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sábado, 20 de agosto de 2016

¿Cuándo restaurará Jesús el Reino caído?

¿Cuándo restaurará Jesús el Reino caído?
Por Mario A Olcese



Es interesante lo que los discípulos le preguntaron a su Maestro poco antes de su ascenso al Padre, pues---¡fue la última pregunta que le hicieron! Y es que la mayoría de estudiantes bíblicos no comprenden que esta última pregunta encierra toda la esperanza apostólica y cristiana. Por tanto, es muy importante destacarla y entenderla para ser auténticos discípulos de Cristo.

La última pregunta de los discípulos se halla en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 1 y verso 6, y que dice: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Nótese que los discípulos que se habían reunido le preguntaron LO MISMO, al UNÍSONO: “Señor, ¿RESTAURARÁS EL REINO A ISRAEL EN ESTE TIEMPO?”. Y, ¿por qué le preguntaron eso exactamente? La razón se encuentra en el verso 3, donde dice: “a quienes también, después de haber padecido, se presentó (Jesús) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles ( a sus discípulos) durante cuarenta días y HABLÁNDOLES ACERCA EL REINO DE DIOS” (el evangelio).

Jesús había resucitado, y por cuarenta días (mes y medio aproximadamente) se les había estado apareciendo a sus seguidores, para hablarles más sobre el REINO DE DIOS. Sí, durante ese periodo de tiempo, Jesús aleccionaba a sus discípulos sobre el tema del Reino de Dios, y de este punto no se movió para nada durante ese mes y medio. De modo que este asunto del Reino de Dios fue algo crucial e importantísimo para Jesús, pues lo motivó a hablarlo durante sus días finales en esta tierra.

Debemos entonces tomar conciencia de lo crucial de este tema del Reino de Dios, ya que si no lo comprendemos en su real dimensión, no captaremos la entera misión de Jesucristo como Salvador, Señor, y Mesías. Recuerde que él mismo confesó: “...es necesario que también a otras ciudades anuncie EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS, PORQUE PARA ESTO HE SIDO ENVIADO” (Lucas 4:43). Entonces está claro que Jesús comenzó (Marcos 1:1,14,15) y finalizó (Hechos 1:3) su ministerio hablando sobre el evangelio del Reino de Dios. ¡Esta fue la verdadera razón por la cual Su Padre lo envió a este mundo hace dos milenios! Ahora es menester que entendamos qué es ese Reino de Dios en su real dimensión.

La Pregunta Oportuna de los Discípulos

Hemos visto que la pregunta de los discípulos se produjo justamente porque Jesús se la había pasado hablando con ellos sobre la restauración del Reino de Dios a los ISRAELITAS, durante su seminario intensivo de cuarenta días. Seguramente que el tema de ese seminario debió titularse: “El Evangelio de la Restauración del Reino De David a Israel”, Lo interesante e importante es que finalmente los discípulos le hicieron una pregunta oportuna y muy sugestiva a su Maestro, la cual encerraba y resumía toda la misión de Jesús en la tierra. Para entender lo que Jesús quiso decir por el Reino de Dios, debemos fijarnos en el contenido de la pregunta que le hicieron todos los discípulos reunidos en ese seminario intensivo de cuarenta días.

Obviamente aquella última pregunta de los discípulos encerraba todo lo enseñado por Jesús sobre su reino venidero en la tierra, y que involucraba e incumbía a los ISRAELITAS. Ahora bien, dicha pregunta NO fue---como sostienen algunos--- inoportuna, torpe, aislada, y errada de un discípulo lento en entendimiento---¡Fue, más bien, la pregunta de TODOS los discípulos al unísono!

Entonces: ¿fueron todos los discípulos torpes para no entender lo enseñado por Jesús durante esos cuarenta días?¿Fue acaso Jesús un pésimo Maestro? ¡No lo creo! Jesús no hablaba oscuramente a sus seguidores, sino sólo a sus detractores (Marcos 4:11.12).Pues bien, si ellos--- como discípulos--- pudieron entender el tema del Reino de Dios, es obvio que usted---como discípulo de Jesús---puede igualmente entenderlo si dispone su mente y corazón, y extirpa sus prejuicios o ideas preconcebidas que sobre este tema ha recibido de personas indoctas.

¿Qué es el Reino de Dios Exactamente?

El tema central de Cristo fue, sin duda alguna, las buenas nuevas (=evangelio) del Reino de Dios (Lucas 4:43). Como vimos, Jesús comenzó y finalizó su ministerio hablando precisamente de ese reino que se restablecería en la tierra prometida, en ocasión de su segunda venida. Sus discípulos igualmente difundieron este mismísimo evangelio del Reino de Dios por todos lados a donde iban (Lucas 9:1,2).

