas. El poder compulsor del amor ha de ser en el predicador una fuerza ilimitada y dominadora; la abnegación, parte integrante de su vida

martes, 18 de octubre de 2011

Lo que dice el Génesis sobre el aborto

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De la misma forma que en el tema de los 'días de la creación', no hay ninguna dificultad ni controversia en absoluto: siempre y cuando dejemos que La Biblia nos enseñe y no impongamos las ideas de personas falibles sobre su claro significado. Veamos esta llamada 'polémica' a la luz de la Palabra:

1. El niño aún no nacido ('feto') ¿Es un ser humano?

2. Si es así, ¿Es aceptable en algún caso matar al nonato?

La respuesta a ambas preguntas está en Génesis. Génesis 25: 21–22 dice: 'y Rebeca su (de Isaac) esposa concibió, y los niños luchaban juntos dentro de ella'. Nótese que se refiere a los gemelos nonatos de Rebeca, Jacob y Esaú, como 'niños'(la palabra hebrea usada es banim, plural de ben), que se refiere a los niños ya nacidos y a menudo tiene un significado más concreto 'hijos'.

El Nuevo Testamento emplea la palabra griega habitual para bebé, brefos, al referirse a Juan el Bautista antes de nacer, el cual saltó en su vientre (de Elísabet) la causa de la presencia del Cristo nonato (Lucas 1:41–44). Los bebés aún no nacidos no son conjuntos de tejido desechable, a pesar de las afirmaciones de muchos pro-abortistas.

Y son, en todo momento, humanos desde el mismo momento de la fecundación, porque todo el código ADN necesario para desarrollar cada una de las características físicas del individuo se halla presente en el huevo fecundado.

Es totalmente falso que el ser humano en su desarrollo atraviese alguna fase de pez o reptil, a pesar de algunas pretensiones evolucionistas descaradamente fraudulentas (Véase en El Fraude Redescubierto, Creation 20 (2):49–51, Marzo 1998) la escandalosa verdad, con documentación fotográfica.

No. La Biblia, respaldada por la ciencia, enseña que el bebé venidero es un niño humano (Véase también Salmos 139: 13–16, Jeremías 1:5).

La segunda pregunta también se halla respondida en Génesis. Génesis 1: 26–29 y 2: 7–23 deja claro que el hombre fue creado diferente a los animales, hecho a la imagen de Dios. En Génesis 3 se lee que esta imagen fue corrompida por el pecado de los primeros humanos, Adán y Eva. Apenas una generación más tarde, Caín cometió el primer asesinato, una destrucción de esta imagen, y por consiguiente una grave afrenta para Dios. La violencia (y otras perversidades) se propagaron por todo el mundo, tanto que Dios destruyó a toda la población excepto los pasajeros del Arca con un diluvio que cubrió todo el globo terrestre (Génesis 6–8). A lo largo de la Escritura, el asesinato: es decir, la muerte deliberada de humanos inocentes: se considera un pecado atroz (Éxodo 20:13, Mateo 19:18, Romanos 13:9).

Dado que el aborto mata a un ser humano inocente, no es menos que un asesinato. De forma que todos los «casos difíciles» usualmente planteados por los pro-abortistas, es decir, «¿Qué hacer si la mujer es violada?», «¿Qué pasa cuando el niño es deforme?» , «¿Qué sucedería si ella no pudiera guardar al niño? «son completamente irrelevantes.

Por otro lado, también deberíamos recordar Ezequiel 18: 20, que prohíbe la ejecución de un niño por los crímenes de sus padres. Esto significa que, incluso, los casos trágicos de embarazos debidos a incesto no son ninguna justificación para matar al niño concebido, que es inocente. Además, estos son casos muy raros: la inmensa mayoría de los abortos se realizan por pura comodidad: si podemos deshacernos de los gatitos no deseados, ¿por qué no deshacernos de los niños no deseados?

