De la misma forma que en el tema de los 'días de la creación', no hay ninguna dificultad ni controversia en absoluto: siempre y cuando dejemos que La Biblia nos enseñe y no impongamos las ideas de personas falibles sobre su claro significado. Veamos esta llamada 'polémica' a la luz de la Palabra:
1. El niño aún no nacido ('feto') ¿Es un ser humano?
2. Si es así, ¿Es aceptable en algún caso matar al nonato?
La respuesta a ambas preguntas está en Génesis. Génesis 25: 21–22 dice: 'y Rebeca su (de Isaac) esposa concibió, y los niños luchaban juntos dentro de ella'. Nótese que se refiere a los gemelos nonatos de Rebeca, Jacob y Esaú, como 'niños'(la palabra hebrea usada es banim, plural de ben), que se refiere a los niños ya nacidos y a menudo tiene un significado más concreto 'hijos'.
El Nuevo Testamento emplea la palabra griega habitual para bebé, brefos, al referirse a Juan el Bautista antes de nacer, el cual saltó en su vientre (de Elísabet) la causa de la presencia del Cristo nonato (Lucas 1:41–44). Los bebés aún no nacidos no son conjuntos de tejido desechable, a pesar de las afirmaciones de muchos pro-abortistas.
Y son, en todo momento, humanos desde el mismo momento de la fecundación, porque todo el código ADN necesario para desarrollar cada una de las características físicas del individuo se halla presente en el huevo fecundado.
Es totalmente falso que el ser humano en su desarrollo atraviese alguna fase de pez o reptil, a pesar de algunas pretensiones evolucionistas descaradamente fraudulentas (Véase en El Fraude Redescubierto, Creation 20 (2):49–51, Marzo 1998) la escandalosa verdad, con documentación fotográfica.
No. La Biblia, respaldada por la ciencia, enseña que el bebé venidero es un niño humano (Véase también Salmos 139: 13–16, Jeremías 1:5).
La segunda pregunta también se halla respondida en Génesis. Génesis 1: 26–29 y 2: 7–23 deja claro que el hombre fue creado diferente a los animales, hecho a la imagen de Dios. En Génesis 3 se lee que esta imagen fue corrompida por el pecado de los primeros humanos, Adán y Eva. Apenas una generación más tarde, Caín cometió el primer asesinato, una destrucción de esta imagen, y por consiguiente una grave afrenta para Dios. La violencia (y otras perversidades) se propagaron por todo el mundo, tanto que Dios destruyó a toda la población excepto los pasajeros del Arca con un diluvio que cubrió todo el globo terrestre (Génesis 6–8). A lo largo de la Escritura, el asesinato: es decir, la muerte deliberada de humanos inocentes: se considera un pecado atroz (Éxodo 20:13, Mateo 19:18, Romanos 13:9).
Dado que el aborto mata a un ser humano inocente, no es menos que un asesinato. De forma que todos los «casos difíciles» usualmente planteados por los pro-abortistas, es decir, «¿Qué hacer si la mujer es violada?», «¿Qué pasa cuando el niño es deforme?» , «¿Qué sucedería si ella no pudiera guardar al niño? «son completamente irrelevantes.
Por otro lado, también deberíamos recordar Ezequiel 18: 20, que prohíbe la ejecución de un niño por los crímenes de sus padres. Esto significa que, incluso, los casos trágicos de embarazos debidos a incesto no son ninguna justificación para matar al niño concebido, que es inocente. Además, estos son casos muy raros: la inmensa mayoría de los abortos se realizan por pura comodidad: si podemos deshacernos de los gatitos no deseados, ¿por qué no deshacernos de los niños no deseados?
Ahora bien ¿qué podemos hacer nosotros como cristianos? Deberíamos notar que tras el diluvio, Dios estableció ciertas disposiciones para refrenar el asesinato. Cualquiera que asesinare pagaría con su propia vida (Génesis 9). De esta manera Génesis contiene el origen del gobierno civil, porque este mandamiento de impartir justicia lleva consigo el concepto de autoridad. Observamos en el Nuevo Testamento (Romanos 13) que la principal función del gobierno es proteger al inocente y castigar al culpable. Dado que el aborto es un tipo de asesinato, debería estar prohibido por el gobierno, de modo que una nación que deja que los bebés aún no nacidos sean asesinados está desafiando a Dios, y no podrá prosperar a largo plazo La reciente decisión del parlamento del oeste de Australia de despenalizar el aborto es un triste ejemplo de esto. También leemos en Génesis acerca de Lot, lamentablemente un prototipo de muchos cristianos de hoy. Aunque Lot era un varón «justo» (2 Pedro 2: 6–8), escogió plantar su tienda hacia Sodoma (Génesis 13: 11–13), y rápidamente se vio mezclado en ella. Al parecer fue atraído por su prosperidad material, pero ignoró los efectos que su pecado habría de ejercer sobre su familia. Él perdió a dos de sus hijas y a sus maridos cuando Dios destruyó la ciudad y perdió a su esposa cuando ella miró hacia atrás desobedeciendo lo que dijo de Dios.
Los cristianos que dan más importancia a lo económico que a lo moral están actuando como Lot. Aunque problemas como los tipos de interés, el empleo, la vivienda y la educación son importantes, las criaturas que sean asesinadas en los vientres de sus madres jamás podrán gozar de estos beneficios.
Por último, a pesar de que deberíamos denunciar el grave pecado del aborto sin concesiones, también debemos señalar que ningún pecado es imperdonable Las mujeres que han abortado, los médicos que practicaron abortos y los políticos que votaron por la despenalización del aborto pueden todos tener perdón si vienen a Cristo con arrepentimiento y fe.
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