El Reino de Dios se inaugura en el Antiguo Testamento cuando los israelitas le pidieron a Samuel que constituyera en Israel un rey y un reino como las demás naciones alrededor de ellos. En 1 Samuel 8:5 leemos: “Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”. El reino hebreo comenzó con Saúl, quien vino a ser un hombre rebelde o desobediente a los ojos de Dios. Finalmente este rey fue destituido y reemplazado por un pastor de ovejas llamado David. Con David Dios hace un pacto solemne que decía: “...Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:16). Además le prometió Dios: “Para que conforme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mi con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará varón en el trono de Israel” (1 Reyes 2:4).

El último rey que tuvo la dinastía del rey David fue Sedequías, quien en 586 AC fue destituido del trono de David a manos de Nabuconodosor, rey de Babilonia. Desde esa fecha Israel se quedó temporalmente sin rey y sin reino debido la infidelidad de muchos de sus reyes. Pero en Ezequiel 21:25-27 veremos que el reino sería finalmente estable eternamente con un príncipe o varón Judío, quien sería justo y recto. Este príncipe aparecería todavía en el futuro, pero cuando lo hiciera, traería---por fin--- la justicia y la paz verdaderas al mundo.

Sí, Ezequiel, el profeta, anunció que por muchos días Israel estaría sin un rey y reino, hasta que “viniera aquel cuyo es el derecho y a él se lo daría Dios”. Jesús el Cristo es aquel personaje que tiene el derecho de heredar el reino davídico, puesto que él es el descendiente directo del rey David (Mateo 1:1). Por eso, cuando él vino a la tierra, confesó que había nacido para ser rey. Así se lo manifestó a Pilatos mismo cuando era juzgado por él (Juan 18:37).

Ahora entendemos porqué los discípulos le preguntaron a Jesús si en verdad él iba a restaurar el reino inmediatamente a Israel. Ellos sabían, por los pactos y promesas revelados a los profetas, y a los padres, que un Ungido---el Cristo---reanudaría el reino suspendido de David en Israel. Ellos estaban seguros que Israel sería una monarquía nuevamente, con un rey poderoso y glorioso---¡y lo creyeron inminente!

Dios No ha Rechazado a Su Pueblo Ni a Su Tierra

Millones de Cristianos suponen que el Reino de Dios no es otra cosa que “el reinado de Cristo en nuestros corazones”. Suponen, estos “Cristianos”, que Israel perdió el favor de Dios, y por tanto Dios ya no trata más con su pueblo de antaño porque suponen que “mataron a su Mesías”. Por tanto, los tales llamados “cristianos” enseñan ahora que el reino de Dios es uno de naturaleza “espiritual”, implantado en “el corazón de los hombres”.

Otros “cristianos” sostienen que el reino prometido por Cristo es “su iglesia”. Estas ideas preconcebidas son falacias que deben ser extirpadas de nuestras mentes, pues Pablo fue claro cuando dijo que Dios no ha desechado a Israel al cual desde antes conoció: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera, porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo (Israel), al cual desde antes conoció...” (Romanos 11:1,2).

Estamos viendo que Pablo afirma que Dios NO ha desechado a Su pueblo Israel al cual desde antes conoció. Esta enseñanza paulina desecha la idea preconcebida de que los Judíos han sido desechados para siempre por Dios “porque supuestamente mataron a su Mesías”. ¿Acaso los apóstoles Judíos mataron a Su Mesías? ¡Absurdo! ¿Acaso no fue la primera iglesia, Judía? También el apóstol Pablo, como Judío creyente, dice: “Que son israelitas, de los cuales SON la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Romanos 9:4).

Nótese que San Pablo dice que de los israelitas SON (no “ERAN”)---entre otras cosas---las promesas. Las promesas que Dios les hizo a los padres (Abraham, Isaac, Jacob, y David), son para los israelitas primeramente, y luego también para los no israelitas convertidos (Gálatas 3:16,29). Entre las promesas que Dios hizo a los padres están la posesión de una “tierra prometida” (Génesis 12:1,2; 13:15, 15:18), y la perpetuidad del Reino de David ---llamado igualmente: “El Reino de Dios” (ver 1 Crónicas 28:5)---Ver también: Salmo 132:11, y 2 Samuel 7:12,13.

En estos versículos Ud. verá que Dios prometió perpetuar el trono de David, o también llamado: “El Reino de Dios”. Dios le dice a David esto:”Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. Él me clamará: Mi padres eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación” “Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí” (Salmo 89:4,26-30,35,36).

En otras palabras, Dios le prometió A David que su reino se extendería hacia el futuro, y que sería para el beneficio de todas las naciones de la tierra, Además, Dios le dijo a él que tendría un descendiente justo que se convertiría en rey, y que sería el Hijo de Dios predilecto, obediente, sabio, y perfecto (véase Hechos 2:29,30; Isaías 9:6,7). Por esta razón David habló de su descendiente, así: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán. Será su nombre para siempre. Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones” (Salmo 72:11,17).