Ahora bien ¿qué podemos hacer nosotros como cristianos? Deberíamos notar que tras el diluvio, Dios estableció ciertas disposiciones para refrenar el asesinato. Cualquiera que asesinare pagaría con su propia vida (Génesis 9). De esta manera Génesis contiene el origen del gobierno civil, porque este mandamiento de impartir justicia lleva consigo el concepto de autoridad. Observamos en el Nuevo Testamento (Romanos 13) que la principal función del gobierno es proteger al inocente y castigar al culpable. Dado que el aborto es un tipo de asesinato, debería estar prohibido por el gobierno, de modo que una nación que deja que los bebés aún no nacidos sean asesinados está desafiando a Dios, y no podrá prosperar a largo plazo La reciente decisión del parlamento del oeste de Australia de despenalizar el aborto es un triste ejemplo de esto. También leemos en Génesis acerca de Lot, lamentablemente un prototipo de muchos cristianos de hoy. Aunque Lot era un varón «justo» (2 Pedro 2: 6–8), escogió plantar su tienda hacia Sodoma (Génesis 13: 11–13), y rápidamente se vio mezclado en ella. Al parecer fue atraído por su prosperidad material, pero ignoró los efectos que su pecado habría de ejercer sobre su familia. Él perdió a dos de sus hijas y a sus maridos cuando Dios destruyó la ciudad y perdió a su esposa cuando ella miró hacia atrás desobedeciendo lo que dijo de Dios.

Los cristianos que dan más importancia a lo económico que a lo moral están actuando como Lot. Aunque problemas como los tipos de interés, el empleo, la vivienda y la educación son importantes, las criaturas que sean asesinadas en los vientres de sus madres jamás podrán gozar de estos beneficios.

Por último, a pesar de que deberíamos denunciar el grave pecado del aborto sin concesiones, también debemos señalar que ningún pecado es imperdonable Las mujeres que han abortado, los médicos que practicaron abortos y los políticos que votaron por la despenalización del aborto pueden todos tener perdón si vienen a Cristo con arrepentimiento y fe.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Argumentos contra el matrimonio homosexual

Desde el respeto a quienes se consideran homosexuales, es necesario esbozar los motivos fundamentales por los que no es justo equiparar las relaciones gay con el matrimonio. Aquí doce razones que deben tomarse en cuenta.

1 Casar homosexuales es un experimento social inédito

Casar personas del mismo sexo es un experimento social que nunca antes se ha intentado. Ninguna civilización ha practicado jamás el matrimonio homosexual. Incluso sociedades que permitían la homosexualidad y hasta la fomentaban en ciertas edades y clases sociales, como los griegos antiguos, entendían claramente el matrimonio como la unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a tener hijos. Una cosa eran las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia y la generación/ educación de hijos. La homosexualidad ha adoptado muchas formas en distintas sociedades, pero nunca se le ha relacionadocon el matrimonio. Experimentar con la sociedad es irresponsable y peligroso. Como dice la prudencia popular, los experimentos, mejor en casa y con gaseosa.

2 Los homosexuales, se pueden casar en cualquier país con personas del sexo opuesto.

Los homosexuales pueden casarse igual que cualquier otro, con los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales. Es decir, sólo con otra persona y sólo del sexo opuesto y que tenga cierta edad y dé su consentimiento. Que un homosexual se queje de discriminación porque no le dejan casarse con alguien del mismo sexo, es como si un polígamo se quejara de discriminación porque no le dejan casarse con varias mujeres, o un pederasta con un niño, o un secuestrador con su secuestrada (en muchos países aún se practica el secuestro de mujeres para casarse). No hay discriminación con ningúno: la ley es igual para todos y la sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia durante siglos.

3 Solo un hombre con una mujer generan niños y los crían de forma idónea.

El matrimonio es un status especial que la sociedad reconoce a la unión comprometida entre un hombre y una mujer por una razón: porque su relación corporal es la única capaz de generar nuevos miembros de la especie humana y porque su relación interpersonal es la idónea para criarlos, protegerlos y educarlos. Este servicio es tan importante y benéfico para la sociedad que merece protección legal. Por el contrario, ningún acto corporal entre homosexuales puede generar nuevos seres humanos, y tampoco dos personas del mismo sexo son idóneos para la cría y educación de los niños, que carecerían de referente paterno/masculino (si son dos lesbianas) o materno/femenino (si son dos homosexuales). Son los homosexuales los que deben cargar con el peso de la prueba y demostrar que pueden cumplir las mismas funciones que el matrimonio.

