ISAAC WATTS
Cerca del final del siglo diecisiete, la tradición de cantar Salmos ya no estaba proveyendo una adoración fresca para muchos. En parte, el problema estaba en la naturaleza del Salmo métrico. Cuando se forzaba el Salmo bíblico a entrar en una rima y métrica, mientras que a la vez se adhería estrictamente al contenido del Salmo bíblico original, la poesía resultante era muchas veces rara.3 Como resultado, la poesía de estos Salmos tenía muy poco atractivo, especial- mente para aquellos que apreciaban la buena poesía y la literatura.4
Ciertamente Watts estaba muy al tanto de la literatura de su tiempo, ya que había estudiado hebreo a la edad de trece años, francés a la edad de nueve, griego a la de ocho, y ¡latín a la de cuatro! A los veinte años, regresó a su hogar después de la escuela y se quejó ante su padre de las groseras versiones de los Salmos usadas en sus servicios. Su padre respondió desafiándolo a que compusiera algo mejor. El joven Isaac lo tomó en serio, y escribió su primer himno, ‘‘Mirad las Glorias del Cordero’’.5 Él prosiguió a escribir más de 750 himnos y Salmos6 y tuvo un impacto inicial tan grande y una influencia tan duradera que se le ha llamado ‘‘El Padre de la Himnología Inglesa’’. IncluIdos en sus himnos hay muchos que aún son muy apre- ciados en la actualidad, tales como ‘‘Oh Dios, Nuestra Ayuda en Tiempos Pasados’’, ‘‘Al Mundo Paz (Joy to the World)’’, ‘‘¡Ay! ¿Sangró mi Salvador?’’, ‘‘Yo Canto del Glorioso Poder de Dios’’, ‘‘Jesús Reinará Doquiera Salga el Sol’’, y ‘‘Cuando Contemplo la Maravillosa Cruz’’.
La composición de himnos de Watts fue motivada por la tenacidad en aferrarse a los Salmos que mostraban los feligre- ses. Así que él estimó necesario unir sus himnos lo más posible a los Salmos, como para que fuesen designados como tales. Pero a la misma vez, se tomó la libertad de apartarse tanto del contenido original de los Salmos, que pudo introducir temas del Nuevo Testamento. Su deseo era aprovecharse y usar el atractivo de la buena poesía.
En vez de producir canciones adornadas para el literato sofisticado, buscó escribir canciones para la edificación del adorador sencillo.7 En los días de Watts, cantar Salmos había dejado de ser efectivo en dirigir el corazón y la mente de la gente hacia Dios en adoración. Más bien, estaba haciendo dormir a la gente. En una carta a Isaac Watts, su hermano Enoc admitió su opinión de la adoración en su iglesia: ‘‘Pero Mason ahora reduce este clase de composición a un estilo que provoca un bostezo indiferente, y el honesto de Barton (del Salterio de Barton) nos duerme con sus campanas.
Por lo tanto, hay una gran necesidad de una pluma vigorosa y llena de vida como la tuya, para revivir y reanimar la moribunda devoción de nues- tros tiempos, a la cual nada podría prestar mejor servicio que la poesía, ideada con el propósito de elevarnos por encima de nuestras naturalezas.’’8 Así que Watts tomó su pluma ‘‘vigorosa y llena de vida’’, se aprovechó de la herramienta de la poesía, y comenzó una reforma en la adoración cristiana.
Pero la tradición no cede fácilmente. Una fuente de conflicto fue la afirmación de que la poesía era un arte muy mundano como para usarlo en la iglesia. De acuerdo a Watts, la poesía de sus días estaba ‘‘esclavizada a los vicios y a las obscenidades’’ y ‘‘había perdido tanto la memoria de su nacimiento que ¡estaba comprometida con los intereses del mismo infierno!’’9 Algunos habían visto usar la poesía solamente en escenarios seculares, y por lo tanto no podían imaginar su uso en la música de la iglesia.
Como lo explicaba el mismo Watts: ‘‘Ellos se aventuran a cantar un himno aburrido, o tal vez dos en la iglesia, con melodías igualmente aburridas; pero todavía se persuaden a sí mismos... de que la hermosura de la poesía es vana y peli- grosa.’’10 Pero para Watts, la poesía no era malvada en sí misma. Era solamente una herramienta que había sido usada y asociada con la maldad. No estaba más allá de la mano redentora de Dios, y por lo tanto se podía usar de manera provechosa para Dios.