Es por eso que la última pregunta de los discípulos concuerda perfectamente con esta promesa divina de un Reino de Dios restaurado en Israel. ¿Acaso no Recordamos que David reinó sobre Israel por cuarenta años, siendo su capital final, Jerusalén?¿acaso no recordamos que Jesús mismo afirmó que Jerusalén sigue siendo la ciudad capital del “gran rey” venidero? (Mateo 5:33-35).

Este es precisamente el Reino que Cristo predicó y prometió restaurar. Ahora los discípulos, viendo que Jesús se iría en breve al cielo, le preguntaron si ya era inminente el establecimiento del reino davídico en Israel, pues él lo había estado predicando, anunciando, y también confirmando, por más de tres años y medio (Lucas 8:1; Romanos 15:8).

El Tiempo de la Restauración Sólo lo Sabe el Padre

La pregunta de los discípulos a Jesús era obviamente justa, correcta, e inevitable, pues estaban finalmente muy interesados en saber el tiempo exacto para la cristalización de la prometida restauración del reino del padre David. En una ocasión anterior---recordemos--- cuando Jesús estaba por entrar en Jerusalén ---la capital del Reino Davídico--- los discípulos pensaron que el Reino prometido sería inmediatamente restaurado con Cristo a la cabeza (Marcos 11:10).

En Lucas 19:11 vemos que Jesús se ve precisado a pronunciar una Parábola, con el propósito de hacerles entender que aún no era el tiempo señalado para la tan anhelada restauración del reino davídico. Explicó en su “Parábola de Las Diez Minas” que “un hombre noble”---él mismo---tenía que ir primero al cielo para recibir la corona de Rey y el reino, y luego volver para tomar su trono en la tierra (v.12). Pero ahora, estando él ya próximo para regresar al cielo, sus discípulos le preguntaron finalmente si su reino se establecería próximamente en Israel o todavía no.

Entonces Jesús sólo se limitó a decirles que el tiempo de la tan anhelada restauración del reino a los israelitas, sólo lo sabe Dios Hechos 1:7). Sin embargo, recordemos que ya antes Jesús había afirmado que “de aquel día y la hora” de su regreso como Rey, nadie lo sabía, ni él ni los ángeles del cielo, sino sólo Su Padre (Marcos 13:32).

Aquí vemos nuevamente que Cristo NO reprende a sus discípulos por aquella inevitable pregunta, diciéndoles algo así como: “Están errados, pues ya nunca más será restaurado el Reino a Israel debido a que me rechazaron mis paisanos”. NO!--- Él no les dice eso, ni nada parecido. Simplemente les dice que sólo Dios sabe el tiempo exacto para la tan anhela restauración del reino a Israel.

Es decir, Jesús valida la pregunta como correcta y oportuna, pero afirma no saber el tiempo exacto para dicho evento glorioso. Es, pues, más que evidente que durante esos cuarenta días que duró el seminario intensivo de Cristo, él se la pasó explicándoles a sus discípulos acerca de cómo sería su reino milenario en Israel, y qué benéficos le traería al mundo entero.

domingo, 12 de julio de 2015

Los profetas anunciaron el Reino


Los profetas anunciaron los días del Reino
 Anthony F. Buzzard.
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"El Nuevo Testamento comienza con el anuncio del Reino en términos expresivos de ser previamente bien conocido ... La predicación del Reino, su simple anuncio, sin el menor intento de explicar su significado y naturaleza, el idioma en el que fue transmitido a los Judios -todos presuponía que era un tema familiar para todos. Juan el Bautista, Jesús y los Setenta todo proclamaron el reino de una manera sin definición o explicación de que indicaron que sus oyentes estaban familiarizados con su significado ". GN Peters. "La Venida del Reino de nuestro Señor y Salvador Jesús Cristo" (Vol. 1:181)

El testimonio de Juan el Bautista y Jesús el Reino de Dios

"Jesús apeló con frecuencia al Antiguo Testamento como una revelación divina cuyo significado él y su público mantenían en común [" Si usted no entiende el Antiguo Testamento malinterpretará automáticamente el Nuevo ".] Moisés, según Jesús, había escrito sobre el Mesías. Pero si uno no estaba dispuesto a creer lo que escribió Moisés, sería imposible creer lo que dijo Jesús (Juan 5: 46-47). Después de la resurrección
Jesús reprendió a los discípulos por su incapacidad de comprender lo que los profetas habían hablado (Lucas 24: 25-27). Esto implica que lo que los profetas escribieron era inteligible. Ya existía una clara evidencia de la veracidad y objetividad de las predicciones de los profetas. Miqueas había predicho el lugar de nacimiento del Mesías. Isaías tuvo prevista la actividad del Mesías como un hacedor de milagros y sanador (Is. 35: 5-6) "(Miqueas había predicho los detalles del origen del Mesías como desde la antigüedad. La traducción." desde la eternidad "en el RV está muy engañosa.)