4 Para evitar abusos contra/entre homosexuales o desamparo legal no hace falta aprobar el matrimonio homosexual.

Casi todos los beneficios de un matrimonio a nivel de herencias, transmisión de bienes, propiedades compartidas, etc... pueden regularlo dos (o más) personas con acuerdos legales ante notario, independientemente de que tengan relaciones sexuales. De hecho, las pocas parejas homosexuales realmente interesadas en estos temas ya han establecido acuerdos así ante notario. Es de destacar que en el contrato matrimonial hay limitaciones, por ejemplo, los cónyuges se comprometen a ser fieles el uno al otro y a la ayuda mutua; en cambio, dos (o más) homosexuales o un grupo de amigos que viven juntos pueden, ante notario, regular muchas de las ventajas del matrimonio sin comprometerse ni a fidelidad ni a ayuda mutua.

5 Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con las personas que viven juntas sin relaciones sexuales.

Dos ancianas que viven juntas, tres hermanos en una casa, cuatro amigos que comparten piso desde hace seis años. Tienen una relación con afectividad, compromiso y convivencia, igual que puedan tener dos homosexuales. Sin embargo, se ven privadas de las ventajas legales del matrimonio gay porque no practican sexo entre ellos. El matrimonio gay en realidad premia a los practicantes de cierto tipo de sexo, privilegiándoles sobre otras convivencias afectivas y estables. Es evidente la diferencia con el matrimonio verdadero, que premia la complementariedad hombre-mujer estable y abierta a la generación y crianza de los hijos.

6 Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con los polígamos y con cualquiera otra combinación numérica.

Al contrario que el matrimonio homosexual, que nunca ha sido aceptado por ninguna civilización, la poligamia tiene una larga tradición en numerosos países y sociedades, incluso en nuestros días. Si casamos a dos hombres, ¿con qué argumentos impediremos a nuestros ciudadanos islámicos o de origen subsahariano que no se casen con dos o más mujeres? ¿Puede un emigrante pedir por reagrupación familiar que vengan sus tres esposas? Al menos, las uniones polígamas tradicionales tienen hijos y suelen ser estables, lo cual es un bien social. ¿Con qué argumento los defensores del matrimonio gay lo impedirían? Después de todo, “si se quieren...”

Pero lo cierto es que en los ambientes homosexuales lo que ya se pide es la aprobación de la poligamia bisexual. Un famoso escritor lo ejemplificaba en un número de la revista homosexualista Zero: un amigo suyo está casado con una mujer, madre de sus hijos, y la quiere; pero es homosexual, ytiene una relación con un hombre. ¿Por qué esconderlo? ¿Por qué no casarse todos entre ellos? Así, los niños tendrían dos papás, que siempre es mejor que uno. Cuando el matrimonio deja de ser lo que naturalmente se ve (un hombre y una mujer unidos en un acto de amor que puede generar nuevas vidas–el coito natural está diseñado para uno con una, nadie más- ), entonces puede re-definirse para ser cualquier cosa. Una palabra que sirve para todo ya no sirve para nada.

7 Legalizar el matrimonio gay debilita la fortaleza del matrimonio natural, igual que la moneda falsa debilita la moneda verdadera.

Muchas personas piensan que no les afecta en nada que los homosexuales se casen. Es lo mismo que pensar: “no me afecta en nada que haya gente que haga circular falsos billetes de 100 euros, yo soy honrado y no los usaría, de hecho casi nunca veo billetes de 100 euros”. Sin embargo, es evidente que la circulación de moneda falsa nos afecta a todos, porque se pierde confianza en esa moneda, la gente la usa con reticencias, prefiere usar otras monedas (dólares, por ejemplo) o no comerciar o no aceptar ciertos billetes y al final la economía de todos se resiente porque todo es más costoso. Lo mismo pasa cuando se hace circular un matrimonio falso como si fuese matrimonio real.

En los países nórdicos, donde el matrimonio entre homosexuales hace años que existe, la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio. Al aprobar el matrimonio homosexual, se da el mensaje a la sociedad de que en realidad casarse no significa nada (mensaje reforzado en cualquier país donde exista el divorcio). Como consecuencia, la gente no se casa y su compromiso (de pareja y a menudo social) es débil. Igual que la moneda falsa, crea desconfianza en el sistema económico, el matrimonio falso crea desconfianza en el compromiso inter-personal y social. Una sociedad basada en la desconfianza, la desvinculación y la falta de compromiso nunca funcionará tan bien como una basada en familias fuertes, comprometidas de por vida por el bienestar de los cónyuges, hijos y parientes.

