martes, 16 de febrero de 2016

La Reina-Valera viene de fuentes católicas

Edwin Mauricio Alza




Casiodoro de Reina, monje jerónimo español del Monasterio de San Isidoro del Campo, tras partir al exilio para escapar de las persecuciones de la Inquisición, trabajó durante doce años en la traducción de la Biblia. La Biblia del Oso fue publicada en Basilea, Suiza.

 Para la traducción del Nuevo Testamento, Reina se basó en el Textus Receptus (Erasmo 1516, Stephanus, 1550), aquí se debe considerar que el textus receptus es hijo del texto bizantino que la iglesia católica influenciaba y regentaba, sus orígenes se hallan en el imperio bizantino en las regiones de Constantinopla de dominio católico primero y ortodoxo posteriormente . Al parecer de Reina, tenía a la vista las versiones del Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda de 1556, Francisco de Enzinas de 1543 y traducciones de Juan de Valdés. 

 Erasmo como católico produjo una obra inclinada a sus convicciones religiosas y utilizó unos pocos manuscritos muy tardíos (siglo X)

 Las dos primeras ediciones, la de Casiodoro de Reina (1569), llamada la Biblia del Oso, y la de Cipriano de Valera (1602), llamada la Biblia del Cántaro, contenían todos los libros incluidos en la Biblia Vulgata latina de Jerónimo de Estridón, que es el texto oficial de la Biblia para la iglesia católica romana. Es decir, que incluía nueve libros deutero-canónicos católico-ortodoxos (llamados apócrifos por los evangélicos) y otros tres, propios del canon largo seguido por iglesias cristianas ortodoxas. En la revisión de Valera, no obstante, estos libros se situaban a modo de apéndice en una sección aparte.

 Estos dos hechos harto conocidos indican que la biblia Reina- Valera fue traducida de fuentes católicas, por uno que había sido monje y que aún consideraba los apócrifos como para estar en la Biblia debe hacernos reflexionar, si acaso debemos encerrarnos en el fanatismo ciego de seguir solamente una versión de fuentes católicas y de lenguaje anacrónico. 

  Nota: Aclaro que creo que todas las traducciones contienen la verdad que plasmaron los escritores originales en un 97 % . El otro 3% es de corrupción textual perpetrada por las religiones mayoritarias.

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