miércoles, 29 de febrero de 2012

Rahab



 "Por fe, Rahab la ramera, no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz."

 (Hebreos 11:31) LEASE: JOSUE 2:1; 6:17-25; HEBREOS 11:31; SANTIAGO 2:25

 Los rabinos, desde tiempo inmemorial y luego muchos intérpretes del Cristianismo han intentado demostrar que Rahab era una mujer distinta de lo que nos describen las Escrituras. Niegan que fuera una ramera. Rahab se casó con Salmón, fue la madre de Booz y, por tanto, está incluida en la línea materna de los antecesores de Cristo. El apóstol Pablo la nombra entre la gran "nube de testigos" Es la única mujer, junto con Sara, que es designada como un ejemplo de fe. Además, el apóstol Santiago la menciona como una persona digna por sus buenas obras (2:25). ¿Cómo, se preguntan algunos, puede una mujer así haber sido una ramera? Es demasiado escandaloso. Especialmente difícil de creer para las personas pagadas de sí mismas, y que miran con desdén a los pecadores flagrantes. Repugna también a los que quieren hacer modelos de piedad y virtud a todos los carácteres de las Escrituras. En consecuencia ha habido mucha discusión sobre el significado de la palabra hebrea "zoonah" traducida en nuestra versión como ramera. Algunos dicen que era la dueña de una posada, simplemente. Otras que Rahab había sido una concubina, como Agar y Zilpa. Otros conjeturan que podía haber caído en su juventud, pero que cuando vivía en Jericó era una mujer de buena reputación. Todas estas suposiciones se han hecho por no entender el consejo de Dios para la redención de los pecadores. Deforman la historia de Rahab porque quieren establecer un esquema de salvación a base de la bondad humana. Pero las conjeturas no alteran los hechos. Rahab era una ramera. No hay manera de cambiar el significado de "zoonah", ni el del griego "porne". Aunque nos repugne admitirlo, hemos de recordar que no sólo Rahab, sino Tamar y Betsabé eran mujeres pecadoras, aunque constan en la genealogía de nuestro Salvador. "Todos pecaron y han sido destituídos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia." Esta es la gran verdad que hemos de recordar al considerar la materia, y esto se aplica a Rahab o a toda mujer virtuosa hoy. Las Escrituras no hacen excepciones. Pero Rahab tuvo fe y se arrepintió de su pecado. Después que cayeron los muros de Jericó y ella fue salvada, se casó con un príncipe de Israel. Por su fe, que nació cuando todavía vivía una vida de pecado, su nombre ha sido inmortalizado por el apóstol. Rahab, probablemente, oiría del extraño pueblo que se estaba acercando a Jericó, por algunos mercaderes, gente que. frecuentaban una casa como la suya. Por otra parte hemos visto que en el pueblo escogido el pecado era frecuente, había una murmuración constante. (Recordemos a María la hermana de Moisés, nada menos.) Recordemos también a Sípora, la esposa de Moisés. Incluso el mismo Aarón pecó en numerosas ocasiones. Entretanto, Dios tuvo compasión de esta mujer y le concedió su gracia. Es indudable que había centenares de mujeres incomparablemente más virtuosas en Jericó que Rahab. Todas ellas fueron pasadas por alto y el toque de gracia recayó sobre Rahab. Es posible que la fe ya hubiera estado creciendo en su alma. Que hubiera oído de los milagros extraños que se realizaban entre aquel pueblo que peregrinaba por el desierto, cercano ya a Jericó. En este momento de su fe la visitaron dos representantes de Dios. Su entrada en la casa fue parte de la preparación para el camino de Dios en favor de su pueblo. Ahora la fe de Rahab se vuelve decisiva. Considera a sus visitantes como embajadores de Dios. Arriesga su vida por ellos. El peligro en que incurrió era grave en extremo. Sin embargo salva a aquellos dos hombres, no por simpatía humana, no porque le convino para su propia seguridad, sino porque habían sido enviados por el altísimo Dios. - Rahab hizo lo que hizo por amor a Dios. Los primeros frutos de su fe se hacen evidentes al instante. Su corazón antes de hielo se derrite y piensa en su padre y su madre, y pide si pueden ser salvados. Los ejércitos de Israel se estacionaron alrededor de Jericó. Pero en toda la ciudad sólo hay una persona que reconoce en aquel ejército a los enviados de Dios. Abre la ventana y hace descender un cordón de grana. Rahab cree, y su redención es segura. Dios la incorpora en la línea santa de su Hijo unigénito. Con ello Dios no aprueba los actos pecaminosos. Lo que hace es decirnos que El es omnipotente y que puede redimir incluso al más profundamente pecaminoso. Y nos dice, además, que por el hecho de que haya puesto fin al conflicto agudo del pecado en nosotros, no hemos de tenernos por santurrones, y mirar con desdén a los otros porque pecan.

miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Por qué le llamamos Biblia?


Actualmente se utiliza este término para denominar a la colección de libros inspirados por Dios, y reconocidos como sagrados por el pueblo judío y la iglesia cristiana.
 ¿Es uno o varios libros?
 
 Napoleón Bonaparte, el famoso general francés, quien tuvo bajo su control por más de una década a casi toda Europa Occidental y Central, dijo en una ocasión: “La Biblia no es un mero libro, sino una creación viviente, con un poder que vence a todo cuanto se le opone”.
 
 Igualmente, el general y primer presidente de los Estados Unidos George Washington dijo: “Es imposible gobernar rectamente al mundo sin Dios y sin la Biblia.”
 
 De acuerdo a datos estadísticos es la publicación más vendida en el mundo y en todas las épocas.
 
 La Biblia ha encabezado las listas de ventas de libros en todo el mundo. Además, aparece tres veces en los récords de Guiness. El primero por ser el primer texto completo elaborado por Gutenberg, mediante la imprenta de tipos móviles, y a partir del cual dio inicio formalmente la publicación impresa en todo el mundo occidental.
 
 El segundo se debe a qué uno de sus ejemplares, que aún se conservan de la edición conocida como “las Biblias de Gutenberg”, fue adquirido durante una subasta que tuvo lugar en Nueva York, por US$106,000, suma exorbitante si se toma en consideración que este suceso data de 1926, el precio más alto jamás pagado hasta ese entonces por libro alguno. Y el tercero porque es el único libro que ha llegado prácticamente a todo el planeta y en grandes cantidades, y desde su primera impresión ha sido publicado, total o parcialmente, en más 2,200 idiomas y dialectos.
 
 Su origen
 
 La Biblia es un conjunto de libros en los cuales, durante el transcurso de varios milenios, sus diversos autores, con la inspiración divina, fueron registrando acontecimientos, historias, pensamientos y anuncios proféticos de intenso contenido humano, religioso y espiritual, que dentro de ese vasto contexto ponen en relieve el inmenso amor que Dios siente por nosotros.
 
 De acuerdo con su raíz etimológica, la Biblia es una voz griega τα βιβλία que significa “los libros”. Así se denomina al conjunto de textos canónicos que tomaron como fundamento escrito el judaísmo y cristianismo. Actualmente se utiliza este término para denominar a la colección de libros inspirados por Dios, y reconocidos como sagrados por el pueblo judío y la iglesia cristiana.
 
 La Biblia está dividida en dos partes: Antiguo y Nuevo Testamentos. Al primero también se le conoce como Escrituras Hebreas, y al segundo como Escrituras Griegas, por el idioma que predomina en cada uno.
 
 A su vez, “testamento” proviene del latín testamentum, que tiene vinculación con el hebreo “brit”, que significa pacto o alianza.
 
 “Brit” se tradujo al griego como diatheke, que significa “disposición”, “arreglo”, y de ahí la “última disposición” o “última voluntad”, que llegó al idioma español como “testamento”.
 
 Dios ha mantenido Su Palabra desde la creación misma del universo, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Evangelio de San Juan 1:1, versión Reina Valera 1960).
 
 Estos pequeños datos son un reto para que cada día nos propongamos a disfrutar la lectura del conjunto de libros más importante y valioso del mundo. Recordemos las palabras de Pedro ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Evangelio de San Juan 6:68, Versión Reina Valera 1960).
 
 Fuente: demipluma.wordpress.com