Peters también apunta: "El significado que Jesús atañe a la palabra Reino de Dios sólo puede haber sido el significado dado a esa frase en el Antiguo Testamento. Si otro concepto se pretendía por 'Reino de Dios', se requeriría alguna explicación al comienzo del ministerio de Juan el Bautista para evitar malentendidos. Los hechos son que Juan hace su anuncio del Reino en la presunción de que su audiencia sabía lo que era el Reino. Reaccionaron al venir a Juan para ser bautizados. No podrían haber hecho esto en ausencia de información sobre lo que era el Reino ". Jesús habló a Israel, a quien las palabras de Dios se había confiado: y según Pablo vino a confirmar las promesas hechas a los padres (Romanos 3 1-2.) (Rom. 15: 8; Hechos 13:32) .

El reino era en sí el tema de la promesa divina como "el reino que Dios ha prometido a los que le aman" (Santiago 2: 7). Es imposible, por tanto, que Jesús podría haber abierto su ministerio en Galilea anunciando el Reino de Dios en un sentido distinto del que era inteligible para él y para su audiencia. Ahora, ¿cuál era ese sentido? Aunque la frase "Reino de Dios" no aparece exactamente en esa forma en la Biblia hebrea, la idea es tan ubicua que John Bright declara que toda la Biblia con razón puede ser llamado el libro acerca de la venida del Reino. Un lugar clásico para definir el Reino de Dios es 1 Crónicas 28.

El rey David se dirigió a un conjunto de funcionarios que declaran que Dios lo había escogido para ser rey sobre Israel para siempre (1 Cr. 28: 4). De la misma manera que Dios había seleccionado a Salomón para sentarse en el trono del reino de Jehová sobre Israel. Salomón fue debidamente coronado rey del reino de Israel. Ellos "lo ungieron como gobernante para el Señor" (1 Crón. 29:22.), Con lo cual "se sentó en el trono del
Señor como rey en lugar de David su padre; y prosperó y todo Israel le obedeció. "Posteriormente Abías le sucedió en el trono de Judá y cuando se enfrenta a los ejércitos enemigos de Israel bajo Jeroboam, se le recordó que "el Señor Dios de Israel dio el gobierno a David sobre Israel para siempre y sus hijos por pacto de sal "(2 Crón. 13: 5). Por tanto, no sería prudente que Jeroboam "resistiera el Reino de Dios en manos de los hijos de David" (2 Crón. 13: 8).

No puede haber ninguna duda de que el Reino del Señor significa el Reino administrado por la casa real de David. Todavía significa esto. El pacto davídico había llamado el trono de David como el Reino de Dios cuando Natán había dicho a David, "él [el descendiente] en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre "(1. Crónicas 17:14). El Reino de Dios, por lo tanto significaba el imperio gobernado por la dinastía de David sobre Israel en la tierra prometida. Su capital era Jerusalén, y funcionó en nombre de Dios mismo y por lo tanto podría ser llamado tanto el Reino de Dios y el reino de David. La naturaleza política y territorial del reino se aclara en un buen número de otros pasajes importantes de la Biblia hebrea.

El profeta Abdías describe el Reino del Señor como un tiempo cuando Israel gobierna sobre los antiguos enemigos. La supremacía de Israel se logra cuando "libertadores ascienden sobre el monte de Sión para juzgar [en el sentido hebraico "administrar "] el monte de Esaú, y el reino será del Señor" (Abdías 21.). Una vez más el carácter político y territorial del Reino de Dios es claro como el cristal. Así es en Daniel 2:44, donde "el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido, y este reino no será dejado a otro pueblo; desmenuzará y pondrá fin a todos estos otros [anterior] reinos y él permanecerá para siempre. "Este imperio se describe más como un tiempo cuando" los santos poseerán el reino y todos los reinos y señoríos le servirán "(Dan . 7:22, 27). Se encuentra "debajo de todo el cielo." (Daniel 9:27).

Datos del Reino aparecen en términos igualmente inequívocos en Isaías 16: 5: ". Un trono se afirmará en misericordia y un juez se sentará en él en fidelidad en el tabernáculo de David" la predicción mesiánica de Miqueas prevé un tiempo que viene cuando "el Señor reinará sobre Israel en el monte de Sión...Incluso el antiguo dominio vendrá, el Reino de la hija de Jerusalén" (Miqueas 4: 7-8). Es un hecho bien conocido que los Targums [comentario judío] diluciden estos pasajes con la paráfrasis: "Se dará a conocer el Reino de Dios"

Zacarías pronostica que el Mesías "hablará de paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río [Eufrates] hasta los confines de la tierra "Suena muy parecido a la promesa del Dios Único, el Padre a su Hijo:"Pídeme y te daré los confines de la tierra como tu herencia ". Otros dos pasajes son de primordial importancia para el establecimiento de la naturaleza territorial y política del Reino, así como su dimensión espiritual a fondo como un reino iniciado por Yahvéh mismo. En Isaías 40 "la gloria
del Señor ha de ser revelada." Esto significará la evangelización de las ciudades de Sion cuando el Señor Dios "vendrá con poder con su brazo gobernará." Una vez más el Targum reconoce en estos eventos la revelación del Reino de Dios. Sofonías informa que tras un período de juicio severo, y más allá del Día del Señor ", el Rey de Israel, el Señor, estará en medio de ellos." Sion se consoló con la promesa que el Señor va a estar presente como un guerrero victorioso (Sofonías 3:17).