8 En realidad, pocos homosexuales se casan; el objetivo del movimiento gay es destruir el matrimonio heterosexual.

Lo han reconocido muchas veces los líderes homosexuales en España y en el resto del mundo. En realidad muy pocos de ellos quieren “casarse”. Pero el movimiento del homosexualismo político se vuelca en la exigencia del matrimonio para cambiar la sociedad y eliminar una institución (el matrimonio monógamo y de por vida) en la que no creen.

“Luchar por el matrimonio del mismo sexo y sus beneficios y entonces, una vez garantizado, redefinir la institución del matrimonio completamente, pedir el derecho de casarse no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica. [...] La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas [...] es transformar por completo la noción de familia” [Michael Signorile, activista homosexual y escritor, citado en Crisis Magazine, 8 de enero de 2004]

El activismo homosexual no quiere formar “familias como las demás”. Más bien, quiere llegar a que todas las familias sean como las suyas, para lo cual la clave es desmontar conceptos arcaicos y caducos como fidelidad, monogamia, compromiso, fecundidad, paternidad/maternidad, etc.

9 Legalizar el matrimonio homosexual significa legalizar la entrega de niños a homosexuales.

Hay gente que dice “yo veo bien que los gays se casen pero no que adopten niños”. Es un error pensar que se va a legalizar el matrimonio sin la adopción: si se legaliza el matrimonio incluirá siempre la adopción. Quien apoye una cosa estará apoyando, quiera o no, la otra. Aunque algunas lesbianas tienen hijos de anteriores relaciones o los han buscado (mediante inseminación artificial o con la cooperación de un hombre) la adopción se plantea para que los homosexuales que, obviamente, no tienen niños, accedan a la educación de niños que, obviamente, eran de parejas heterosexuales.

La adopción de homosexuales tiene diversas desventajas para la sociedad que la permita, empezando por que la escasez de niños hace que se traigan de China, Rusia y otros países... que no van a dar niños a países donde los homosexuales adopten. Así, el deseo de una minoría ínfima va a dificultar a miles de matrimonios que quieren adoptar. Pero el punto clave es que un niño tiene derecho a un padre y una madre, derecho conculcado si se le entrega a dos hombres o a dos mujeres.

10 Legalizar el matrimonio homosexual significa poner toda la maquinaria educativa y mediática del Estado al servicio de homosexualismo político.

Si el matrimonio gay es legal, se enseñará en las escuelas. Los libros de texto de los niños explicarán la doctrina que las asociaciones homosexualistas hayan indicado: que la homosexualidad es normal, que es bueno tener dos papás y dos mamás, que los niños deben experimentar con su sexualidad para descubrir qué sexo les atrae más y que las personas que se oponen a la homosexualidad (como los papás de los niños cristianos) son intolerantes. Por supuesto, cada serie de televisión tendrá su pareja de homosexuales o lesbianas con niños, conviviendo felices para ejemplo y edificación de tantos matrimonios con problemas. De hecho, hay en España centros de scouts y de ocio infantil que activamente difunden ya esta ideología.

11 Legalizar el matrimonio homosexual implicará a medio plazo multas y penas de cárcel para quien critique la actividad homosexual.

En Suecia, donde hay uniones gay desde 1995 con adopción de niños desde 2002, se decretó pena de cárcel para un pastor pentecostal que básicamente se limitaba a predicar las palabras de San Pablo sobre la homosexualidad. Otro país donde criticar la homosexualidad ha significado multas y juicios es Canadá. El grado de respetabilidad de la relación gay (no ya de la persona, que obviamente es merecedora de respeto simplemente por ser persona) será extremo y su crítica punible. La libertad de expresión se verá recortada y probablemente también la libertad religiosa.

12 Legalizando el matrimonio homosexual, España ensanchará su abismo con otras civilizaciones y la propia cultura occidental.

La mayoría de los musulmanes del mundo conocen poco de Occidente y de su democracia. Lo que conocen es básicamente lo peor: que producimos pornografía, que la exportamos en grandes cantidades, que –a sus ojos- nuestras mujeres visten impúdicamente, y que estas mismas mujeres, cuando se les da un cargo en una prisión (ver Abu Ghraib en Irak), vejan, humillan, desnudan y filman pornografía con los prisioneros y la hacen circular. Algo parecido piensan en la China comunista, incluso en las masas populares de la democrática y anglohablante India. Tiranos y fundamentalistas islámicos o comunistas señalan con razón estos y otros elementos para justificar en sus países que “lo que los occidentales llaman democracia es vicio y degeneración”.

