Con
frecuencia nos preguntamos qué relación tiene con nosotros la oración.
¿Acaso es importante? ¿De dónde podemos deducirlo? ¿Qué modelo tenemos
de oración? ¿Qué produce la oración?
Ahora, en la batalla que libramos como creyentes contra el mundo de las tinieblas, ¿por qué es importante que oremos?
Y es en las propias Escrituras, a las que consideramos nuestra guía para todo cuanto hacemos, en donde encontramos la respuesta.
El amado Maestro es de quien tomamos, en primera instancia, la enseñanza sobre la importancia de orar.
Leemos en la Biblia que “Muy
temprano de mañana, aún oscuro, Jesús se levantó, fue a un lugar
solitario, y se puso a orar. Simón y sus compañeros lo buscaron, y al
encontrarlo, le dijeron: “Todos te buscan” (Marcos 1:35, 36).
Imagine
la sorpresa que debieron llevarse. Ellos que permanecían a su lado en
todo momento, durmieron otro tanto mientras el Maestro—en una clara
enseñanza que jamás pudieron olvidar—fue a un lugar solitario en busca
de la presencia del Padre. Enseñanza que debemos asumir también en
nuestro tiempo, porque reviste singular importancia y nos ayudará en
nuestro proceso de crecimiento espiritual y personal.
El
Señor mismo a través de Jeremías nos transmitió su deseo, en el cual
sin duda encontramos respuesta a todas nuestras inquietudes, necesidades
e incluso, voces de gratitud: “Clama a mí, y te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no sabes” (Jeremías 33:3).
El
clamor encierra poder, no de parte nuestra sino el que se desprende a
favor nuestro de parte de Aquél que todo lo puede: Dios. Él promete
además. “Entonces me invocaréis, vendréis, oraréis a mí, y yo os escucharé” (Jeremías 29:12).
La oración tiene respuesta
Generalmente
cuando nos hacen consultas sobre qué hacer en tal o cual caso, siempre
respondemos que lo primordial es orar porque a través de la oración se
mueven montañas.
Esta afirmación tiene asidero en una declaración del Señor Jesús que encontramos en el Evangelio: “Por
eso os digo: Pedid, y os darán. Buscad y hallaréis. Llamad, y os
abrirán. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que
llaman, le abren” (Lucas 11:9, 10).
Por su parte el apóstol Pablo escribió: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17), de lo que deducimos:
1.- Dios nos invita a orar y clamar a Él.
2.- El Señor Jesús nos dio ejemplo de que pasaba tiempo en lo secreto con el Padre.
3.- Dios responde a nuestras oraciones.
4.- La oración debe ser permanente.
La
oración es fundamental en tu condición de cristiano. No puede
desligarse de tus actividades cotidianas. Está bien leer las Escrituras,
tener prácticas propias de la fe que profesas, pero es indispensable
que mantengas una íntima relación con Dios a través del principio
constante de orar.
Fernando Alexis Jiménez.
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