El Señor Dios, por supuesto, estará allí en para su Hijo único Jesús al regresar. Finalmente en Isaías 52:7 hay un pasaje saturado con la terminología del Evangelio del Reino. El anuncio se hizo a Sión que "Su Dios reina", lo que resulta en la restauración de Sión y la comodidad y la redención de Jerusalén (Is. 52: 8-9, justo lo que los santos del NT estaban esperando). El reino así establecido es visto por "todas las naciones" (Is. 52:10). Apropiadamente el Targum ve en estos eventos el establecimiento del
Reino de Dios. La frase "Tu Dios reina" o más exactamente "tu Dios ha asumido la realeza" marca una nueva era definitiva de la historia en la tierra. No hay nada abstracto sobre el reino, ni es la soberanía eterna de Dios el objeto de estas grandes profecías. Es más bien un acontecimiento político que marca la intervención de la Deidad para tomar el control del Reino mediante la instalación de su gobernante como jefe de una teocracia en Jerusalén. La base del concepto se encuentra en el pacto davídico que anticipa un descendiente, un miembro de la Casa de David que preside el reino en la tierra prometida. Comparar el Salmo 96: "El Señor ha asumido su realeza." Él ha comenzado a reinar de una manera en la que aún no se ha hecho nunca.

Exactamente como Apocalipsis 11: 15-18 predice que en la séptima trompeta, será el momento en que los ahora durmientes muertos regresarán a la existencia consciente,
el Señor y Su Mesías comenzarán a reinar (los aoristos son ingresivos, lo que significa que la acción comienza). En vista de esta masa de evidencia convergente debe ser claro que cuando Jesús anunció el Reino de Dios, él no tenía por qué decirle a su audiencia que iba a ser una cosa así. Es sorprendente que los comentarios no han denotado los aspectos políticos, territoriales y nacionales del Reino de Dios conocidos para los lectores. Debe quedar claro que Jesús no estaba hablando en el aire cuando anunció la proximidad del Reino de Dios. El Reino era algo profundamente arraigado en la conciencia nacional de Israel y sin ambigüedades definido por el texto hebreo y los Targúmenes.

Lo que ha obstaculizado gravemente la comprensión de la naturaleza del Reino de Dios era la teoría muy gastado que Jesús debe haber estado hablando de algún espiritual y no un reino político y geográfico. Un Judío podría legítimamente objetar que un reino dirigido por el ungido Mesías gobernante en Jerusalén es completamente espiritual. Es a la vez espiritual y político, tanto nacional como universal. La falacia de tanto comentarios y tradición no examinada de la iglesia ha sido la de establecer lo espiritual contra lo político como si éstas fueran ideas que se excluyen mutuamente. Sin embargo
en la Escritura este no es el caso. Una profecía que deletreó el lugar geográfico en la tierra en la que el Mesías había de nacer (Miqueas 5: 2) no es menos espiritual que la profecía de su sufrimiento por los pecados del mundo (Is. 53) era. La profecía que anunció la concepción del Mesías de una virgen fue igualmente y completamente espiritual, aunque relacionada a una particular, vida de una doncella israelita en un lugar específico y una hora exacta de la historia, a los 6 meses de la concepción de Juan el Bautista.

No se puede argumentar razonablemente que Jesús no quiso decir nada mas por Reino de Dios en Marcos 1: 14-15 que el patrimonio transmitido a él. Sólo sobre esta base puede su apertura del evangelio salvador haber sido inteligible. Sólo sobre esa base sencilla puede no se ha borrado del AT o las Escrituras! Hay una gran cantidad de pruebas del Nuevo Testamento para corroborar la naturaleza local, geográfica y política del Reino.

Dos pasajes de Lucas atan el reino a la geografía. Hubo una ocasión durante el ministerio de Jesús, cerca de Jerusalén que su público pensó que el reino aparecería inmediatamente. Por supuesto, el rey estaba en la proximidad de la capital del reino, la ciudad del gran Rey. Su concepción del Reino como teniendo su capital en la tierra
santa tenía toda la razón. Jesús no corrigió esta expectativa. La parábola que dio fue para aclarar el hecho de que el Reino no aparecería inmediatamente. Él enseñó que había que haber un intervalo durante el cual él como Mesías estaría ausente. Durante ese tiempo adquiriría su derecho a gobernar en el Reino. Él entonces volverá a gobernar en el reino, y tratará en ese momento con los opositores que se resistían a su autoridad real. Jesús estaría en la posición de juez y autorizará "matar a sus enemigos" que no querían que el Mesías reinará sobre ellos! Una rotura de advertencia para todos nosotros.