Casar homosexuales y destruir la familia no va a ayudar nada al diálogo Oriente-Occidente ni a mostrar las bondades de la democracia. Llamar “derechos humanos” al matrimonio homosexual va a servir para erosionar los verdaderos derechos humanos, para que el mundo no Occidental vea que Occidente impone una moral (o una inmoralidad, desde su punto de vista) no basada en la naturaleza común del ser humano sino en el individualismo, el materialismo y el hedonismo. Millones de musulmanes y de chinos (y la autoridad moral de Occidente) van a ser perjudicados por esta piedra en el camino de extender una auténtica democracia y unos derechos humanos auténticos. Hay pues muchas razones perfectamente prácticas para que una sociedad responsable diga "no" al matrimonio entre homosexuales desde el respeto a estas personas. l

(ForumLibertas.com)

lunes, 22 de agosto de 2011

TENTARON A DIOS, PIDIENDO COMIDA A SU GUSTO

“Pues tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su gusto”, Salmo 78:18.

El cerebro humano es capaz de guardar mucha información. Dentro de esas capacidades, el gusto, uno de nuestros cinco sentidos y forma parte de las facultades desarrolladas por el cuerpo humano. El gusto estriba en una información para nuestro cuerpo, y nos permite determinar lo que preferimos y lo que rechazamos. Todos tenemos gustos diferentes, y hemos desarrollado preferencias diferentes, lo que le gusta a una persona le puede parecer repugnante a otra.

El tener gustos diferentes forma parte de nuestra naturaleza. En lo natural, esto no tiene repercusiones, pero en lo que respecta a Dios, esto es fatal. En la vida con Dios, tenemos que desarrollar el deleite por la comida divina. Israel se cansó del maná, que era la comida que Dios proveyó durante 40 años que duró la peregrinación por el desierto.

“Pidieron comida a su gusto”, es decir, que la que tenían no les parecía adecuada; por eso rechazaron el maná, la comida celestial, para pedir una comida a su gusto. Les parecía que el maná era “pan liviano”. ¿Cómo es posible que lo que Dios provee pueda llegar a parecer liviano e insatisfactorio? La respuesta está clara en Números 11:4-6: “¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos”.

Israel había guardado en su memoria, en su paladar, en su corazón, los sabores de Egipto... ¡Qué mucho pueblo de Dios hoy día está sufriendo del mismo problema de gusto y sabor! ¡Cuántos en la iglesia anda con dificultades a la hora de comer la Palabra que viene del Cielo!

Recuerde que el maná es tipo de nuestro Señor Jesucristo; y rechazar el sabor de Cristo es ponerse a sí mismo fuera de la herencia, de la salvación, de la vida eterna. Al pedir comida a su gusto, ellos se referían al gusto que habían desarrollado en Egipto, al que Egipto les había acostumbrado. Esto los llevó a preferir las ollas de Egipto que vivir en las mesas del Reino de los Cielos, a pesar que las ollas de Egipto producen esclavos y el maná produce hijos y príncipes de Dios.

Salmo 78:23-25 sigue describiendo lo que Dios les había dado en el desierto: “Mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos, e hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, y les dio trigo de los cielos. Pan de nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarles”. Lo que se rechaza evidencia la posición del alma, manifiesta la realidad espiritual de la persona.

Amados, es alarmante constatar cuántos en las congregaciones andan pidiendo comida a su gusto. Y cuando no se accede a sus exigencias, salen a buscar en otros lugares para que se les dé comida a su gusto. En la actualidad, no faltan líderes dispuestos a dar lo que se les pida con tal de tener la iglesia llena. Traen las ollas de Egipto al templo, para que nadie se atragante o se indisponga con el maná.

Pero también es evidente lo que ocurre cuando se come la comida de sustitución: “Comieron, y se saciaron; les cumplió, pues, su deseo. No habían quitado de sí su anhelo, aún estaba la comida en su boca, cuando vino sobre ellos el furor de Dios, he hizo morir a los más robustos de ellos, y derribó a los escogidos de Israel” (Salmo 78:29-31).

