"Depositen en el Banco Celestial"
Mario Olcese Sanguinetti
Jesús dijo en Lucas 9:23, 24, “Si alguno quiere venir en pos mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz diariamente, y sígame.” Sí, las Escrituras declaran que “si sufrimos, también reinaremos con él...” (2 Timoteo 2:12).
Como Cristianos debemos cambiar nuestras esperanzas y amores de esta vida terrenal y sus riquezas por la esperanza celestial de vida eterna. Este gran privilegio y recompensa nos costará algo; de hecho, esto nos costará a todos nosotros eventualmente nuestros bienes terrenales y hasta la vida misma. Y, aunque no estamos obligados a ser pobres, la ambición principal en la vida Cristiana es acumular tesoros en el cielo.
Jesús reprendió, “No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y el herrín corroen, y donde los ladrones entran y roban: sino guardaos para ustedes tesoros en el cielo … porque donde está su tesoro, allí está su corazón también …” (Mateo 6:19-21)
Además, Jesús dijo a sus discípulos, “Verdaderamente os digo, que un hombre rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.” (Mateo 19:23)
Los ricos a menudo están satisfechos por su lugar en la sociedad de hoy y encuentran difícil dejar su riqueza terrenal. La trampa de la riqueza es que nunca puede haber bastante. No hay un contentamiento o saturación en el corazón y en el deseo cuando se trata de dinero. Se desea siempre más y más. Así, usar la oración como un medio para pedir ganancias mundanas es pedir mal, salvo que sea para el pan de cada día, o para cumplir con las deudas con terceros.
“Vosotros pedís y no recibís, porque pedís con motivos incorrectos, de modo que vosotros podáis gastarlo para vuestros placeres.” (Santiago 4:3 NAS).
En vez de tales cosas, deberíamos pedir dones espirituales como sabiduría, paz, paciencia y el Espíritu santo. Santiago 1:5; Lucas 11:13
Jesús dijo, “cualquiera que haya dejado casas ... o tierras, por causa de mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mateo 19:29).
Aquí Jesús claramente declara que a fin de ganar la recompensa celestial, debemos dejar todo. Jesús no quiso decir que deberíamos vender literalmente todo que poseemos, pero que querríamos de buena gana sacrificar tesoros terrenales, ambiciones, y reputación si la providencia de Dios nos ordena, de modo que Él pudiera ser glorificado en nuestras vidas.
Debemos preguntarnos: ¿estamos listos a sacrificar nuestro tiempo personal para servir al Señor? ¿Estamos listos a cambiar nuestros objetivos en la vida para satisfacer mejor el servicio del Señor? ¿Estamos dispuestos a ponernos de pie por la justicia aun si esto significa la pérdida de amistades? Si contestamos sí, y nos encontramos deleitándonos haciendo puramente lo bueno con el propósito de agradar a Dios, entonces estamos desarrollando en la semejanza de Dios---volviéndonos Sus agentes en la distribución de las generosidades celestiales que Él ha asegurado para todos que andan de acuerdo con Él.
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