Lucas informa también que Jesús espera que muchos lleguen desde el este, oeste, norte y sur y se unirán a los patriarcas resucitados en el Reino de Dios (Mateo 8:11; Lucas 13: 28-29.). El cuadro evocaría naturalmente en la mente de aquellos que están familiarizados con la Biblia hebrea el banquete mesiánico descrito por Isaías 25: 6-7 como una cena que incluye vinos finos. El banquete iba a tener lugar "en esta montaña", es decir, en Jerusalén. Todo esto puede ser obvio para la gente Abrahamicamente capacitada, pero ciertamente no es claro en los diversos círculos evangélicos donde me he encontrado recientemente. Todo lo que oí era en el "cielo". La naturaleza política y territorial del Reino está ausente del Evangelio de "cielo".

La pregunta es, ¿hasta dónde puede uno tergiversar y definir mal el Reino de Dios y aún así contar el mensaje resultante como el verdadero Evangelio? ¿No podría Jesús decir a las iglesias de hoy: "Estás muy equivocados, sin saber las Escrituras ni el poder de Dios"? Jesús simplemente les había explicado el hecho bastante elemental que ya que Dios es el Dios de la vida y desde que era bien reconocido que Abraham, Isaac y Jacob estaban todavía muertos y enterrados, entonces ese futuro bendito de la resurrección era la única manera que los fieles muertos podrían reunirse en una multitud gloriosa listo para tomar posesión de sus cargos en el Reino.

 "El Nuevo Testamento comienza con el anuncio del Reino en términos expresivos de ser previamente bien conocido ... La predicación del Reino, su simple anuncio, sin el menor intento de explicar su significado y naturaleza, el idioma en el que fue transmitido a los Judios -todos presuponía que era un tema familiar para todos. Juan el Bautista, Jesús y los Setenta todo proclamaron el reino de una manera sin definición o explicación de que indicaron que sus oyentes estaban familiarizados con su significado ". GN Peters. "La Venida del Reino de nuestro Señor y Salvador Jesús Cristo" (Vol. 1:181)

El testimonio de Juan el Bautista y Jesús el Reino de Dios

"Jesús apeló con frecuencia al Antiguo Testamento como una revelación divina cuyo significado él y su público mantenían en común [" Si usted no entiende el Antiguo Testamento malinterpretará automáticamente el Nuevo ".] Moisés, según Jesús, había escrito sobre el Mesías. Pero si uno no estaba dispuesto a creer lo que escribió Moisés, sería imposible creer lo que dijo Jesús (Juan 5: 46-47). Después de la resurrección Jesús reprendió a los discípulos por su incapacidad de comprender lo que los profetas habían hablado (Lucas 24: 25-27). Esto implica que lo que los profetas escribieron era inteligible. Ya existía una clara evidencia de la veracidad y objetividad de las predicciones de los profetas.

Miqueas había predicho el lugar de nacimiento del Mesías. Isaías tuvo prevista la actividad del Mesías como un hacedor de milagros y sanador (Is. 35: 5-6) "(Miqueas había predicho los detalles del origen del Mesías como desde la antigüedad. La traducción." desde la eternidad "en el RV está muy engañosa.)


Peters también apunta: "El significado que Jesús atañe a la palabra Reino de Dios sólo puede haber sido el significado dado a esa frase en el Antiguo Testamento. Si otro concepto se pretendía por 'Reino de Dios', se requeriría alguna explicación al comienzo del ministerio de Juan el Bautista para evitar malentendidos. Los hechos son que Juan hace su anuncio del Reino en la presunción de que su audiencia sabía lo que era el Reino. Reaccionaron al venir a Juan para ser bautizados. No podrían haber hecho esto en ausencia de información sobre lo que era el Reino ". Jesús habló a Israel, a quien las palabras de Dios se había confiado: y según Pablo vino a confirmar las promesas hechas a los padres (Romanos 3 1-2.) (Rom. 15: 8; Hechos 13:32) .

El reino era en sí el tema de la promesa divina como "el reino que Dios ha prometido a los que le aman" (Santiago 2: 7). Es imposible, por tanto, que Jesús podría haber abierto su ministerio en Galilea anunciando el Reino de Dios en un sentido distinto del que era inteligible para él y para su audiencia. Ahora, ¿cuál era ese sentido? Aunque la
frase "Reino de Dios" no aparece exactamente en esa forma en la Biblia hebrea, la idea es tan ubicua que John Bright declara que toda la Biblia con razón puede ser llamado el libro acerca de la venida del Reino. Un lugar clásico para definir el Reino de Dios es 1 Crónicas 28.