La segunda fuente de ataque provino de aquellos que atesoraban la tradición de cantar los Salmos y reconocían que Watts se había alejado bastante de una estricta adherencia a los Salmos originales. Este sentimiento fue expresado por William Romaine en el 1755, cuando preguntó: ‘‘¿Por qué Watts, o cualquier otro compositor de himnos, no sólo toman la prioridad sobre el Espíritu Santo, sino que también lo empujan fuera de la iglesia completamente?’’11 Romaine siguió quejándose que ‘‘las congregaciones cristianas han dejado fuera los Salmos divinamente inspirados y han tomado los alardes fantasiosos del doctor Watts en su lugar.’’12 Y aun otro crítico dijo: ‘‘Las rimas de un hombre ahora son magnificadas por encima de la Palabra de Dios’’.13
Algunas iglesias se dividieron, pastores fueron expulsados, y algunas personas estaban tan enfurecidas que, mirando hacia atrás, el conflicto alcanzó unas proporciones casi cómi- cas. A mediados del siglo dieciocho, algunas de las tropas del general británico Wolfe, estacionadas en Aberdeen, cantaron unos himnos de todo corazón en un desfile eclesiástico en la catedral. La gente de esa localidad quedó tan impresionada, que contrataron a uno de estos hombres para que fuera el maestro de canto de las parroquias de la ciudad.
Cuando los estudiantes de la universidad asistían a la catedral, también se unían a cantar los himnos de todo corazón. Por con- siguiente, el cantar himnos creció en popularidad. Sin embargo, hubo un grupo de gente que detestaba esta innovación a tal nivel que, de acuerdo con el historiador H. A. L. Jefferson, ‘‘contrataron a tres jóvenes pilluelos de voces estridentes para que se sentaran en las escalinatas del púlpito y cantaran bien alto y fuera de tono’’, asistidos por un tal Gedeón Duncan. El servicio terminó en un caos entre los ‘‘cantantes afinados’’ que contendían con los ‘‘cantantes de- safinados’’.
A los revoltosos pilluelos se les dio una resonante paliza, mientras que el infortunado Duncan fue arrastrado ante los magistrados por cantar fuera de tono, lo multaron por 50 liras y fue encarcelado hasta que pagara la multa.’’14 (¿Está usted buscando alguna forma innovadora de levantar fondos? ¡Pruebe ésta de multar a aquellos que canten fuera de tono en su congregación!) Comprensiblemente, los himnos fueron lentos en adquirir una amplia aceptación, pero cuando lo lograron, las raíces de la tradición inmediatamente se afianzaron, y las lecciones del pasado fueron olvidadas.
¡Como consecuencia, algunas iglesias independientes resistieron la introducción de nuevos himnos que no fueran los de Watts, tan fuertemente como habían sido resistidos estos mismos himnos de Watts en los años anteriores!15 De paso, es bueno señalar que no todos los himnos de Watts eran de la calidad de aquellos que han sobrevivido al escrutinio del tiempo. Lo que cantamos hoy es una destilación de los mejores himnos de los siglos pasados, mientras que los débiles y descarriados han sido descartados.
Algunos de los himnos de Watts cambiaban la intención original de los Salmos para glorificar a su país. Por ejemplo, la última parte del Salmo 107 fue titulada: ‘‘Colonias plantadas; o naciones bendecidas y castigadas; un Salmo para Nueva Inglaterra.’’16 Sus poemas sobre el amor divino eran demasido sensuales para ser aceptados por muchos. Juan Wesley habló de estos poemas como ofensivos ‘‘en una manera más grotesca que ninguna otra cosa que haya sido jamás publicada en lengua inglesa’’.17
Dondequiera que surja una nueva himnología, algunos de estos himnos serán de pobre calidad, pero esto no debe impul- sarnos a rechazar todo lo que puede ser ofrecido. Como el padre de la himnología inglesa, las mejores canciones de Watts han perdurado por casi tres siglos y todavía algunos de sus himnos son de los más amados por la iglesia.
Extraido del PDF "De Cantar Salmos a los Himnos"
http://www.paralideres.org/files/pic_1374.pdf
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