miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Conocen las ovejas la voz de su pastor?

Cuando las Escrituras nos hablan repetidamente que nuestra relación con Dios es como de ovejas y pastor, no es nada lejana a la realidad. La naturaleza tiene mucho que enseñarnos sobre la importancia de responder a la voz de nuestro Gran Pastor.

“En ocasiones, los rebaños de varios pastores se encerraban por la noche en el mismo aprisco y se ponía un portero para vigilarlos. Cuando por la mañana llegaban los pastores, llamaban a su rebaño, y las ovejas respondían a su pastor, y solamente a él. El pastor las conducía a los pastos yendo delante del rebaño (Jn 10:1-5.).

A partir de sus propias observaciones en Siria y Palestina durante el siglo XIX, W. M. Thomson escribió: “[Las ovejas] son tan mansas y están tan entrenadas que siguen a su guardián con la máxima docilidad. Este las conduce desde el aprisco o desde las casas de las aldeas a donde quiere. Como en esta región hay muchos rebaños, cada uno toma un sendero diferente y se encarga de hallar pasto para las ovejas. Por lo tanto, es necesario que se las enseñe a seguir al pastor sin desviarse a los campos de maíz sin cercar que se extienden tentadores a ambos lados. Si alguna oveja se desvía, sin duda tendrá problemas. El pastor emite una llamada penetrante de vez en cuando para recordarles su presencia. Ellas conocen su voz y siguen adelante; pero si un extraño las llama, se paran, levantan la cabeza alarmadas y, si se repite, se vuelven y huyen, porque no conocen la voz de un extraño. Esta no es una descripción imaginaria de una parábola; es la pura realidad. He hecho el experimento repetidas veces. El pastor va delante, no solo para señalar el camino, sino para asegurarse de que sea transitable y seguro”. (The Land and the Book, revisión de J. Grande, 1910, pág. 179.)

De igual manera, J. L. Porter en The Giant Cities of Bashan and Syria’s Holy Places (1868, pág. 45) explica: “Los pastores sacaron sus rebaños fuera de las puertas de la ciudad mientras nosotros los mirábamos y escuchábamos con mucho interés. Había miles de ovejas y cabras que formaban una masa densa y confusa. Los pastores estaban juntos de pie esperando a que todas salieran. Luego se separaron, y cada uno tomó un camino diferente, emitiendo mientras se iban una llamada aguda y peculiar. Las ovejas la oyeron. Al principio, la masa se agitó y se movió como si una convulsión interna la hubiera sacudido, pero a continuación empezaron a despuntar columnas en la dirección que tomaron los pastores; estas se hicieron cada vez más largas hasta que la masa amorfa se convirtió en largas corrientes vivas que seguían a sus guías”. Por la noche el pastor llevaba los animales de regreso al aprisco, se colocaba en la puerta y contaba las ovejas según iban pasando por debajo de su cayado o de sus manos. (Lv 27:32; Jer 33:13).”

Tomado de la Biblioteca electrónica e-Sword. Diccionario Perspicacia para comprender las Escrituras.

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