El rey David se dirigió a un conjunto de funcionarios que declaran que Dios lo había escogido para ser rey sobre Israel para siempre (1 Cr. 28: 4). De la misma manera que
Dios había seleccionado a Salomón para sentarse en el trono del reino de Jehová sobre Israel. Salomón fue debidamente coronado rey del reino de Israel. Ellos "lo ungieron como gobernante para el Señor" (1 Crón. 29:22.), Con lo cual "se sentó en el trono del Señor como rey en lugar de David su padre; y prosperó y todo Israel le obedeció. "Posteriormente Abías le sucedió en el trono de Judá y cuando se enfrenta a los ejércitos enemigos de Israel bajo Jeroboam, se le recordó que "el Señor Dios de Israel dio el gobierno a David sobre Israel para siempre y sus hijos por pacto de sal "(2 Crón. 13: 5). Por tanto, no sería prudente que Jeroboam "resistiera el Reino de Dios en manos de los hijos de David" (2 Crón. 13: 8).


No puede haber ninguna duda de que el Reino del Señor significa el Reino administrado por la casa real de David. Todavía significa esto. El pacto davídico había llamado el trono de David como el Reino de Dios cuando Natán había dicho a David, "él [el descendiente] en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre "(1. Crónicas 17:14). El Reino de Dios, por lo tanto significaba el imperio gobernado por la dinastía de David sobre Israel en la tierra prometida. Su capital era Jerusalén, y funcionó en nombre de Dios mismo y por lo tanto podría ser llamado tanto el Reino de Dios y el reino de David. La naturaleza política y territorial del reino se aclara en un buen número de otros pasajes importantes de la Biblia hebrea.


El profeta Abdías describe el Reino del Señor como un tiempo cuando Israel gobierna sobre los antiguos enemigos. La supremacía de Israel se logra cuando "libertadores ascienden sobre el monte de Sión para juzgar [en el sentido hebraico "administrar "] el monte de Esaú, y el reino será del Señor" (Abdías 21.). Una vez más el carácter político y territorial del Reino de Dios es claro como el cristal. Así es en Daniel 2:44, donde "el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido, y este reino no será dejado a otro pueblo; desmenuzará y pondrá fin a todos estos otros [anterior] reinos y él permanecerá para siempre. "Este imperio se describe más como un tiempo cuando" los santos poseerán el reino y todos los reinos y señoríos le servirán "(Dan . 7:22, 27). Se encuentra "debajo de todo el cielo." (Daniel 9:27).

Datos del Reino aparecen en términos igualmente inequívocos en Isaías 16: 5: ". Un trono se afirmará en misericordia y un juez se sentará en él en fidelidad en el tabernáculo de David" la predicción mesiánica de Miqueas prevé un tiempo que viene cuando "el Señor reinará sobre Israel en el monte de Sión...Incluso el antiguo dominio vendrá, el Reino de la hija de Jerusalén" (Miqueas 4: 7-8). Es un hecho bien conocido que los Targums [comentario judío] diluciden estos pasajes con la paráfrasis: "Se dará a conocer el Reino de Dios"

Zacarías pronostica que el Mesías "hablará de paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río [Eufrates] hasta los confines de la tierra "Suena muy parecido a la promesa del Dios Único, el Padre a su Hijo:"Pídeme y te daré los confines de la tierra como tu herencia ". Otros dos pasajes son de primordial importancia para el
establecimiento de la naturaleza territorial y política del Reino, así como su dimensión espiritual a fondo como un reino iniciado por Yahvéh mismo. En Isaías 40 "la gloria del Señor ha de ser revelada." Esto significará la evangelización de las ciudades de Sion cuando el Señor Dios "vendrá con poder con su brazo gobernará." Una vez más el Targum reconoce en estos eventos la revelación del
Reino de Dios. Sofonías informa que tras un período de juicio severo, y más allá del Día del Señor ", el Rey de Israel, el Señor, estará en medio de ellos." Sion se consoló con la promesa que el Señor va a estar presente como un guerrero victorioso (Sofonías 3:17).

El Señor Dios, por supuesto, estará allí en para su Hijo único Jesús al regresar. Finalmente en Isaías 52:7 hay un pasaje saturado con la terminología del Evangelio del Reino. El anuncio se hizo a Sión que "Su Dios reina", lo que resulta en la restauración de Sión y la comodidad y la redención de Jerusalén (Is. 52: 8-9, justo lo que los santos del NT estaban esperando). El reino así establecido es visto por "todas las naciones" (Is. 52:10).

Apropiadamente el Targum ve en estos eventos el establecimiento del Reino de Dios.
La frase "Tu Dios reina" o más exactamente "tu Dios ha asumido la realeza" marca una nueva era definitiva de la historia en la tierra. No hay nada abstracto sobre el reino, ni es la soberanía eterna de Dios el objeto de estas grandes profecías. Es más bien un acontecimiento político que marca la intervención de la Deidad para tomar el control del Reino mediante la instalación de su gobernante como jefe de una teocracia en Jerusalén. La base del concepto se encuentra en el pacto davídico que anticipa un descendiente, un miembro de la Casa de David que preside el reino en la tierra prometida. Comparar el Salmo 96: "El Señor ha asumido su realeza." Él ha comenzado a reinar de una manera en la que aún no se ha hecho nunca.

