Por David Macias Isaza
LA FE QUE VENCE AL MUNDO
“Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4) Es difícil actualmente encontrar personas que tengan un entendimiento acorde con la sana doctrina, de lo que realmente significa la fe bíblica, incluso en el medio de los así llamados “cristianos”. Y es que para ser honestos, hay que conocer muy bien lo que las escrituras dicen para poder tener un concepto claro y verdadero de lo que los escritores bíblicos quisieron decirnos por la palabra “fe”.
No basta con conocer unos cuantos versículos aislados, es necesario entender el mensaje completo del evangelio del reino de Dios y nacer de Dios, pues las buenas noticias sobre el reino de Dios encierran el significado de la palabra fe, ellas nos aclaran la definición del escritor del libro de los hebreos:
La fe es la certidumbre de lo que se espera, la convicción de alcanzar lo que no se ve. (Hebreos 11:1)
La fe es algo mas profundo que la esperanza. La fe abraza la esperanza y le da sustento. Podríamos decir que la fe es la sustancia de la esperanza. Pero ¿Qué esperaban los primeros cristianos? ¿De cuál esperanza se nos está hablando en las escrituras?
Muchos argumentarían que cualquier cosa que uno esté esperando requiere de fe para mantenerse, y eso en parte es cierto; pero cuando leemos las escrituras nos damos cuenta que todos los escritores bíblicos concuerdan con una misma y única esperanza:
El reino venidero de Dios.
Todos los libros desde el Génesis hasta el Apocalipsis, e inclusive muchos considerados apócrifos centran su discurso en éste singular concepto. Pocos cristianos de hoy concuerdan con la definición que la Biblia nos da de éste concepto.
¿Qué es el Reino de Dios?
Es triste la ignorancia que existe en la actualidad acerca de lo que significa ésta frase, en la que se basa toda la fe bíblica, según aparece definida en las escrituras. Esto se debe en parte al analfabetismo bíblico ya que pocos cristianos leen concienzudamente las escrituras, y otra gran parte porque la avaricia y la sed de poder (los afanes del mundo) han ahogado el mensaje de ésta preciosa esperanza, que es la verdadera enseñanza que lleva a una vida recta dedicada a Dios, de la que hablan todos los apóstoles en sus cartas. Esto no es extraño ya que Jesús el Mesías anunció que esto sucedería y quedó registrado en el evangelio según Marcos.
Miremos un ejemplo cuando Jesús compara el mensaje del Reino de Dios con unas semillas:
Otras son las sembradas entre espinas. Estos son quienes han escuchado la palabra, y las preocupaciones de este mundo, el engaño de la riqueza, y los deseos por otras cosas entran a sofocar la palabra, y se vuelve infértil. Las que fueron sembrados en tierra buena: aquellos que cuando escuchan la palabra, la aceptan, y dan fruto, algunos treinta veces, otros sesenta veces, y algunos cien veces.» (Marcos 4:18-20)
Jesús dice que la palabra o mensaje del Reino de Dios solo puede ser entendida por la gente que la escucha y la acepta con un corazón noble. Jesús compara la palabra o mensaje del Reino de Dios con una semilla que un campesino siembra. La gente de su época no lo entendía bien, pero él quería enseñarles que no todas las personas aceptan y creen la palabra (mensaje) de Dios acerca de un reino venidero.
Muchas personas están ofuscadas consiguiendo ilusiones, riquezas que nunca podrán disfrutar y que no se llevarán a la tumba y por esto no logran entender lo que Jesús enseña. Ni siquiera los discípulos pudieron entender bien ésta parábola, ellos le preguntaron a Jesús, y él nos dejó la siguiente explicación:
Cuando estaba sólo, aquellos que estaban a su alrededor con los doce le preguntaron sobre las parábolas. Jesús les dijo, «A ustedes se les dan los misterios del Reino de Dios, pero para quienes están afuera, todo se hace en parábolas, porque `viendo pueden ver, y no percibir; y oyendo pueden oír, y no entender; a menos que cambiaran, y sus pecados les serían perdonados.´» (Marcos 4:10-12)
Sí mi querido lector, es necesario que las personas se arrepientan para que puedan recibir el perdón de sus pecados, de su avaricia, su egoísmo y así poder llegar a entender la verdad sobre el futuro y bendito Reino de Dios, de otra forma el mensaje seguirá estando rodeado por el velo del misterio.
Por ésta razón hoy en día se ven predicadores millonarios, que hacen del evangelio un mercado, y creen que la fe es un negocio para hacer dinero. Por causa de ellos muchas personas ya no quieren escuchar nada de Dios ni aceptar las buenas noticias de la era que viene, que es el camino de la verdad; esto no es extraño ya que Pedro advirtió sobre esto en una de sus cartas:
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus caminos perniciosos, y por causa de ellos el camino de la verdad será blasfemado; y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme. (2 Pedro 2:1-3)
Aquellos estafadores, mercachifles de la fe, son peores que los fariseos: ni entran al Reino, ni dejan entrar. Ellos no enseñan ni predican las buenas noticias que enseñaba Jesús, ellos no predican el reino de Dios como está registrado en la Biblia, puesto que ni siquiera lo pueden entender, el engaño de las riquezas no les permite esperar un reino celestial ideal, la comodidad y el confort de ésta época les ha embotado la mente y les ha cauterizado el entendimiento, por su avaricia (idolatría) Dios los ha entregado a una mente reprobada para que piensen que están muy bien y que nada les va a suceder, ellos creen que ya están reinando en vida con Cristo y que ya son ricos y no tienen necesidad de nada, despreciando la verdadera enseñanza de arrepentimiento que predicó el Mesías hace poco mas de dos mil años. Estos falsos maestros de la prosperidad enseñan un evangelio mutilado y trastocado.
Ellos dicen que al morir se van al cielo, que se pueden hacer nuevos pactos con Dios usando dinero, que la humanidad está atada a “maldiciones generacionales” o hereditarias y muchas otras aberraciones anticristianas y antibíblicas. En la época de los apóstoles también hubo falsos maestros, ellos los denunciaron en su tiempo y sentenciaron que la condenación de ellos ya está escrita y no se tarda.
Los apóstoles escribieron mucho acerca de éste tema, pues en sus tiempos ya se veía toda esta cizaña creciendo entre el trigo precioso de Dios. Y escribe al ángel de la iglesia de los LAODICENSES:
Estas cosas dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Quisiera fueses frío o caliente! mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de nada; y no conoces que tú eres un desventurado, y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo. Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para que seas cubierto, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como también yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Pero Jesús dijo: "arrepiéntanse y crean en el Evangelio [del Reino de. Dios]"
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