Es tiempo de mantener en el corazón el sabor del maná, de la Palabra de Dios sin imitaciones, ni edulcorantes, ni manipulaciones. Recuerde que quién se mantenga en el maná, comerá en Canaán; pero quien pida comida a su gusto perecerá en el desierto. Nosotros seguiremos prefiriendo el sabor antiguo de la Palabra de Dios.

¿EXISTIÓ JESÚS?

 TAGS:historia del cristianismo

UN AMIGO ME DIJO QUE JESÚS NUNCA EXISTIÓ. ¿CÓMO SE RESPONDE A ALGO ASÍ?

Todavía hay gente hoy en día que afirma que Jesús nunca existió; que fue solamente un personaje mitológico.

Bertrand Russell lo dice así: “Podría decir que a uno no le preocupa la cuestión histórica. Históricamente, es muy dudoso que Cristo haya existido jamás, y si existió, no sabemos nada de él; por eso no me preocupa la cuestión histórica, que es muy difícil. Me preocupa Cristo tal como aparece en los Evangelios” (Why i am not a Christian, Por qué no soy cristiano, p. 11, nota 8).

Sin embargo, los que hacen tal acusación, además de que no son historiadores, son sorprendentemente ignorantes de los hechos.

El Nuevo Testamento contiene 27 documentos separados que fueron escritos en el siglo primero de nuestra era. Estos escritos contienen la historia de la vida de Jesús y los principios de la iglesia cristiana, desde cerca del 4 a.C. hasta la década del año noventa d.C.

Los hechos son registrados por testigos oculares, quienes dieron testimonio personal de lo que habían visto y oído. “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1).

Además, la existencia de Jesús es registrada por el historiador Flavio Josefo, quien nació en el 37 d.C.: entonces existió Jesús, un hombre sabio, si se le puede llamar hombre, pues él fue un hacedor de maravillas, maestro de aquellos hombres que reciben la verdad con gozo. Él atrajo a sí a muchos judíos y gentiles.

“Él fue (el) Cristo; y cuando Pilato, a su sugerencia de los principales de entre nosotros, lo había condenado a la cruz, los que le amaron desde el principio no lo olvidaron, pues él se le apareció vivo otra vez al tercer día, como los profetas divinos habían predicho éstas y otras diez mil maravillas acerca de él; y la tribu de los cristianos, nombrados así por causa de él, no está extinta al presente” (Antigüedades, XVIII, III).

Aunque este pasaje ha sido debatido, debido a la referencia a Jesús como el Cristo y a su resurrección de entre los muertos, el hecho de su existencia no se ha puesto en duda.

Cornelio Tácito (112 d.C.), historiador romano, al escribir sobre el gobierno de Nerón, se refiere a Jesucristo y a la existencia de cristianos en Roma (Anales, XV, 44). Tácito, en otra parte de sus historias, se refiere al cristianismo al aludir al incendio del templo de Jerusalén, en el 70 d.C. esto fue conservado por Sulpicio Severo (Crónicas 30:6).

Hay otras referencias a Jesús o sus seguidores, tales como la del historiador romano Suetonio (120 d.C.), en vida de Claudio, 25.4 y vida de los Césares, 26.2, y Plinio el joven (112 d.C.) en sus epístolas, x.96.

Estos testimonios, tanto cristianos, son más que suficientes para desechar cualquier idea de que Jesús nunca existió. A la luz de las evidencias, es absurdo tener tal opinión. Sabemos más acerca de la vida de Jesús que de cualquier otro personaje del mundo antiguo. Su nacimiento, vida y muerte son revelados con más detalles que los de otras personas de la antigüedad cuya existencia es considerada real por los historiadores.

Al examinar las evidencias acerca de la vida de Cristo a partir de fuentes contemporáneas ajenas al Nuevo Testamento, Roderick Dunkerley llegó a esta conclusión: “En ninguno de estos diversos testimonios acerca de Cristo existe la mínima indicación o idea de que él no fuera una persona histórica real”.

“En realidad se ha alegado, y creo que con mucha razón, que las teorías míticas, acerca de los principios del cristianismo son hipótesis especulativas modernas, motivadas por prejuicios y rechazos ilógicos. No debería nadie atreverse nunca a dudar de que Jesús haya existido, dice Merezhovsky, a menos que antes de la duda, la mente haya sido oscurecida por el deseo de que Jesús no hubiera existido” (Robert Dunkerley, Beyond the Gospels, Más allá de los Evangelios, pp. 29,30).