Exactamente como Apocalipsis 11: 15-18 predice que en la séptima trompeta, será el momento en que los ahora durmientes muertos regresarán a la existencia consciente,
el Señor y Su Mesías comenzarán a reinar (los aoristos son ingresivos, lo que significa que la acción comienza). En vista de esta masa de evidencia convergente debe ser claro que cuando Jesús anunció el Reino de Dios, él no tenía por qué decirle a su audiencia que iba a ser una cosa así. Es sorprendente que los comentarios no han denotado los aspectos políticos, territoriales y nacionales del Reino de Dios conocidos para los lectores. Debe quedar claro que Jesús no estaba hablando en el aire cuando anunció la proximidad del Reino de Dios. El Reino era algo profundamente arraigado en la conciencia nacional de Israel y sin ambigüedades definido por el texto hebreo y los Targúmenes.

Lo que ha obstaculizado gravemente la comprensión de la naturaleza del Reino de Dios era la teoría muy gastado que Jesús debe haber estado hablando de algún espiritual y no un reino político y geográfico. Un Judío podría legítimamente objetar que un reino dirigido por el ungido Mesías gobernante en Jerusalén es completamente espiritual. Es a la vez espiritual y político, tanto nacional como universal. La falacia de tanto comentarios y tradición no examinada de la iglesia ha sido la de establecer lo espiritual contra lo político como si éstas fueran ideas que se excluyen mutuamente. Sin embargo en la Escritura este no es el caso.

Una profecía que deletreó el lugar geográfico en la tierra en la que el Mesías había de nacer (Miqueas 5: 2) no es menos espiritual que la profecía de su sufrimiento por los pecados del mundo (Is. 53) era. La profecía que anunció la concepción del Mesías de una virgen fue igualmente y completamente espiritual, aunque relacionada a una particular, vida de una doncella israelita en un lugar específico y una hora exacta de la historia, a los 6 meses de la concepción de Juan el Bautista.

No se puede argumentar razonablemente que Jesús no quiso decir nada mas por Reino de Dios en Marcos 1: 14-15 que el patrimonio transmitido a él. Sólo sobre esta base puede su apertura del evangelio salvador haber sido inteligible. Sólo sobre esa base sencilla puede no se ha borrado del AT o las Escrituras! Hay una gran cantidad de pruebas del Nuevo Testamento para corroborar la naturaleza local, geográfica y política del Reino.

Dos pasajes de Lucas atan el reino a la geografía. Hubo una ocasión durante el ministerio de Jesús, cerca de Jerusalén que su público pensó que el reino aparecería inmediatamente. Por supuesto, el rey estaba en la proximidad de la capital del reino, la ciudad del gran Rey. Su concepción del Reino como teniendo su capital en la tierra santa tenía toda la razón. Jesús no corrigió esta expectativa. La parábola que dio fue para aclarar el hecho de que el Reino no aparecería inmediatamente. Él enseñó que había que haber un intervalo durante el cual él como Mesías estaría ausente. Durante
ese tiempo adquiriría su derecho a gobernar en el Reino. Él entonces volverá a gobernar en el reino, y tratará en ese momento con los opositores que se resistían a su autoridad real. Jesús estaría en la posición de juez y autorizará "matar a sus enemigos" que no querían que el Mesías reinará sobre ellos! Una rotura de advertencia para todos nosotros.

Lucas informa también que Jesús espera que muchos lleguen desde el este, oeste, norte y sur y se unirán a los patriarcas resucitados en el Reino de Dios (Mateo 8:11; Lucas 13: 28-29.). El cuadro evocaría naturalmente en la mente de aquellos que están familiarizados con la Biblia hebrea el banquete mesiánico descrito por Isaías 25: 6-7 como una cena que incluye vinos finos. El banquete iba a tener lugar "en esta montaña", es decir, en Jerusalén. Todo esto puede ser obvio para la gente Abrahamicamente capacitada, pero ciertamente no es claro en los diversos círculos evangélicos donde me he encontrado recientemente. Todo lo que oí era en el "cielo". La naturaleza política y territorial del Reino está ausente del Evangelio de "cielo".

La pregunta es, ¿hasta dónde puede uno tergiversar y definir mal el Reino de Dios y aún así contar el mensaje resultante como el verdadero Evangelio? ¿No podría Jesús decir a las iglesias de hoy: "Estás muy equivocados, sin saber las Escrituras ni el poder de Dios"? Jesús simplemente les había explicado el hecho bastante elemental que ya que Dios es el Dios de la vida y desde que era bien reconocido que Abraham, Isaac y Jacob estaban todavía muertos y enterrados, entonces ese futuro bendito de la resurrección era la única manera que los fieles muertos podrían reunirse en una multitud gloriosa listo para tomar posesión de sus cargos en el Reino.